Académicos, organizaciones civiles y exclusión social

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Por Luis Arturo Ávila Meléndez, Adela Miranda Madrid y José Alberto Zarazúa Escobar

En este artículo se analiza la posible contribución futura de los centros e institutos de investigación de las universidades públicas y de los Centros Públicos de Investigación –en adelante CI– para enfrentar los crecientes procesos de exclusión social de un mayoritario y diverso sector de la población de los procesos de generación de la riqueza basados en la producción y aprovechamiento del conocimiento. El probable aprovechamiento del conocimiento generado en los CI para lograr un impacto social amplio enfrenta múltiples problemas para su concreción. Una de las estrategias fundamentales que hacen falta en las políticas educativas en México para diversificar sus contribuciones directas contra la inequidad social sería fortalecer la integración de organizaciones civiles con identidad territorial o colectiva en las redes de investigación de los CI. Estudios sobre investigación participativa y movimientos sociales en defensa de conocimientos colectivos permiten vislumbrar los retos que enfrenta esta propuesta dadas las políticas de financiamiento predominantes de los CI.

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En la historia del desarrollo del conocimiento científico se pueden identificar distintos paradigmas. Hasta la primera mitad del pasado siglo XX el campo estuvo dominado por investigaciones de índole teóricas. Eran casi de exclusiva localización en ámbitos académicos, principalmente universidades, con escasos presupuestos. Por su parte, los experimentos de laboratorios y el desarrollo de tecnologías aplicadas se correspondían principalmente con iniciativas provenientes de las empresas privadas. Un cambio de paradigma, originado en la marcada incidencia del desarrollo científico-tecnológico a partir de la Segunda Guerra Mundial y su posterior acentuación en la Guerra Fría, tuvo un singular correlato en relación con el desarrollo de las denominadas tecnologías de información y comunicación (TIC). En una visión limitada del proceso histórico de construcción de conocimiento y desarrollo de tecnologías que soportan las TIC, numerosos autores dan comienzo a la era de la información, la sociedad del conocimiento, las sociedades pos-industriales. En muchos casos, lo que analizan o describen es sólo la historia de Internet, confiriendo a esta red de ordenadores digitales interconectados un carácter extraordinario que deja de lado un cúmulo de experiencias científico-tecnológicas que ha ocupado el amplio espectro de la institucionalización del desarrollo de conocimiento científico.

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El conocimiento entendido y utilizado como objeto ha connotado múltiples significados. Metáforas como la esencia de las cosas, o el valor de las ideas, cobraron fuerza con el despliegue del programa iluminista (s. XVIII), transformándose en una fuente de legitimación ideológica con capacidad para establecer relatos instituyentes. En la antigüedad, el conocimiento estuvo emparentado con la virtud y la magia; posteriormente fue concebido como una emanación del espíritu, o un producto de la razón, luego pasó a ser un valor y, actualmente, se ha transformado en una mercancía más. En el presente artículo reflexionamos a propósito de lo que algunos autores próximos a las teorías económicas postmarxistas denominan capitalismo cognitivo y otros, analizando el mismo devenir histórico, han descrito como fascismo postmoderno. En particular, nuestro análisis se centra en los efectos que se generan en el tejido social cuando se (con)funde conocimiento y mercancía.

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