Por Isidro F. Aguillo (1), Carlos Pérez Rasetti (2)
(1)Laboratorio de Cibermetría, IPP-CCHS-CSIC, España. (2) Universidad Nacional de la Patagonia Austral y Universidad Nacional de La Matanza, Argentina.
En esta oportunidad, el Foro CTS propone un debate a dos tiempos. Dos posiciones antagónicas sobre un mismo tema: la validez de los rankings universitarios. Los expertos Isidro Aguillo y Carlos Pérez Rasettidisertan acerca de los distintos aspectos que componen esta nueva manera de comunicar evaluaciones. La imparcialidad de los rankings o su total carencia de ese atributo, la rigurosidad metodológica que los sustenta, lo que dicen o enmudecen acerca de la universidad y el efecto que producen a nivel masivo son algunos de los puntos revisados en este foro doble. Rankings universitarios: por qué sí y por qué no. La respuesta, en manos de los lectores.
POR QUÉ SÍ
Es habitual que las nuevas herramientas de evaluación de la actividad académica o investigadora sean recibidas con recelo, cuando no con abierta hostilidad por parte de la comunidad científica. La propia bibliometría, que ha sido particularmente útil en los últimos años no sólo para la descripción de la producción científica, sino para generar buenas prácticas de publicación e incluso identificar líneas de investigación emergentes, ha sido y sigue siendo objeto de agrias críticas. Y no se trata sólo de meras discusiones respecto a métodos o interpretación de resultados sino que se cuestiona su pertinencia y objetividad en la evaluación de individuos e instituciones. Seguir leyendo …
POR QUÉ NO
Viene creciendo, en los últimos años, cierta tendencia a la adopción de rankings como modo de comunicar evaluaciones de grupos de universidades, sean estos grupos correspondientes a una disciplina, a una nación o al ancho (y diverso) mundo. Para repasar, diremos que un ranking es una lista ordenada jerárquicamente, en la cual el orden es el resultado de una operación de evaluación efectuada de acuerdo a un modelo teórico compuesto por una serie o batería de indicadores (operación de selección y combinación de información) y su ponderación (operación de valoración relativamente diferenciada). Simplificando, se toman algunos datos de una serie de entidades y se los suma asignando a cada uno de ellos un valor, respecto del total, que depende de la importancia que el modelo de calidad le adjudique. Tanto la operación de selección de indicadores como la de ponderación implican una concepción de calidad. Podríamos decir tranquilamente que en un ranking gana siempre el que es más amigo del que inventa la concepción de calidad (y la impone). Es así, tal cual, porque la calidad no existe en la naturaleza, no la vamos a descubrir mediante una investigación; es un constructo y por lo tanto, un sentido que depende de la operación semiótica de selección y articulación de sus elementos. La búsqueda de la calidad es más parecida a una “búsqueda del tesoro” que a una investigación: no vamos a encontrar nada que nosotros mismos no hayamos, antes, puesto ahí. Seguir leyendo …
Publicado el 26 de julio de 2010
El Ranking Mundial de Universidades en la Web se a
DEJO SOLO A MODO DE REFLEXION Y ANALISIS EL PRESENTE DOCUMENTO…….
http://www.webometrics.info/methodology_es.html
PRESENTACION
El Ranking Mundial de Universidades en la Web se adhiere formal y explícitamente a todas las propuestas enunciadas en el documento Berlin Principles of Higher Education Institutions ( http://www.che.de/downloads/Berlin_Principles_IREG_534.pdf).El objetivo último es la continua mejora y refinamiento de las metodologías utilizadas de acuerdo a un grupo de principios de buenas prácticas acordados previamente.
Durante el último año varios de los firmantes del Código de Buenas Prácticas conocido como Berlin Principles on Ranking of Higher Education Institutions se han convertido en compañías privadas con ánimo de lucro y los sesgos de algunos de estos rankings son ahora más, y más evidentes. Aunque el Ranking Web de Universidades del Mundo todavía se adhiere formal y explícitamente a los Principios de Berlín, nos gustaría añadir algunas puntualizaciones a estos principios:
* Un Ranking Mundial es UN ranking: Publicar una serie de clasificaciones completamente diferentes con exáctamente los mismos datos es inutil además de confuso.
* Un Ranking Mundial de Universidades, es un ranking de universidades de todas partes del mundo, que cubre miles de ellas, no sólo unos pocos cientos de instituciones del mundo desarrollado.
* Un Ranking avalado por una compañía privada con ánimo de lucro que explota el negocio relacionado con los rankings debe ser comprobado con mucho cuidado.
* La presencia inesperada de ciertas universidades en posiciones muy altas es un buen indicador de la (falta de) calidad del Ranking, independientemente de como supuestamente buenas sean las metodologías utilizadas en su elaboración.
* Rankings que favorecen la estabilidad de los resultados entre ediciones, y que no publican explícitamente los cambios individuales, y el razonamiento tras ellos (corrigiendo errores, añadiendo o borrando entradas, cambiando indicadores) están violando el código de buenas prácticas.
* Los rankings basados únicamente en Investigación (bibliométricos) están sesgados en detrimento de las ciéncias tecnológicas, informáticas, sociales y de humanidades, disciplinas éstas que normalmente dan cuenta de más de la mitad de los académicos de una universidad estandar.
* Los Rankings deberían incluir indicadores, incluso indirectos, que cubriesen la misión de la enseñanza y la llamada tercera misión, considerando no sólo el impacto científico de las actividades de la universidad sino además los impactos económicos, sociales, culturales, y también políticos.
* Las universidades de Clase-Mundial no son instituciones pequeñas, muy especializadas.
* La encuesta no es una herramienta adecuada para hacer un Ranking Mundial ya que no hay un sólo individuo con un conocimiento profundo (varios semestres por institución), y experiencia multi-institucional (varias docenas) y multidisciplinar (ciencias, biomedicina, ciencias sociales, tecnología) de una muestra representativa (diferentes continentes) de universidades de todo el mundo.
* El análisis de enlaces es una herramienta mucho más poderosa para la evaluación de la calidad que el análisis de citas que sólo tiene en cuenta el reconocimiento formal entre pares, ya que los enlaces no sólo incluyen las citas bibliográficas sino que además añaden la contribución de terceras partes en las actividades de la universidad.
0) Antecedentes del proyecto:
El \»Ranking Mundial de Universidades en la Web\» es una iniciativa del Laboratorio de Cibermetría que pertenece al Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) que es parte del mayor centro nacional de investigación de España, el CSIC.
El Laboratorio de Cibermetría se dedica al análisis cuantitativo de Internet y los contenidos de la Red, especialmente de aquellos relacionados con el proceso de generación y comunicación académica del conocimiento científico. Esta es una nueva y emergente disciplina que ha sido denominada Cibermetría (nuestro grupo desarrolló y publica la revista electrónica gratuita Cybermetrics desde 1997), también conocida como Webometría.
Cybermetrics electronic journal scientometrics bibliometrics webometrics
Con este ranking pretendemos aportar una motivación extra a los investigadores de todo el mundo para que publiquen más y mejores contenidos científicos en la Web, poniéndolos de esta forma a disposición de los compañeros de profesión y a la gente en general donde quiera que se encuentren.
El \»Ranking Mundial de Universidades en la Web\» fue lanzado oficialmente en el año 2004, y es actualizado cada 6 meses (los datos son recolectados durante los meses de Enero y Junio y publicados un mes más tarde). Los indicadores Web utilizados están basados y se correlacionan con los tradicionales indicadores bibliométricos y cienciométricos. El objetivo del proyecto es el de convencer a las comunidades académicas y políticas de la importancia de la publicación web no sólo para la diseminación del conocimiento académico sino también como una forma de medir la actividad científica, el rendimiento y el impacto.
A) Intenciones y objetivos de los rankings
1. Documentación de las instituciones de educación superior (procesos y resultados) en la Web. Los rankings basados en datos Web pueden ser combinados con otros indicadores no-web, de hecho nosotros estamos ya publicando análisis comparativos siguiendo una iniciativa similar. Pero el objetivo actual del Ranking de Universidades es el de promover la publicación en la Web por las universidades, evaluando el compromiso de las mismas para con la distribución electrónica, y el de luchar contra un problema muy preocupante en el entorno académico que es el de la aparición de una brecha digital que es incluso más evidente entre las universidades de paises desarrollados. El Ranking de Universidades no pretende valorar el rendimiento de las mismas basándose únicamente en su producción en la Web, sino que además se cuantifica un amplio rango de actividades diferentes a los habituales que miden la generación actual de indicadores bibliométricos que sólo se centran en aquellas actividades generadas por la élite cientifíca.
2. Propósito del Ranking y grupos objetivo. El Ranking de Universidades mide el volumen, visibilidad e impacto de las páginas web publicadas por las universidades, con un énfasis especial en la producción científica (artículos evaluados, contribuciones a congresos, borradores, monografías, tesis doctorales, informes, etc) pero también teniendo en cuenta otros materiales como el proveniente de cursos, documentación de seminarios o grupos de trabajo, bibliotecas digitales, bases de datos, multimedia, páginas personales, etc., y la información general de la institución, sus departamentos, grupos de investigación o servicios de soporte y gente trabajando ó atendiendo a cursos.
Hay un grupo que es objetivo directo del Ranking y que es el de las autoridades universitarias. Si el rendimiento de la web de una institución está por debajo de lo esperado de acuerdo a su excelencia académica, entonces se debería reconsiderar la política web de la institución, promoviendo el incremento substancial del volumen y la calidad de sus contenidos electrónicos.
Los miembros de la institución son un objetivo indirecto ya que esperamos que en un futuro no muy lejano la información web pueda ser tan importante como lo son otros indicadores bibliométricos y cienciométricos para la evaluación del rendimiento científico de académicos y sus grupos de investigación.
Finalmente, aquellos estudiantes que estén buscando universidad no deberían usar estos datos como la única guía aunque una posición alta siempre indicará que la institución mantiene una política que promueve el uso de las nuevas tecnologías y posee recursos para la adopción de las mismas.
3. Diversidad de instituciones: Misiones y objetivos de las instituciones. Las medidas de calidad para instituciones orientadas a la investigación son, por ejemplo, bastante diferentes de aquellas que son apropiadas para instituciones más generalistas. Las instituciones que participan en el ranking y los expertos que lo realizan deberían ser consultados a menudo.
4. Fuentes de información e interpretación de los datos. El acceso a la información en la Web se realiza principalmente a través de motores de búsqueda. Estos intermediarios son gratuitos, universales, y muy potentes incluso cuando consideramos sus limitaciones y defectos (limitaciones en la cobertura y subjetividad, falta de transparencia, estrategias y secretos comerciales, comportamiento irregular). Los motores de búsqueda son piezas clave para medir la visibilidad y el impacto de los sitios web de las universidades.
Existe un número limitado de fuentes que son útiles para los propósitos \»webométricos\»: 7 motores generales de búsqueda (Google*, Yahoo Search*, Live (MSN) Search*, Exalead*, Ask (Teoma), Gigablast y Alexa) y 2 bases de datos científicas especializadas (Google Académico* y Live Académico). Todos ellos poseen unas bases de datos independientes muy grandes (gigantescas), pero debido a las facilidades para la obtención de datos sólo aquellos marcados con un asterisco son usados para la compilación del Ranking de Universidades.
5. Contextos lingüísticos, culturales, económicos, e históricos. El proyecto pretende tener una cobertura auténticamente global, no circunscribiendo el análisis sólo a unos cientos de instituciones (las universidades mundialmente conocidas) sino incluyendo tantas organizaciones como sea posible. El único requerimiento en nuestro ranking internacional es el de tener una presencia web autónoma con un dominio independiente. Esta aproximación permite a un gran número de instituciones la monitorización de su ranking actual y la evolución de su posición tras modificar adecuadamente sus políticas e implementar iniciativas específicas. Las universidades de los paises desarrollados tienen la oportunidad de conocer de forma precisa el límite de los indicadores que distingue la élite.
Las imparcialidades actualmente identificadas del Ranking de Universidades incluyen la tradicional asociada al idioma (más de la mitad de los usuarios de Internet son de habla inglesa), y una nueva de tipo disciplinar (la tecnología en lugar de la biomedicina es ahora mismo el tópico más en boga) Ya que en la mayoría de los casos la infraestructura (espacio web) y la conectividad a Internet ya existen, el factor económico no se considera como una limitación (al menos para las universidades del Top 4000).
B) Diseño y peso de los indicadores
6. Metodología usada para crear los rankings. La unidad utilizada para el análisis es el dominio institucional, así que sólo universidades y centros de investigación con un dominio independiente son consideradas. Si una institución tiene más de un dominio principal, se usan 2 o más entradas con las diferentes direcciones. Entre un 5-10% de las instituciones no tienen una presencia web independiente, y la mayoría de ellas se encuentran en paises en desarrollo. Nuestro catálogo de instituciones no incluye sólo universidades sino que además incluye otras instituciones de Educación Superior tal y como recomienda la UNESCO. Los nombres y direcciones han sido obtenidas desde fuentes tanto nacionales como internacionales, incluyendo entre otras:
Universities Worldwide univ.cc
All Universities around the World http://www.bulter.nl/universities/
Braintrack University Index http://www.braintrack.com
Canadian Universities http://www.uwaterloo.ca/canu
UK Universities http://www.scit.wlv.ac.uk/ukinfo
US Universities http://www.utexas.edu/world/univ/state
La actividad universitaria es multi-dimensional y esto se refleja en su presencia web. Así que la mejor forma de construir el ranking es a través de la combinación de un grupo de indicadores que mida todos estos diferentes aspectos. Almind & Ingwersen propusieron el primer indicador Web, Web Impact Factor (WIF), que se basa en un análisis de enlaces que combina el número de enlaces desde páginas externas al sitio web y el número de páginas del mismo, una relación 1:1 entre visibilidad y tamaño. Esta relación se usa para el ranking pero se añaden dos nuevos indicadores al componente del tamaño: n úmero de documentos, medido como la cantidad de ficheros ricos en el dominio web, y el número de publicaciones que están siendo recolectadas en la base de datos del Google Académico. Como ya se ha comentado, los 4 indicadores fueron obtenidos de los resultados cuantitativos extraidos de los principales motores de búsqueda tal y como se detalla a continuación:
Tamaño (S). Número de páginas obtenidas a partir de 4 motores de búsqueda: Google, Yahoo, Live Search y Exalead. Para cada motor, los resultados se normalizan logarítmicamente a 1 para el valor más alto. Después, para cada dominio los resultados máximo y mínimo son excluidos y a cada institución se le asigna un rango de acuerdo a la suma combinada de los restantes valores obtenidos.
Visibilidad (V). El número total de enlaces externos recibidos (inlinks) por un sitio sólo se puede obtener de forma fiable desde Yahoo Search, Live Search y Exalead. Para cada motor, los resultados son normalizados logarítmicamente a 1 para el valor más alto y entonces son combinados para generar el rango.
Ficheros ricos (R). Los siguientes tipos de archivo fueron seleccionados tras valorar su relevancia en el entorno académico y editorial, y su volumen en cuanto al uso con respecto a otros formatos: Adobe Acrobat (.pdf), Adobe PostScript (.ps), Microsoft Word (.doc) y Microsoft Powerpoint (.ppt). Este dato fue extraído usando Google y juntando los valores obtenidos para cada tipo de archivo tras normalizar logarítmicamente tal y como se ha descrito anteriormente.
Scholar (Sc). Google Académico provee el número de artículos y citaciones de cada dominio académico. Los resultados obtenidos desde la base de datos de Google Académico comprende artículos, informes y otro tipo de material relacionado.
Los 4 rangos fueron combinados de acuerdo a la siguiente fórmula en la que cadad uno tiene asignado un peso diferente:
7. Relevancia y validez de los indicadores. La elección de los indicadores fue hecha de acuerdo a varios criterios (ver nota), con algunos de ellos se intenta captar la calidad y los puntos fuertes académicos e institucionales, mientras que con otros se intenta fomentar la publicación web y la implantación de iniciativas \»Open Access\». La inclusión del número total de páginas se basa en el reconocimiento de un nuevo mercado global para la información académica, ya que la Web es la plataforma adecuada para la internacionalización de las instituciones. Una presencia web fuerte y detallada que proporcione descripciones exactas de la estructura y actividades de la universidad puede atraer nuevos estudiantes y académicos de todo el mundo. El número de enlaces externos recibidos (inlinks) por un dominio es una medida que representa la visibilidad e impacto del material publicado, y aunque la motivación para enlazar es muy diversa hay una fracción significativa de esa actividad que funciona de manera similar a como lo hace la citación bibliográfica. El éxito del autoarchivado y otras iniciativas de almacenamiento de la información se ven reflejados por los datos de archivos ricos y Google Académico. Los altos valores obtenidos para los formatos pdf y doc significa que no sólo los informes administrativos y burocráticos están implicados sino que la producción académica es muy significativa. Los archivos de tipo PostScript y Powerpoint están claramente relacionados con la actividad académica.
8. Medir los resultados preferentemente a los recursos. Los datos referentes a los recursos son relevantes en cuanto a que reflejan la condición general de una institución dada y están generalmente más accesibles. La medida de los resultados proporciona una valoración más ajustada de la capacidad y/o calidad de las instituciones o sus programas. Esperamos ofrecer un mejor balance en el futuro, pero actualmente queremos llamar la atención acerca de estrategias incompletas, políticas inadecuadas y malas prácticas en lo que a publicación web se refiere antes de intentar mostrar un escenario más completo.
9. Balanceando los diferentes indicadores: Evolución actual y futura. Las reglas actuales para los indicadores de rango, incluyendo el modelo de pesos descrito, han sido probados y publicados en artículos científicos (ver nota). Se continua investigando sobre este tópico, pero el objetivo final es el de desarrollar un modelo que incluya datos cuantitativos adicionales, especialmente indicadores bibliométricos y cienciométricos.
C) Recolección y procesado de datos
10. Estándares éticos. Hemos identificado algunos defectos relevantes en los datos obtenidos desde los motores de búsqueda incluyendo la sub-representación de algunos paises e idiomas. Ya que el comportamiento es distinto según el motor utilizado, una buena prática consiste en combinar los resultados obtenidos de varias fuentes. Cualquier otro error no es intencionado y no debería afectar a la credibilidad del ranking. Por favor, ponte en contacto con nosotros si piensas que el ranking es parcial o poco objetivo en cualquier aspecto.
11. Datos verificados y auditados. La única fuente de datos para construir el Ranking de Universidades es un pequeño conjunto de motores de búsqueda globalmente disponibles y de acceso gratuito. Todos los resultados pueden ser duplicados de acuerdo a la metodología explicada y teniendo en cuenta la naturaleza explosiva del crecimiento de contenidos en la web, su volatibilidad y el comportamiento errático de los motores comerciales.
12. Recolección de datos. Los datos son recolectados durante la misma semana, en dos rondas consecutivas para cada estrategia seleccionando el valor más alto. Cada sitio web que se encuentra bajo el mismo dominio institucional es explorado, pero no se realiza ningún intento de combinar contenidos o enlaces provenientes de diferentes dominios.
13. Calidad de los procesos de ranking. Tras la recolección automática de datos, las posiciones son comprobadas manualmente y comparadas con las ediciones anteriores. Algunos de los procesos son duplicados y se añaden nuevas experiencias desde una variedad diferente de fuentes. Las páginas que enlazan al Ranking de Universidades son exploradas, y los comentarios de blogs y otros foros son tenidos en cuenta. Finalmente, nuestra dirección de correo recibe muchas peticiones y sugerencias que son reconocidas de forma individual.
14. Medidas organizacionales para incrementar la credibilidad. Los resultados del ranking y las metodologías utilizadas son discutidas en revistas científicas y presentadas en conferencias internacionales. Esperamos que cuerpos internacionales de consejeros e incluso de supervisores tomen parte en el futuro desarrollo del ranking.
D) Presentación de los resultados del Ranking
15. Muestra de los datos y factores implicados. Las tablas publicadas muestran todos los indicadores Web utilizados de una forma muy sintética y visual. No sólo se proporciona un ranking principal que agrupa las 4000 primeras instituciones a nivel mundial (Top 4000) sino que también se muestran otros rankings regionales con propósitos comparativos.
16. Actualización y reducción de errores. Los listados se ofrecen desde paginas dinámicas que conectan a varias bases de datos donde los errores pueden ser fácilmente corregidos cuando son detectados.
Contacta con nosotros
Nuestro grupo agradece los comentarios, sugerencias y propuestas que puedan ser útiles para mejorar este sitio web. Intentamos mantener una posición objetiva acerca de los datos cuantitativos provistos pero los errores pueden ocurrir. Por favor, tenga en cuenta que la unión, o cambio de dominio, o que problemas de conectividad pueden afectar al ranking de las instituciones.
Actualmente los miembros de nuestro equipo son Isidro F. AGUILLO, José Luis ORTEGA, Mario FERNáNDEZ (Webmaster) , Ana UTRILLA y Ana ALARCÓN.
Para obtener más información, por favor contacta con:
Isidro F. Aguillo
CCHS – CSIC
Albasanz, 26-28
28037 Madrid. ESPAñA
Notas:
– Aguillo, I. F.; Granadino, B.; Ortega, J. L.; Prieto, J. A. (2006). Scientific research activity and communication measured with cybermetric indicators. Journal of the American Society for the Information Science and Technology, 57(10): 1296 – 1302.
– Wouters, P.; Reddy, C. & Aguillo, I. F. (2006). On the visibility of information on the Web: an exploratory experimental approach. Research Evaluation, 15(2):107-115.
– Ortega, J L; Aguillo, I.F.; Prieto, JA. (2006). Longitudinal Study of Contents and Elements in the Scientific Web environment. Journal of Information Science, 32(4):344-351.
– Kretschmer, H. & Aguillo, I. F. (2005).New indicators for gender studies in Web networks. Information Processing & Management, 41 (6): 1481-1494.
– Aguillo, I. F.; Granadino, B.; Ortega, J.L. & Prieto, J.A. (2005). What the Internet says about Science. The Scientist, 19(14):10, Jul. 18, 2005.
– Kretschmer, H. & Aguillo, I. F. (2004). Visibility of collaboration on the Web. Scientometrics, 61(3): 405-426.
– Cothey V, Aguillo IF & Arroyo N (2006). Operationalising \»Websites\»: lexically, semantically or topologically?. Cybermetrics, 10(1): Paper 4. http://www.cindoc.csic.es/cybermetrics/articles/v10i1p4.html
Leí los dos artículos, y creo en los rankins, siempre y cuando estos sean claros en cuanto a la metodología usada, y que se especifiquen los criterios a evaluar. ello se constituye en un valor agregado para la universidad.
Autoría del texto anterior
Como aclaración adicional, soy el editor del Ranking Web de Universidades y soy el autor del texto citado por Miguel Angel Soto Vidal
Ranking
Considero que la discusión sobre el ranking de las universidades entraña sobretodo la aclaración de la metodología que se emplea para su medición. Por ejemplo mientras que una clasificación coloca a la UNAM en el lugar 70, la otra lo hace en el lugar 152. La nota a nivel local siempre se refiere a que está entre las mejores 100 universidades ( 70), por lo que cada resultado de ranking debe ser cuidadosamente evaluado desde su propia metodología.
Por otro lado creo que la tendencia será evaluar área de conocimiento especificas ( matemáticas, negocios,etc), la mayor parte de la instituciones educativas tienden a una especialización en sus propias fortalezas académicas.
Orientacion del debate
Tal vez lo debatible no es la existencia de los ranking, sino lo que hacemos con ellos, la forma en que se presentan, la interacción , no planeada, que tienen con estereotipos y generación de inequidades entre instituciones, países y regiones (imaginarios, preferencias de inversión).
Evaluación y rankings: prós y contras
Cuando la Universidad Estadual de Campinas se propuso a iniciar un proceso evaluatório más riguroso, un profesor con algun conocimiento de los antecedentes de esa tendencia me comentó: \»Así fue que la izquierda fue eliminada de la universidad alemana\». En ese entonces yo defendía la evaluación académica y llegué a intentar producir un índice global para hacer rankings de la universidad brasileña en su conjunto. Después me di cuenta de la denuncia de mi colega, ya que una evaluación centrada puramente en datos cuantitativos, con poca preocupación con la composición tán diferente de los departamentos, institutos y facultades en cuanto a formas de producción académica podría dar margen a interpretaciones ideologicamente determinadas o peor, a uso indevido de posiciones de poder para solucionar pendencias particulares. Si la memoria reciente de los tiempos dictatoriales no permitió persecuciones políticas más serias como mi colega comentó que hubo en Alemania (y quizás en otros países también), no se puede dejar de considerar las distorciones que se verificaron en la evaluación por fuerza de esos dos factores. Hay poca discusión respecto al logro de un mayor volumen de artículos publicados en periódicos científicos reconocidos internacionalmente, pero existe una clara preocupación con la calidad de esa producción, asi como con la real utilidad que ella pueda tener para el crecimiento de la ciencia. Por otro lado, constituye una tarea muy dificil llegar a un consenso sobre como comparar tipos diferentes de producción. Si en las ciencias sociales todavía tienen mucha importancia los libros – son ellos los que condensan la reflexión más profunda que puede llevar a una compreensión de la realidad social, y su edición puede llevar años o décadas. La publicación en diarios, de artículos de actualidad, por científicos reconocidos puede tener un rol muy importante en los rumbos de la vida económica, política, social o cultural de una nación, y sigue siendo considerada producción \»no científica\» por profesores de departamentos semejantes. La contaminación de los indicadores de producción de ciencia por aquellos valederos para las ciencias exactas llevan no sólo al desprecio de las ciencias humanas por parte de los técnicos encargados de medición de productividad, debido a la no utilización sistemática por esas areas de métodos cuantitativos, como a la devaluación de los productos realizados por pensadores de alto nivel intelectual. Ya en los rankings se complica más aún la comparación, una vez que no hay una universidad con la misma composición de areas que otra, de manera que la producción de un índice único es siempre un resultado altamente dudoso y sezgado por defecto de su construcción.
Evaluación y rankings: pros y contras (corrigiendo
Cuando la Universidad Estadual de Campinas se propuso a iniciar un proceso evaluatório más riguroso, un profesor con algún conocimiento de los antecedentes de esa tendencia me comentó: \»Así fue que la izquierda fue eliminada de la universidad alemana\». En ese entonces yo defendía la evaluación académica y llegué a intentar producir un índice global para hacer rankings de la universidad brasileña en su conjunto. Después me di cuenta de la denuncia de mi colega, ya que una evaluación centrada puramente en datos cuantitativos, con poca preocupación con la composición tan diferente de los departamentos, institutos y facultades en cuanto a formas de producción académica podría dar margen a interpretaciones ideológicamente determinadas o peor, a uso indebido de
posiciones de poder para solucionar pendencias particulares. Si la memoria reciente de los tiempos dictatoriales no permitió persecuciones políticas más serias como mi colega comentó que hubo en Alemania (y quizás en otros países también), no se puede dejar de considerar las distorsiones que se verificaron en la evaluación por fuerza de esos dos factores. Hay poca discusión respecto al logro de un mayor volumen de artículos publicados en periódicos científicos reconocidos internacionalmente, pero existe una clara preocupación con la calidad de esa producción, así como con la real utilidad que ella pueda tener para el crecimiento de la ciencia. Por otro lado, constituye una tarea muy difícil llegar a un consenso sobre como comparar tipos diferentes de producción. Si en las
ciencias sociales todavía tienen mucha importancia los libros – son ellos los que condensan la reflexión más profunda que puede llevar a una comprensión de la realidad social, y su edición puede llevar años o décadas. La publicación en diarios, de artículos de actualidad, por científicos reconocidos puede tener un rol muy importante en los rumbos de la vida económica, política, social o cultural de una nación, y sigue siendo considerada producción \»no científica\» por profesores de departamentos semejantes. La contaminación de los indicadores de producción de ciencia por aquellos valederos para las ciencias exactas llevan no sólo al desprecio de las ciencias humanas por parte de los técnicos encargados de medición de productividad, debido a la no utilización
sistemática por esas áreas de métodos cuantitativos, como a la devaluación de los productos realizados por pensadores de alto nivel intelectual. Ya en los rankings se complica más aún la comparación, una vez que no hay una universidad con la misma composición de areas que otra, de manera que la producción de un índice único es siempre un resultado altamente dudoso y sesgado por defecto de su construcción.
Por qué sí
Podemos disentir con el ranking, con los indicadores, con la metodología, siempre perfectibles, pero no con la evaluación de las actividades académicas de las universidades. Estos resultados son de gran utilidad, porque nos permite saber dónde estamos ubicados y nos inducen a repensar nuestras instituciones.
hablamos de rankings, evaluar puede ser otra cosa
Ninguna evaluación es ingenua, claro está, y lo que, en mi opinión, califica a una evaluación, lo que le da sentido, es la política en la que está inserta (eso mucho más que la metodología, participación, etc) ya sea un política pública, una política de mercado, o institucional, o de grupos internos a una institución. En el caso de los rankings, ya sea porque implican operaciones de evaluación o porque se presentan como la \»condensación\» de una evaluación comparativa también es así. En el marco de lo que se viene llamando la internacionalización de los estudios superiores, el ranking funciona como una operación de marketing para las instituciones que están interesadas en captar estudiantes (ya sea en el ámbito global o nacional); un marketing que no tuvieron que pagar, uno que a veces les viene bien, a veces les viene mal. Ahora, si mi preocupación es que las instituciones de educación superior sirvan a la función social para la que una sociedad las creo y las sostiene, esa evaluación marketinera no sirve de mucho. Saber que una universidad está en el puesto numero 851, por decir algo, no ayuda a saber en qué medida está siendo de toda la utilidad necesaria para su pueblo. Si esa ubicación implicara connotaciones defectuosas, tampoco tendríamos un diagnóstico del que partir a la hora de resolver los problemas. La evaluación es muy necesaria y muy valiosa, cuando está inserta en una política de mejoramiento en orden a lograr que las instituciones cumplan más acabadamente la función social que requerimos de ellas.
no es un problema de metodología
Para mi la cuestión de los rankings no está, al menos centralmente, en la metodología. De hecho, una buena evaluación requiere siempre información cuantitativa y de calidad; requiere también análisis comparado, referenciado. De hecho estamos trabajando con el Observatorio en una propuesta de Manual de Indicadores de Educación Superior para la región. Comparto, más allá de posición adversativa en que estamos presentados en este foro, muchas de las cuestiones que plantea Isidro Aguilla en su artículo y conozco su trabajo también. Lo que tengo con los rankings es que, cuando se resuelven en una grilla, se vuelven elementales (en cuanto a cantidad de información), absolutos (en cuanto a juicio que emiten) y sólo útiles para políticas que no me interesan o, pero, creo que orientan las preocupaciones de los que tienen algo que hacer o decir respecto de la educación superior para zonas en las que no encontraremos soluciones a los problemas que hoy interpelan a la educación superior de nuestros países, o por lo menos del mío. Ver la grilla publicada en los diarios es como leer los resultados del Mundial de Futbol sin haber visto ninguno de los partidos, no disfrutamos (ni sufrimos) ni sabemos cómo juegan los equipos. Y el público, más allá de las razones que el ranking haya tenido, adjudicará las universidades posicionadas en el top X, de manera homogenea, como si se tratara de objetos simples, las virtudes que previamente tenga la imagen de buena universidad en su imaginario. Todo lo contrario de lo que esperamos de un proceso de conocimento útil para mejorar.
No veo el sentido
La verdad, yo no le veo el sentido y la utilidad a la construcción de rankings en general y menos aún a aquellos que surgen de la ponderación de distintas variables.
Estoy de acuerdo con Pérez Rasetti en que lo que generan es una naturalización de la medida, como si fuera objetiva, cuando es el resultado de la selección de un determinado conjunto de variables y de una determinada ponderación de las mismas. Selección y ponderación que, si no queremos calificar de arbitrarias, al menos responden exclusivamente al criterio de quien genera el ranking. Pensar que el resultado de esos criterios es válido como argumento en cualquier momento y lugar es, como mínimo ingenuo. ¿Puede ser de utilidad un mismo ranking para una prestigiosa universidad estadounidense o europea (con determinadas características, trayectoria y objetivos) y para otra que se desarrolla en un país latinoamericano y que puede tener un papel muy importante en el desarrollo de una región determinada? ¿Significan lo mismo para todas las universidades del mundo un Premio Nobel, su presencia en la web o la cantidad de papers en Scopus?
Yo creo que no, y me alarma entonces la proliferación de estas entelequias pseudoinformativas.
Información y pereza
Lo que más alarmante me resulta es el valor que se le da a este tipo de instrumentos para la gestión y la toma de decisiones. Me ha tocado ver a más de un funcionario universitario (por no hablar de funcionarios de nivel nacional en estos temas) maravillarse con los rankings que aparecen últimamente. Es el caso, por ejemplo, del que lanzó la consultora Scimago, de Elsevier, a partir de su base de datos Scopus. Fue muy curioso ver el interés y los elogios que despertó en las mismas personas que suelen resaltar las limitaciones de las bases de datos bibliométricas internacionales para analizar la producción de conocimiento en América Latina.
Es que, a mi criterio, el interés de gestores y políticos en este tipo de productos evidencia una gran pereza ante la información. Parece ser para ellos preferible que la información venga \»resumida\» por otros en un ranking resultante de la ponderación de determinadas variables (cuando, obviamente, todo resumen implica selección y pérdida de información), que enfrentarse ellos mismos a una batería de indicadores para intentar formular y responder sus propias preguntas.
Evidentemente es más sencillo que otro me diga qué preguntas debo hacerme, dándome al mismo tiempo las respuestas.
A modo de cierre
Respondiendo de forma conjunta a varios de los comentarios:
– Faltan instrumentos de evaluación, los rankings actuales pueden ser inadecuados, incompletos o sesgados, pero no hay mucho mas. De hecho la mayoria de los estudios individuales de \»acreditación\» que he leido son escandalosamente inútiles.
– Los rankings mundiales nacen en el 2003 con el boom de la globalización y estan ligados a ese fenómeno. En mi opinión personal querer aislar a las universidades latinomericanas de procesos y prioridades internacionales no tiene justificación.
Aportes
Luego de leer los dos artículos, pienso que lo importante a debatir no es la existencia del ranking, sino como se trabaja en función de ellos, los criterios que prevalecen al construirlos y como se eligen los indicadores y se ponderan…en cuanto a la objetividad y unificación de los métodos e interpretaciones de resultados es un camino que en forma continua trata de alcanzar el mejor estado, podríamos pensarlo como una gestión de calidad en ese sentido…
Un saludo a todos, Vanessa
Reflexiones
Es muy difícil emitir un juicio de valor sobre algo si no somos expertos en la temática y tan solo leyendo lo que dos expertos nos dicen en defensa de su postura.
Esto me llevó a indagar un poco más sobre el tema y en el sitio Web del Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad -creado por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI)- en su sección Noticias, encontré una entrevista a Carlos Pérez Rasetti:, que se titula “Como información, los rankings de universidades son pobrísimos”. Se la puede consultar en: http://www.observatoriocts.org/index.php?option=com_content&view=article&id=143:carlos-perez-rasetti-como-informacion-los-rankings-de-universidades-son-pobrisimos&catid=2:noticias&Itemid=41
Deseo destacar algunos puntos de lo que expresó Pérez Rasetti en esta entrevista, que encuentro muy razonables:
* se manifestó acerca de los riesgos de comparar realidades heterogéneas
* realzó la importancia de la medición como camino hacia políticas más efectivas en el campo del conocimiento.
* cuando se le preguntó por qué es necesario construir indicadores, dijo que “es razonable pensar que vamos a saber más sobre nuestros sistemas de educación superior si elaboramos indicadores que nos permitan organizar mejor la información disponible”.
* “hasta ahora sólo hemos estado midiendo la magnitud de las instituciones de Iberoamérica: cantidad de alumnos, número de profesores y presupuesto, entre otros aspectos. Sigue fuera del análisis el cómo funcionan, a quiénes benefician o deberían beneficiar.”
* “otro elemento a observar es la función social de la universidad: para qué la creó la sociedad a la que cada casa de estudio pertenece, cómo cumple esa función, cómo forma recursos humanos, si hay énfasis en la investigación o no, quiénes egresan de las carreras y cuánto tardan en hacerlo, quiénes fracasan y cuál es el impacto concreto que todo lo anterior tiene en la comunidad que rodea a la universidad.”
* “a pesar de que hay disponibles indicadores de muy distinto tipo, lo institucional se les escurre”
* “es un riesgo introducir indicadores que generen sentido por sí mismos. No por nada un investigador como el mexicano Díaz Barriga dice que la calidad consiste, al final, en mejorar indicadores. Pero nosotros pensamos que esto es muy peligroso, porque mejorar un indicador puede implicar el abandono de una función social. Por ejemplo, si para disminuir la deserción profundizamos la selectividad del ingreso, podemos dejar de lado la responsabilidad de dar formación a muchos.”
* “algunos de los indicadores que probablemente agreguemos al catálogo ya fueron utilizados en otros trabajos de medición. El sentido que produce un indicador no es aislado, sino que se debe analizar a partir del paradigma en el que está inserto. Y en este caso el paradigma es el catálogo de indicadores”
* criticó el escaso rigor de los rankings de universidades que difunden cada tanto los medios de comunicación. “Lo que no queda claro es cómo se construye la información que muestran. Su base metodológica genera dudas. Para empezar, la cantidad de indicadores que intervienen en la elaboración de un ranking es muy escasa y casi nunca se transparentan los parámetros utilizados. Los rankings, como investigación no tienen valor y como información son pobrísimos. ….Medir es una cosa seria, Lo que todavía falta es empezar a determinar qué es lo que realmente se necesita medir.”
* Se pregunta: “¿Qué universidad necesitamos? ¿Qué universidad se está midiendo? Es verdad que nuestras instituciones tienen muchos problemas, pero también es cierto que cuentan con un abanico de aspectos positivos que los rankings no rescatan porque no están diseñados para hacerlo. El sistema universitario de muchos de nuestros países permite que los padres no estén obligados a deslomarse trabajando para reunir el dinero que les permita a sus hijos convertirse en profesionales. ¿Y eso por qué no se mide? No quiero ser reiterativo, pero lo que importa es que nos preguntemos qué universidad queremos. A mí me parece que lo mejor sería mantener el espíritu de la actual y solucionar aquellas cosas que no se hacen bien.”
A partir de todo puedo decir que:
* Las Universidades son instrucciones muy complejas, en las hay, entre otras, un conjunto de elementos, procesos, reglamentaciones, bienes, personas involucradas y sus prácticas.
* Para la elaboración de rankings de Universidades, la cantidad de indicadores que se utilizan son pocos y casi nunca se transparentan los parámetros utilizados. Además, el sustento teórico de este modelo de calidad se apoya en dos hipótesis muy discutibles: una respecto de cuáles son los indicadores relevantes y otro, cuál es la ponderación entre ellos que determina la calidad. Queda claro, entonces, que si escogemos otros indicadores como relevantes o modificamos su ponderación, por ejemplo, determinaríamos otro modelo de calidad y los resultados serían diferentes.
* Creo necesario crear nuevos indicadores o mejorar los existentes, pero con cautela, para que reflejen realidades, lo que realmente queremos medir y en especial de nuestra región.
Incluso el experto Isidro F. Aguillo en este foro y con el título “A modo de cierre”, expresa que: “Faltan instrumentos de evaluación, los rankings actuales pueden ser inadecuados, incompletos o sesgados, pero no hay mucho mas.”
Reflexionando sobre la calidad
En el marco de la globalización y la realidad en la cual estamos inmersos como educadores, resulta una actividad compleja definir el concepto de calidad, a sabiendas del carácter ambiguo que el mismo posee. Porque la calidad no puede definirse como un hecho aislado sino que deberemos analizar un conjunto de elementos, reglas, bienes, personas involucradas y sus prácticas; con el propósito de construir un concepto que no puede encontrarse mágicamente sino que es considerado un “constructo” que se elaborará a partir del razonamiento, el encuentro de sentidos que le asignamos a determinadas entidades, previamente definiendo las relaciones que las determinan.
Coincido con los aportes del Profesor Carlos Pérez Rasetti, quien plantea en su escrito “El concepto de calidad” que los ejemplos de los rankings de universidades, sus modelos de evaluación poseen un número relativamente pequeño de indicadores que se ponderan entre sí y terminan dando un índice de calidad que permite comparar y jerarquizar las universidades. En general estos prototipos de evaluación institucional están direccionados por la faceta cuantitativa y en términos de resultados obtenidos (número de egresados, número de premios nobeles, etc.) se determina un ordenamiento posicional de casas de altos estudios.
Estos aspectos responden básicamente a construir el “prestigio” de las universidades en término numéricos y por ejemplo, no dan cuenta de otros indicadores posibles relacionados sustantivamente con otras acciones de los egresados, si se tomara en cuenta el porcentaje de egresados de medicina trabajando con grupos sociales de riesgo o extrema pobreza.
Me causó gran impacto la cita “La calidad, definitivamente, no está en las cosas sino en la mirada del sujeto”… porque generalmente el concepto de “calidad” ha estado relacionado con análisis objetivos y cuantitativos de resultados. Siempre pensé en los ONE (operativos nacionales de evaluación) en Argentina y la ubicación de la provincia de Santa Cruz en los listados finales, por cierto casi cerrando la lista… y como educadora me preguntaba dónde quedaban aquellas experiencias válidas de enseñanza y aprendizaje que seguramente desarrollan los docentes en las diversas escuelas de este territorio…
Volviendo al análisis de las instituciones de Educación Superior, retomo un aporte del texto “Metodología de evaluación en políticas públicas” Belloni – De Magalh~anes – Costa de Sousa donde se expresa que “La evaluación institucional debe buscar una comprensión de la realidad, debe estar orientada a un proceso decisorio, debe responder a cuestionamientos y poder posibilitar la identificación del mérito o valor.
Se plantean dos objetivos considerados como básicos para una evaluación institucional. En primer lugar debe promover una autoconciencia de la institución y en segundo lugar, garantizar la información necesaria para realizar la toma de decisiones. Políticamente, asumir la evaluación implica una decisión de la institución de tomar la capacidad de intervenir en el proceso de producción académica, como también proporcionar un espacio de participación responsable y consciente, en vista al perfeccionamiento cada vez mayor de las actividades de las universidades.
Utilidad de los rankings
Según Aguillo, el \»Ranking de Shangai ofrece un informe sencillo y elegante sobre la situación de las universidades\». Respecto a esto, pienso que aunque el mismo sea una visión muy parcializada de la realidad, se torna en un instrumento útil para aproximar al común de la gente a un sistema de categorización estandarizado de las universidades a nivel global. Si bien la modalidad con la que se construyen esos rakings es muy heterogénea y arbitraria, ello no constituye un factor muy importante cuando los mismos son analizados por especialistas o personas entendidas en el tema, pero si pueden influir en sectores de la población que podrían llegar a interpretaciones erróneas de los mismos, y existir también la posibilidad de que se utilicen en forma malintencionada, por ejemplo, para hacer propaganda para atraer estudiantes. En este sentido me parece apropiado la difusión de los tipos como el elaborado por The Princeton Review, ya que si se confeccionan de forma regionalizada, dan la posibilidad al estudiantado de observar de antemano determinadas características que pueden ser de su interés, ofrecidas en grado variable por cada institución, lo que colaboraría con el cumplimiento de las expectativas y necesidades de los interesados en cursar carreras universitarias, lo que sería parte de la función social de la universidad a la que se refiere Carlos Pérez Rasetti. Es por ello, que no estoy de acuerdo con lo que expresa Rolando Barreta (3/8/10) de que la confección de rankings no es útil.
Reflexiones
Hay una serie de conceptos relevantes y complejos involucrados en esta discusión. Evaluación y calidad se destacan esencialmente, por la gran dificultad de incluir en ellos todos los aspectos/dimensiones que involucran cada uno, y, porque implican además concepciones subyacentes, no necesariamente compartidas por el colectivo social. Limitar las alternativas de posicionamiento frente a los rankings de universidades, a SI o un No, quizás condicione los aportes de los que no somos especialistas en este tipo de análisis de instrumentos, no tan sólo con respecto a su construcción, sino a los alcances e interpretaciones de que son objeto. Como plantea el autor del documento, Isidro Aguillo, “Es habitual que las nuevas herramientas de evaluación de la actividad académica o investigadora, sean recibidas con recelo cuando no con abierta hostilidad por parte de la comunidad científica:” Me atrevo a cambiar el término “recelo” por otro que considero más noble para una comunidad académica, y es el de la necesaria “cautela” ( aunque quizás me aleje de la realidad que esté reflejando el autor) con el que deben considerarse los nuevos instrumentos de evaluación, cuando los involucrados resultan ajenos a su propia construcción. No se cuestiona la relevancia de una evaluación en sí, siempre que permita comprender de forma contextualizada la actividad evaluada, y estimule el diseño de acciones para su perfeccionamiento. La inquietud surge, cuando no se comparten (o surgen del consenso) la selección de los indicadores y la ponderación de los mismos (como menciona el Prof. Pérez Rassetti) porque han sido elaborados de manera sectorizada, y a partir de ellos se generan posicionamientos jerárquicos que engloban y comparan instituciones muy diferentes y que además, se hacen públicos. Estas estadísticas, se tornan populares porque resultan atractivas para cualquier lector, tanto por su forma de presentar la información como por la simplicidad de su interpretación, pero efectivamente adolece de grandes recortes en su categoría de análisis (relacionadas básicamente con el posicionamiento y los recursos de quienes las elaboran) empobreciendo las generalizaciones que surgen de ellos. Aguillo plantea claramente los aspectos centrales de crítica de estos rankings, pero también acierta al afirmar que “están para quedarse”. De aquí la importancia de un debate centrado en un concepto unificado de calidad en primer lugar, para luego intervenir en el diseño y mejora de estos instrumentos, que han demostrado influyen en la toma de decisiones a niveles micro y macro políticos.
muy interesante
No es menos de lo que esperaba de Ud. Profe, siempre la misma claridad intelectual!!!
alumna del posgrado UNLaM 1º cohorte (la mejor)
Acuerdos y desacuerdos
Creo que los rankings son útiles, en eso acuerdo con mi compañero Gustavo, en cuanto a la selección de un producto o servicio que deseo usar. Pero entiendo que no es la única fuente de conocimiento que puede influir en mi decisiòn.
Es necesaria también la evaluación, y aquí acuerdo con el Prof. Perez Rasetti en que evaluar puede ser otra cosa, tiene sentido según la política en la que está inserta y la Universidad debe responder a la comunidad que la soporta y a la que le brinda servicios.
Respecto de la calidad puedo aportar que según la ISO 8402 es un \»conjunto de propiedades y de características de un producto o servicio, que le confieren aptitud para satisfacer unas necesidades explícitas o implícitas\». Hoy la gestión de calidad brinda a las organizaciones una oportunidad de ventaja competitiva más, afecta a todos en la organización y fuera de ella, tiene que ver más con una filosofía, una cultura, una estrategia, un estilo de gerencia. Pero que una organización cumpla con estándares de calidad no quiere decir que sea la mejor, aunque la comunidad piense que es prestigiosa.
Saludos
Reflexiones
Coincido que algunas instituciones pueden utilizar el ranking para poder captar estudiantes, además de mejorar su imagen ante la visión de la sociedad que no hace todos estos analisis al ver la información presentada como un orden de mérito. Pero también creo que debe haber instrumentos de medición que permitan determinar cuales y que nivel de conocimientos son impartidos en las instituciones. Creo que es necesario tomar en cuenta otros indicadores que además permitan evaluar el impacto social que generan cada uno de los egresados en el mejoramiento de la calidad de vida de su sociedad. Las políticas necesarias para llevar esto a cabo no deben ser algo sencillo de implementar, dado que estas generan un grado de complejidad muy importante para el analisis de estos indicadores. La existencia de los ranking probablemente se podria ver como una instancia que moviliza a las instituciones a mejorar, asi como hay rankings que hacen hincapié en cuestiones de innovacion cognitiva o de inserción de sus egresados en puestos de relevancia, deben existir otros rankings que midan a traves de indicadores la respuesta que le dan al medio en el cual se encuentran insertas. Por ej. Disminución del indice de analfabetismo en la zona a traves de programas generados desde las instituciones, Planes de mejoramiento que se estén llevando adelante para disminuir el impacto ambiental que se producidas por el hombre, Programas que permitan la inclusion social de personas con capacidades diferentes, etc. Creo que a la hora de definir los indicadores, es necesario determinar cuales son lo objetivos a corto, mediano y largo plazo que se quiere lograr….
Mas reflexiones
Tal como hace mención Adriana sobre el texto “Metodología de evaluación en políticas públicas” Belloni – De Magalhanes – Costa de Sousa, es muy importante la percepción de la realidad que debe tener la institución a la hora de evaluarse. Creo particularmente que los indicadores mas importantes para una Institución educativa a la hora de tomar decisiones son los que le provee su contexto social, y el grado de respuesta que les damos a las demandas. Algunas preguntas que nos debemos hacer ¿Damos la respuesta que se espera? ¿Porque el nivel de deserción es muy alto? ¿Como puedo bajar esos indices? ¿Cuales son las dificultades principales que nos encontramos para cumplir con lo que el medio precisa? ¿De que manera puedo mejorar estas dificultades? En función de estas y otras preguntas mas se deberían generar indicadores que reflejen lo antes mencionado. Además de esto creo que es importante que existan los indicadores que puedan determinar el nivel de conocimientos que se transmiten al alumnado, con que recursos didacticos se cuenta para la transmision de los mismos, conformacion del plantel docente, etc…
Mi aporte
coincido Carlos Pérez Rasetti en que considero que no es adecuado el ranking en las universidades.
Teniendo en cuenta lo expresando en el artículo por Perez Rasetti, en que “la calidad no existe en la naturaleza, no la vamos a descubrir mediante una investigación; es un constructo y por lo tanto, un sentido que depende de la operación semiótica de selección y articulación de sus elementos. La búsqueda de la calidad es más parecida a una “búsqueda del tesoro” que a una investigación: no vamos a encontrar nada que
nosotros mismos no hayamos, antes, puesto ahí”. Considerando que el concepto de calidad surge del análisis de productos está centrado en la satisfacción del cliente; que luego este concepto es ampliado a todo tipo de organizaciones no solo las de productos. Si la calidad la define el cliente, entonces si dudas estamos buscando algo que queremos encontrar.
Coincido con Patricia Campo en los puntos que encuentra muy razonables de la entrevista de Perez Rasetti en el rankings de las universidades y en lo que ella manifiesta respecto a las universidades: “Las Universidades son instrucciones muy complejas, en las hay, entre otras, un conjunto de elementos, procesos, reglamentaciones, bienes, personas involucradas y sus prácticas”.
Si bien Aguillo considera que la evaluación académica o investigadora es recibida con recelo por la comunidad científica, tambien menciona criticas a la evaluación. Y termina diciendo que: “Los rankings están para quedarse. Utilizados correctamente con otras
herramientas, pueden satisfacer las necesidades de amplios y variados colectivos
(gestores, investigadores, profesores, estudiantes) y están llamados a cumplir una
importante misión en los próximos años”.
No estoy de acuerdo con Aguillo en que los rankings vinieron para quedarse, ya que la forma de evaluar está en constante mejora, pueden surgir otras maneras de seleccionar la o las mejores universidades.
Si tomamos en cuenta los sistemas de gestión de calidad y sus normas, éstas sólo fijan estándares mínimos que permiten comercializar un producto y /o servicio.
Para saber quien o quines se destacan en general cada país otorga un premio anual a la calidad según el tipo de organización (existe en la argentina la posibilidad de que se le otorgue el premio nacional a la calidad a una institución educativa). Para otorgar el premio se evalúan diferentes aspectos de la organización.
El modelo Nacional de evaluación de la gestión de calidad para instituciones educativas tiene 3 componentes: Liderazgo (orientación estratégica, compromiso y responsabilidad social), sistema de gestión (Planeamiento estratégico, enfoque en estudiantes interesados, información y comunicación, enfoque en el personal docente y no docente, gestión de los procesos educativos y de apoyo) o y resultados (resultados del desempeño de la institución).
Si los paises no otorgan rankings a sus organizaciones según sus tipos a nivel nacional, ¿por que el ranking de Universidades?
Ranking de Universidades
El concepto de “evaluación” referencia a una serie de aspectos formalmente metodológicos e históricamente situados – desde sus implicancias políticas en sentido amplio- con el que se pretende dar cuenta del diagnóstico en el que se encuentra la organización al momento de ser evaluada de acuerdo a un constructo de criterios, que en este caso particular de \»ranking\» referencia a un tipo de abordaje empresarial relacionado -como lo dicen algunos- con el \»éxito o el dinero o el mercado\».
Desde otra lectura, la evaluación podría constituirse en una herramienta que habilite la perfección de los instrumentos, políticas y formas de acción propuestas en las definiciones institucionales, siempre y cuando sea capaz de dar cuenta de la complejidad del objeto a evaluar.
Dado que esta situación no sería posible de asumirse sino solo a modo de holograma, entonces ese proceso solo estaría dando cuenta de pasos que habiliten instancias de conocimiento de la propia realidad en sí misma, en un determinado y puntual contexto. Es decir, lejos del ranking, podríamos dimensionar a la evaluación como un proceso interno por el cual se pretende conocer la realidad y construír criterios de calidad acordes a las definiciones propias en un contexto particular.
Los “rankings de Universidades” mencionados se establecen a partir de estándares a los que sería deseable llegar, sin embargo sería quizás una gran falacia pretender que un ranking –en este caso de Universidades- establezca a partir de las evaluaciones una relación directa con la “calidad” desde una pretensión de globalidad atribuida de manera general y lejos de las condiciones contextuales de referencia concreta.
Claro está que la tendencia de jerarquizar desde dimensiones que se pretendan objetivas, ha sido tal vez el mayor sueño antropólogico de la historia de la humanidad. No podemos evadirnos de ese tema y tal vez no sea necesario o no haya otra manera de encontrar razones a partir de las cuales seguir construyendo hacia delante. Mirar los “pisos de arriba” suele ser la mejor excusa para seguir subiendo.
Por suerte, en la Argentina, hay instancias de diferenciación de realidades que permiten entender que los diagnósticos de las evaluaciones pueden dar pistas situadas de cómo alcanzar la calidad desde el acompañamiento de políticas públicas que no pierdan de vista la mejora de las condiciones históricamente situadas tanto en las necesidades como en las posibilidades.
compartiendo reflexiones
Interesante y controversial el tema de discusión planteada, toda vez que involucra la dimensión de evaluación, dimensión sensible si la hay tanto para las personas, como para las instituciones. Claramente, existe una actitud defensiva, a la cultura de la evaluación, casi de rechazo, comparto en este sentido la explicitación de Aguillo en cuanto a que resulta una actitud a superar, fundamentalmente si acordamos con los lineamientos explicitados por los autores Belloni, de Magalhaes y Costa de Sousa en “Metodología de Evaluación en políticas públicas” que considera a la evaluación de políticas públicas como “uno de los instrumentos de perfeccionamiento de la gestión de Estado que derivan en el desarrollo de acciones eficientes y eficaces de cara a las necesidades de la población “. Estamos hablando entonces de un proceso de evaluación que comprenda todas las dimensiones de la actividad, hecho o cosa evaluada, que permita comprender de manera contextualizada todas sus dimensiones e implicaciones, con la mirada puesta en su perfeccionamiento. En este sentido, continuando con los lineamientos de estos autores , consideramos la evaluación como proceso que permite comprender de forma contextualizada, enraizada social e históricamente en un contexto socio-político-económico del objeto evaluado, este énfasis en la comprensión contextualizada requiere el involucramiento de todos los sujetos significativos al objeto o política evaluada, los resultados serán entonces relevantes para todos los sectores sociales involucrados..
Esto implica transcender una visión diagnóstica, de una comparación entre metas y resultados, o el establecimiento de rankings. En este punto, no puedo menos que acordar con la postura del Prof. Pérez Rasetti en cuanto a los rankings como listas ordenadas jerárquicamente, en gran medida construidas por el poder del marketing, donde el orden es el resultado de la ponderación de ciertos indicadores que implican una concepción de calidad, calidad que , tal como lo postula Perez Rasetti vamos a encontrar si la construimos previamente. Enfatiza el mismo autor que la calidad, tal como lo han compartido otros foristas no está en las cosas sino en la mirada del sujeto, si mantenemos la mirada atenta sobre los conceptos de calidad y los sistemas de evaluación de la calidad, sin olvidarnos de contemplar todos los aspectos sociales y políticos involucrados, sabremos cómo leer los rankings de universidades que sospechosamente, tras su apariencia amigable sencilla y elegante confirma lo que el público espera y quiere escuchar sobre las más consagradas, imponiendo sus preferencias como de calidad absoluta.
Entre ranking y evaluación. Reflexiones
De la lectura de los materiales a favor o en contra de los ranking y los aportes críticos precedentes sigue dando vueltas en mi pensamiento el sentido de la instalación de ranking porque basicamente me oriento a los procesos de autoevaluación y de evaluación institucional a los que considero más amplios.
Si tomamos parte de la idea que establece Gustavo Grima precedentemente parecería oportuno pensar que la necesidad del ranking se vincula a la elección de productos a partir de una mirada social dominante. Quizá ese tipo de variables pueda incidir en el aumento (o no – de acuerdo a la posición en el ranking) para aumentar la matrícula. En sociedades que ponen el acento en la medida como \»significado de calidad\» puede llegar a ser importante. Por mi parte acuerdo con la expresión que sostiene Perez Rasetti en cuanto a la calidad como cosntructo, no como algo que pueda encontrarse en la naturaleza. Los constructos tienen siempre una dirección y un sentido que recuperan a partir de un para qué?. Ranking es sinónimo de calidad? o es más bien una medida que determina cietos atributos altamente ponderados desde posiciones subjetivas o construídas politicamente en dirección a sostener determinados parámetros.
Más que en ranking, al momento – aún no me he convencido de otra cuestión – rescato el valor de los procesos al interior de las instituciones, es decir: los procesos de autoevaluación institucional que permiten, si la tarea se encara seriamente, advertir las cuestiones a mejorar e identifica los logros que hay que sostener y proyectar. Estos procesos, complementados con miradas externas que siempre otorgan una cuota de \»objetividad\» (si cabe usar este término con el cuidado necesario que no le otorgue una connotación cuasi positivista) que pronueve la nueva mirada institucional. Por ello retomo el aporte de Saul en \»Metodología de Evaluación en políticas Públicas\» que rescata \»el contexto desde el que se evalúa\». Cada universidad se instala no sólo en una complejidad de actividades a partir de la diversidad de ofertas. Lo hace también, al menos en nuestro país, pero es aceptable pensar que también pasa en el mundo, en contextos muy diferentes y en una multitud de variables a considerar. La sólo idea de pensar en ranking me lleva inmediatamente a una imagen: la de medición. Me pregunto ¿es posible asegurar conidiciones igualitarias para determinar una medida cuando los contextos son diferentes?.
Sigo leyendo los aportes…. Cristina
Reflexiones
Los resultados de los ranking han abierto un espacio de discusión sobre los sistemas de clasificación que se utilizan para determinar el lugar social que ocupa una universidad determinada, estos se construyen con base a dos tipos de clasificaciones: la de las encuestas de opinión sobre grupos que son capaces de emitir puntos de vistas relevantes y la de los indicadores estructurales y de desempeño que se calculan a partir de un conjunto determinado de datos empíricos.
Y es en la selección de indicadores en donde se encuentran las mayores críticas por ejemplo se cuestiona la validez de las fuentes de información universitaria, haciendo hincapié en que no existen fuentes globales que reúna a las instituciones de educación superior que hay en el mundo, los datos que las universidades proporcionan con respecto a los artículos de investigación básica publicados, el sesgo geográfico y el hecho de que no tengan en cuenta el presupuesto, el personal, las inversiones privadas datos de que alguna manera inciden directamente en el concepto de calidad que se sitúa detrás de todas estas clasificaciones.
Socialmente el lugar que ocupa la institución clasificada provoca un impacto que condiciona de alguna manera la elección de los estudiantes; aunque las universidades reconocidas, no siempre gozan de la aceptación de todos los consumidores de estos servicios, en razón de la variedad y disímiles criterios que son utilizados para situarlas en los lugares que ocupan, aún así y en cierta forma se asocia el concepto de calidad con el lugar en el ranking, sin tener en cuenta que la calidad es una construcción de la razón, un sentido que se le encuentra a las entidades en la medida que previamente se determinen las relaciones que la determinan, en definitiva la calidad no está en las cosas sino en la mirada del sujeto que mira las cosas. Si tenemos en cuenta los aportes de Costa de Sousa, la evaluación institucional debe buscar una visión de la realidad que apoye procesos decisorios tolerando cuestionamientos y posibilitando la identificación del valor, se debe, entonces, trabajar sobre el sujeto que mira: qué debe mirar?
Por otra parte si bien el hecho de un ranking establezca determinados lugares sociales para una universidad provoca un impacto en sus consumidores , la evaluación de las universidades es válida y necesaria, un ranking elaborado a partir de una serie de indicadores que incluyan el contexto y la función social que cumple, la formación de recursos humanos y el impacto que provoca en esa sociedad, debería dar un lugar y un sentido de calidad distinto, ¿ la universidad es funcional para ese tipo de sociedad? Esta formando los recursos humanos necesarios?
Algunos autores sostienen que si lo que se quiere es aparecer entre los cien primeros puestos de los rankings internacionales, las políticas universitarias y estatales deberían potenciar la concentración de talentos, estimular la investigación para que tenga una buena conexión con su entorno económico y social y contar con una financiación adecuada, lo cual significaría transformar el sistema financiero y mejorar los mecanismos de gobierno, en el mejor de los casos, lo que no quita que mientras ese proceso se lleva a cabo cada universidad se destaque en un ámbito de conocimiento y sepa desarrollar sus potencialidades en un contexto social determinado.
Por último, la evaluación, según Belloni, debe promover una autoconciencia de la institución y garantizar la información necesaria para realizar la toma de decisiones. Políticamente, asumir la evaluación implica una decisión de la institución de tomar la capacidad de intervenir en el proceso de producción académica, como también proporcionar un espacio de participación responsable y consciente, en vista al perfeccionamiento cada vez mayor de las actividades de las universidades, los rankings pueden ser una herramienta válida para este tipo de evaluación trabajando para beneficiarnos de sus aspectos positivos y clarificar sus aspectos más discutibles, adaptándolos al contexto.-
pocas palabras
La evaluación es siempre un atributo del poder; quienes juegan con acceder o mantener ese poder no deben más que estudiar (o diseñar) las pautas evaluatorias y montarse sobre ellas. El desarrollo del conocimiento socialmente útil pasa a ser una externalidad del trabajo universitario
prof. Angel de Mendonça
Aporte
Acuerdo con Gabriela y Gustavo que los ranking son útiles, porque son considerados cuando se realiza la selección de un servicio. Considero al seleccionar un ámbito educativo se tiene en cuenta el nivel de enseñanza y el prestigio (histórico y académico), que en la actualidad son los indicadores más prácticos que los estudiantes tienen (emos).
Es necesaria, y coincido con el prof Perez Rasetti, cuando expresa que es posible ser la “mejor universidad de muchas maneras diferentes. En efecto, en nuestro país el prestigio de las universidades está establecido por la inserción laboral de los egresados, las publicaciones, la calidad de la investigación, la enseñanza, entre otras, sin tener en cuenta el deterioro provocado en distintos momentos históricos. En este punto coincido con Vanesa, la importancia de trabajar en los criterios que prevalecen para la evaluación, cómo se eligen y ponderan los indicadores. Agregaría quiénes establecen los mismo, desde que parámetros, desde qué necesidades institucionales y qué políticas públicas enmarcan los mismos.
ranking de Universidades
Leyendo los aportes me surge la siguiente inquietud: cómo se definen las \»mejores condiciones sociales\» para determinar los procesos tendientes a alcanzar la calidad necesaria en cada región donde se inserten las evaluaciones de las Universidades?. Pienso, por ejemplo, cómo conciliar efectivamente los diálogos entre las necesidades especificas de estas regiones con las dimensiones priorizadas de antemano como áreas de vacancia en donde se juegan no solo las políticas universitarias sino además se acompañan presupuestariamente los esquemas de mejoramiento?.
Por qué NO
Desde mi punto de vista, la consideración de la validez de los rankings se acerca más a la posición de Pérez Rasetti. Fundamentalmente en lo que se refiere al concepto de calidad que subyace a la confección de rankings. Si partimos de la idea de que la calidad no es algo dado, no es una condición ni cualidad de un objeto, no pertenece a la naturaleza de un objeto, en este caso, de un objeto evaluado, sino que es un constructo. Y en tanto constructo, es una creación mental, una unidad cognitiva de significado, de sentido. Por tanto, los sentidos que se le pueden adjudicar son diversos. Por otra parte, es necesario tener en cuenta que los rankings son un modo, un formato para comunicar evaluaciones, en este caso, de grupos de universidades. Y es allí donde creo que la validez de los rankings es relativa al propósito de quienes las producen y al uso que se hace de ellos. Que más bien, y en completa coincidencia con Rasetti, se vinculan con una cuestión de marketing.
Pero en tanto son un formato para comunicar posicionamientos de grupos de universidades en función a unos determinados parámetros, la información que ofrecen es una visión absolutamente parcial de las universidades incluidas en la muestra y escasamente sustantiva a la hora de pensar y formular estrategias de mejoramiento en la educación superior en el marco de las políticas públicas.
Reflexiones
Leyendo el escrito acerca del concepto de calidad, presentado en el Seminario Evaluación y Acreditación de Programas de Formación en la Modalidad No Presencial, y comprendiendo que su conceptualizacion, es un constructo, agrego que accionado es un acuerdo entre partes. Que consideran actuar y evaluar “algo”, según parámetros acordados y jerarquizados, teniendo en cuenta ciertos criterios o indicadores, que según lo evaluable (situación, accion o cosa de carácter individual o universal), seran mas o menos amplios.
Observando el ranking de las Universidades, salta a la vista que el ranking muestra en los primeros lugares a las Universidades que cumplen con criterios que puedan ser publicables y aplicables y que suponen excelencia (calidad?) en la formación.
Pero, si pienso en los criterios e indicadores en que se respaldan, podría decir que los mismos, no pecan de inocentes, en el acuerdo de estos, tienen mayor peso las situaciones de las Universidades de los países desarrollados o de los no desarrollados? En este sentido, cuales son los intereses reales, que llevan a considerar esos criterios o parámetros y no otros.
Los criterios básicos, están referidos al numero de publicaciones en revistas especializadas, en los premios obtenidos (muchas de las mejores rankeadas, cuentan con varios premios noveles), en la clasificación del alumnado.
Para cumplir básicamente con estos criterios, se cae de maduro que debería contarse con un buen respaldo económico, que sostenga gran cantidad de docentes, muchos dedicados más (o solo) a la investigación, a la generación de artículos, escritos, textos, insumos para la investigación, todo el capital que demanda esta actividad, por ejemplo, no todas las universidades latinoamericanas lo poseen.
Pero, porque no pensar en que posibilidades de rankearse poseen las Universidades Latinoamericanas y considerar otros criterios, como los mencionados en el texto de BELLONI, que nos lleven a evaluar en que grado la Universidad responde a las demandas del contexto, es capaz de planificar, elevar proyectos, que logren articularse con políticas sociales, que tiendan a mejorar la calidad de vida, la inserción o re-inserción de las personas a su contexto laboral. NO solo a sus graduados, sino pensando en la educación como un bien social y hacerlo extensivo a toda la población.
Bien, bajo estos criterios, seguramente, el ranking, estaría liderado por otras Universidades y no por las que hoy aparecen primeras en el ranking.
Por lo tanto el éxito de una Universidad, al evaluarla, pasaría por una competencia limpia, que priorizaria una formación basada en principios básicamente, pensada en la libertad responsable, en el derecho, en la critica, en la justicia, en el desarrollo individual y social, desde un punto de vista, científico, técnico, profesional, económico, al alcance de muchos y no de unos pocos.
Estoy de acuerdo
Debemos reconocer que en general existe un \»rechazo a la cultura de evaluación\» (Aguillo) ya que se la asocia al control y no como un instrumento de gestión para la mejora institucional.
No conozco el caso de otros pises, pero no me sorprende lo que pasó en Alemania y probablemente en otros países.
La calidad debería ser expresada en términos de cada Universidad o, mejor dicho, Unidad Acadñemica (Facultad, Escuela o Instituto), de modo tal que los aspirantes conozcan los indicadores que se propuso el equipo directivo como en el caso de La Universidad de Minnesota que \»elaboró su propio modelo de calidad y lo inscribió, en términos de objetivos en su Plan Estratégico (Universidad 2000)\» (Pérez Rasetti).
Aclaro que en el campo de la Educación (soy Profesor de Ciencias de la Educación) hubo un artículo que revolucionó el ámbito del Currículum, fue un artículo y no un libro.
Otros indicadores posibles
Si, son solo un indicador, pero también se podrían valorar otros aspectos como:
* cantdad y calidad de actividades de extensión (o articulación con la sociedad)
* cantidad de becados
* voluntariado estudiantil y docente;
pero claro, esto no sería funcional al sistema capitalista pero estaría más inclinado a Políticas de inclusión progresiva.
Ranking, márketing e información resumida
Estoy de acuerdo con evaluaciones, mejor dicho con autoevaluaciones.
Es obvio que los rankings son sólo un medio para jerarquizar dicha universidad y captar más estudiantes o inversiones, pero todo esto debe ser entendido en el marco de la sociedad de la información, en donde todos sabemos de todo pero de modo muy acotado, esto explicaría el éxito de los \»TOP five\» ya que presentan la información \»resumida\» como dice Rogelio Bereda.
Educación Superior Latinoamericana
También estoy a favor del UEALC 6X4 y la IESALC: Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe de la UNESCO
Utilidad de los rankings
Estoy de acuerdo con los comentarios de Gabriela, Graciela y Gustavo sobre que el ranking es útil, ya que ofrece una guía a los estudiantes y un informe sencillo sobre la situación de las universidades. Para que el informe sea confiable, los criterios de evaluación utilizados deben ser aceptados por todas las universidades, si una de ellas determina que se podrían agregar otros criterios, se debería analizar está opción e incluirlos en la evaluación, obteniendo así mayor calidad en los resultados.
Saludos
Diana
Reflexiones sobre los criterios
El concepto de calidad no es un concepto preciso ya que se trata de una apreciación subjetiva, relativa y que varía a través del tiempo. Está relacionada a parámetros ideológicos, económicos y tiempo histórico, etc. lo que hace que sea tan difícil medir, ponderar y estandarizar.
La pertinencia y la calidad, junto a la internacionalización, representan para la UNESCO, los tres aspectos claves que determinan la posición estratégica de la educación universitaria. Estos aspectos, hacen difícil definir indicadores de calidad que representen a todas las universidades, dado que éstas se encuentran en distintas realidades sociales y responden a las políticas educativas centradas en ideologías de turno.
El ranking (Shangai) que pone énfasis en los indicadores de investigación, y que mide la cantidad de premios Nobel en graduados y docentes, las citas de sus investigadores, las publicaciones incluidas en índices internacionales y en revistas científicas, a mi parecer aumenta la creencia popular de que los docentes investigadores están cada vez más alejados de las necesidades de la sociedad. Estos parámetros aumentan sólo el ego de un grupo “elite” de investigadores y de las instituciones a las que pertenecen, que se ocupan más por la producción en investigación científica que en la practica docente, (convirtiéndose en cátedras expulsivas y universidades poco inclusivas) o de la extensión y transferencia directa al medio que las contiene.
Los indicadores determinados por la Universidad de Minnesota que se basa en los insumos (características de los alumnos ingresantes y financiamiento) también se alejan de nuestra realidad. En una provincia donde el 50% de los alumnos repite y no egresa de la escuela POLIMODAL, es difícil pensar en altas calificaciones y porcentajes de graduación y baja deserción en el primer año de estudios, etc.
Los ejemplos citados en los textos me hacen pensar que la calidad tiene que estar fundamentalmente relacionada con la pertinencia al entorno social y el impacto que produce en la región. Si es hay que rendir cuenta al estado de las actividades que las universidades llevan adelante se deberían definir indicadores regionales que permitan agrupar realidades similares. Nos llevaría a discutir los criterios para delimitar las regiones… económicas, políticas, naturales….
Una de las cuestiones que me quedó dando vuelta en la cabeza, es esto de que el ranking sirve para mejorar y movilizar a las instituciones que menciona L Sierpe.
Sin embargo, en las evaluaciones que se le realizan a los docentes investigadores no siempre existe una devolución y por lo general desde la institución no hay una instancia de planificar acciones para corregir errores. Por ejemplo, cuando somos evaluados por un tribunal en los concursos públicos de antecedentes y oposición, el jurado redacta un acta donde define los criterios que fueron valorados. En la categorización como investigadores, los indicadores que se miden están estandarizados y a veces no respetan las disciplinas científicas. La devolución suele ser una planilla de puntaje alcanzado y nunca existe la instancia donde la institución guíe o convoque a los grupos de investigación estables a trabajar en pos de alcanzar categorías superiores.
A mi criterio la reacción (no siempre correcta) depende de los grupos de trabajo y no de la institución.
marketing pretencioso
Al igual que algunos de mis compañeros, considero que la confección de rankings no es útil.
Más bien me parece un cúmulo de buenas intenciones en las que se las pretende expresar mediante una categorización, las distintas bondades y virtudes de diferentes instituciones, según diferentes criterios o indicadores, los cuales no han sido consensuados por todas las partes interesadas en participar de estos rankings.
Pero qué es lo que hace que la educación adquirida en una institución u otra sea de excelencia? Simplemente me parece que va a depender de la voluntad de sus estudiantes. Si bien al ingreso, muchas de estas instituciones solicitan como requisito una trayectoria académica casi impecable, nada asegura que estos mismos estudiantes no sean los que caigan en la mediocridad.
Pueden ser tan buenos los planes de estudios de unas u otras instituciones. Si es cierto que de una institución a otra varían las posibilidades y recursos con que se cuentan y esto tiene mucho que ver con cuestiones presupuestarias, y, pegado a esto obviamente el prestigio de las Instituciones.
Pero en definitiva la calidad del egresado no va a estar dada solo por el bagaje de conocimientos que pudo adquirir mientras pasó por la institución sin también va a depender de las experiencias y posibilidades que cada uso se sepa forjar.
Después de todo, “la calidad no está en las cosas sino en la mirada del sujeto”. Quién puede decir que un ingeniero es mejor que otro por el mero hecho de haber egresado de una universidad de cierto prestigio y reconocimiento.
Hay oferta de instituciones para todo tipo de gustos y demanda, como da a entender el artículo son mucho más honestos los rankings de Princeton, “porque éstos permiten que cada interesado realice su propia ponderación según la importancia que quiera darle a cada uno de los distintos criterios…”, gustos, necesidades, o situaciones particulares por las que esté pasando el ingresante.
La oferta y variedad va a seguir siendo grande y esto favorecerá para que cada institución siga mejorando para mantener un nivel y mejorar en cuanto a competitividad y demanda.
Rankings de universidades, a favor y en contra
Si bien las posturas a favor y en contra tienen firmes argumentaciones, no debemos perder de vista que tanto la elaboración de estos ordenamientos impacta fuertemente en la imágen de las universidades o centros educativos, ya que todos tenemos una cierta y legítima decisión por contar con \»lo mejor\», \»lo de mayor calidad\», el marketing al que se refiere el profesor Pérez Rassetti,( el marketing es un eficaz e incansable constructor de sistemas
de evaluación, y prefiere los rankings), hace que los consumidores optemos por una u otra Universidad, teniendo en cuenta estos listados.
Evidentemente no hacemos ningún cuestionamiento como onsumidores sobre los criterios ni los indicadores que hacen a la confección de estos rankings.
Cuando Isisdro Aguillo expresa que \»Los rankings están para quedarse. Utilizados correctamente con otras
herramientas, pueden satisfacer las necesidades de amplios y variados colectivos
(gestores, investigadores, profesores, estudiantes) y están llamados a cumplir una
importante misión en los próximos años\», me quiero detener un poco en esto de \»importante misión\», si tenemos en cuenta que estos ordenamientos no pasan desapercibidos al momento de la distribución de los fondos y recursos para los centros educativos por parte del estado en caso de univesidades del mismo país, (la financiación de estos docentes e investigadores es
fundamentalmente pública y debe estar sujeta necesariamente al control
democrático de los contribuyentes y a la guía y seguimiento de los responsables de
las políticas científicas),quiero decir con esto que la transparencia y la rigurosidad de la que se habla en la confección de estas listas, no están excentas de la \»duda razonable\» , ni de la intencionalidad o no de su elaboración. Coincido con que los rankings van a seguir existiendo, pero considero que debemos contar con las herramientas que nos permitan analizarlos y conocer las variables y los indicadores, (que sean los suficientes), que garanticen su transparencia, fiabilidad y legitimidad.
sobre la calidad
Esta discusión me lleva a coincidir con la postura de Pérez Rasetti, cuando dice “¡Epa!, ¡Pero Ud. quiere una universidad que forme excelentes personas, no excelentes médicos!”, establece la necesidad de ampliar la cantidad de indicadores a tener en cuenta en la elaboración de estos rankings, es decir que posiblemente esto no varíe la ubicación de las Top, pero seguramente el grado de fiabilidad sea realmente incuestionable.
en el ejemplo que plantea se reflejan muchos interrogantes sobre que es lo que determina la \»calidad\», como en este caso de los egresados de la carrera de medicina. Posiblemente no ingresen a la Elite de Premio Nobel, o se obtengan medallas, pero si es muy probable que salven vidas. La relatividad de los procesos y métodos empleados, si bien se hablan de aplicación de método científico para su confección, por lo menos debe ser transparente y confiable.
la arbitrariedad de los rankings
Sumando mi aporte al debate debo reconocer que los rankings de universidades (como de cualquier otra cosa), no me resultan objetivos puesto que recortan la realidad según los estándares que les resultan más convenientes. Es evidente que con los estándares que cita Agullo poca suerte tendrían las universidades nacionales, sobre todo las chicas y/o nuevas.
Por otro lado, si tomamos el dato que presenta Pérez Rasetti cuando menciona la publicación de rankings de The Princeton Review, es más que evidente que estos sirven (o mejor dicho son utilizados) para decir lo que algunos quieren escuchar…y aquí acuerdo con Mirian V. cuando dice: “Estos parámetros aumentan sólo el ego de un grupo “elite” de investigadores y de las instituciones a las que pertenecen”, es decir los rankings son sumamente arbitrarios.
Considero, como dijo Patricia B. en el foro, que es una cuestión de marketing… que fomenta solapadamente la “mejor educación” para una elite…cuántos de nosotros o de nuestros estudiantes podrían acceder a Yale o Harvard?… no creo que sea solo una cuestión de acceso al conocimiento sino a un espacio de poder.
HARVARD, LA MEJOR UNIVERSIDAD DEL MUNDO SEGÚN ARWU
Por octavo año consecutivo, Harvard es la mejor universidad del mundo, siempre según la edición 2010 del Ranking Académico de Universidades del Mundo (ARWU) que publica el Centro de Universidades de Calidad Mundial de la Universidad Jiao Tong de Shanghái.
Más información en:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1295775
Porque no
Cuando debatimos alrededor del concepto “Calidad”, necesariamente a mí, me retrotrae la idea de defender la educación como un “derecho social”, o para algunos como un “bien público” en lugar de “bien privado” que propende a la mercantilización de la educación, y en nuestro caso a la educación superior universitaria. No estamos ajenos a la discusiones que se propone en relación al termino de “calidad”, donde vemos a la nueva derecha que propone concepciones que giran alrededor de “calidad total”, y otras derivaciones del movimiento de la nueva gestión de lo público, donde aparecen los términos como cliente, la educación como bien privado, Universidades que tomen decisiones en torno al libre mercado, los “Criterios de Medición”, son posturas que a mi entender, están sustentados en valores como selección y exclusión. No obstante, “sectores de la izquierda socialdemócrata” (Giddens, 1999), apuestan a una ideología de un neoliberalismo mitigado, afianzando por la descentralización, autonomía, variedad de oferta de proyectos propios, evaluación de las instituciones educativas con valor añadido de los procesos y resultados.
Entendemos esas elaboradas argumentaciones explicita e implícita en atribuir la mala calidad a una inadecuada fiscalización y deficiente sistema de control. Es una afectación generalizada en la lógica de gestión, “la inversión como gasto” totalmente a “la lógica de inversión social” que debe impregnar la educación. Por supuesto, esta demás decir, no siempre la calidad de un modelo universitario estaría garantizada por la prioridad del derecho a la educación, y por su proyecto universitario que sustente.
En los finales de los 90 Juan Carlos Pugliese decía que la calidad constituye una dimensión incorporada a la agenda universitaria argentina junto con el cambio del paradigma productivo que deviene de la revolución científico tecnológico. Y comentaba que la calidad universitaria, según a la bibliografía existente podía haber variados enfoques. De nuestra parte, podemos acordar con Perez Rassetti (2010), que la calidad no existe . En tanto, en el documento llamado “Evaluación y acreditación de Programas de formación en la modalidad no presencial” Pérez Rasetti (2010), cuando nos introduce al “concepto de calidad”, ejemplificando la existencias de diferentes criterios en la acepción del concepto. Si realizamos un ejercicio de enumerar los posibles abordajes, decimos que existe un enfoque desde una “La mirada escéptica”, donde esta orientación simplemente dice que la calidad universitaria o educativa no puede ser definida ni medida, porque las actividades en las universidades son demasiado complejas. Un segunda perspectiva, está determinado por el dimensión del “prestigio”, es decir que la calidad se establece con base en la selectividad de alumnos de primer ingreso, en alta dimensión de la matricula y en una considerable planta de docente. Un tercer punto de vista, está centrado su análisis en las ponderaciones de recursos, suponiendo que a mayores y mejores recursos materiales, financieros y humanos, garantizan aprendizaje, extensión y la investigación. Aquí la calidad está identificada medios con fines. Sus ítems en la grilla de evaluación de calidad son: Docente con doctorado, publicaciones, gastos por estudiantes disponibilidad monetaria asignada a investigación, pago a docente, ratio docente y alumnos. También están aquellos que abordan la concepción de la calidad, en la dimensión de los resultados, es decir que la calidad no reside en su reputación ni en sus recursos, sino en sus productos, por ejemplo como indicadores que muestren relación de egresados, becas de posgrado, índice de deserción, remuneraciones de los egresados. Otros deciden medir la calidad según el valor agregado, y sostienen que la calidad debe ser entendida como efecto en el cambio de sus actitudes, habilidades de razonamientos y conceptos comprendidos. Por otra parte, otra visión entiende que se deben observar y ponderar las actividades que impliquen el manejo de los recursos de profesores, estudiantes e investigadores. De nuestra parte, decimos que son el proyecto universitario, educativo y su contextualización, los que definen el diseño de la evaluación. Diseñar la evaluación consiste en desarrollar una empresa creativa, no un proceso rutinario. Evaluar un proyecto universitario desde esta perspectiva es construir un objeto, independiente del evaluador, pero hecho a través de su práctica reflexiva.
Nos seguimos leyendo…
El concepto de calidad en contexto de la Argentina
El concepto de la calidad, en contexto de la Argentina. Parafraseando a Díaz Barriga, que dice que “la calidad de la educación es una expresión que cubre dos finalidades dentro de la política educativa. Una, oculta y desplaza los problemas centrales de la educación, por ejemplo la financiación de la educación, a problemas de eficacia y eficiencia del propio sistema educativo. La segunda, es que individualiza los problemas de educación, haciendo responsables al profesorado, o al funcionamiento y organización de los propios centros”(Díaz Barriga, A. 1991:55) .
Si realizamos un breve racconto de las narrativas discursivas de las estrategias políticas neoliberales en contexto universitario argentino; veremos que todas las reformas educativas aparecen como regulaciones sociales. Como sostiene Maclaren (2007:256) , Popkewitz (1990), “la reforma educativa es una propuesta de cambio en las pautas de regulación social para la adaptación a la demanda que formula el modelo” . Desde esta perspectiva, es posible afirmar que el sistema educativo es un espacio privilegiado para la formación de las subjetividades que contribuyan a consolidar y desarrollar el modelo neoliberal. Este modelo demanda sujetos eficientes, competitivos, individualistas y apolíticos. Para conformar estas subjetividades, fue necesario introducir cambios en las leyes que regulan el sistema educativo, en la organización de las instituciones, en las prácticas institucionales, en los sistemas de evaluación, entre otros cambios. Por eso, el Partido Justicialista, con el menemismo promovió la reforma del sistema educativo mediante la sanción de tres leyes fundamentales: la Ley de Transferencia de los Servicios Educativos N 24.049 de 1991; la Ley Federal de Educación (LFE) N 24.195 de 1993 y la Ley de Educación Superior (LES) N 24.521 de 1995, que se convirtió en el marco regulatorio de las universidades públicas, privadas y de los institutos de educación superior no universitarios. Con el Kirchnerismo, reformulo y profundizo en una segunda etapa la orientación política hacia la educación mercantilizada.
La Ley de Educación Superior avanzo hacia objetivos propuestos, principalmente a través de los siguientes mecanismos: 1) Reorientación de la matrícula hacia la educación superior no universitaria, para lo cual se propone su jerarquización mediante la articulación con las universidades. Además, por primera vez, dicha modalidad de enseñanza es incluida en la misma ley que las universidades; 2) Equiparación formal de las universidades privadas a las estatales, adquiriendo las primeras el mismo status que las últimas, a pesar de no contemplar la dimensión de formación democrática de los estudiantes, mediante el ejercicio de la ciudadanía universitaria, y de tener fines de lucro muchas de ellas; 3) Modificación de la estructura de gestión de las universidades nacionales, convirtiendo a los Consejos Superiores, a los Consejos de Unidad, como escribanía como organismos que sólo deben fijar normas generales, y otorgamiento de las funciones ejecutivas a los Rectores y Decanos. De esta forma se aproxima las Universidades Nacionales al estilo de gestión de las privadas; 4) Autorización a las universidades para fijar aranceles a carreras de grado y en los posgrado, como fuentes alternativas de financiamientos; 5) Limitación de la participación estudiantil en los órganos de cogobierno, en cuanto a porcentajes de representantes, como en cuanto a los requisitos que deben reunir los mismos; 6) Establecimiento de un sistema nacional de evaluación y acreditación, a través de un organismo (CONEAU) en el que los representantes de las universidades están en minoría; 7) Ausencia de un plan concreto de financiamiento. En la aprobación de la Ley de Educación Superior se puede constatar la presencia neta de un mecanismo de conflicto, en el cual el gobierno impone al sistema universitario una política contraria a su opinión mayoritaria, sin que se llegue a un punto de equilibrio o consenso. Consumado el hecho, salvo algunos casos de resistencia, las universidades se abocaron a la adecuación de sus estatutos a la nueva Ley, lo cual marcó un punto de inflexión en la resistencia estudiantil al modelo universitario, que se redujo a la movilización de sectores minoritarios, desapareciendo casi los ejes de unidad con la agremiación docente universitaria.
La universidad fue una de las instituciones afectadas en este proceso de regulación social, denominado reforma educativa, porque constituye un espacio clave de socialización para la sociedad de mercado. En este proceso, se apeló a distintas tecnologías morales, en el sentido que Foucault le ha atribuido a este concepto: “dispositivos de gobierno y autogobierno, de control y autocontrol, de regulación y autorregulación, encarnan relaciones particulares, corporifica relaciones específicas de poder. De allí que están lejos de ser unas técnicas inocentes y neutras”. En este sentido, podrían definirse como ‘tecnologías morales’ los siguientes elementos constitutivos de dicho proceso: LFE, LES, Ley de Presupuesto, Programa de Incentivo al Docente Investigador, Evaluación Externa de las Universidades, Política de Articulación de los dos Sectores de la Educación Superior, entre otras.
Nos seguimos leyendo…
Más dudas que respuestas….
Mi posición puede ser confusa y parecer ambigua, pero es que estoy de acuerdo con las dos posturas. Por un lado, entiendo que los ránkings son necesarios y es imposible tratar de evitarlos si no estamos de acuerdo. Pero también depende de las necesidades que quiera cubrir el estudiante que esté en búsqueda de una universidad para seguir sus estudios superiores, y que acude a uno de estos ránkings para encontrarla (suponiendo que el objetivo de las instituciones que participan en estas mediciones sea “capturar” estudiantes). Por ejemplo, un estudiante de nuestro país, y particularmente, de nuestra región, va a agregar otros indicadores a los planteados, dados por su propio contexto socio-cultural-económico. Va a evaluar, además, si por ejemplo posee un sistema de becas, las medidas tomadas para evitar la deserción estudiantil, la cercanía geográfica con su domicilio, y hasta las instalaciones edilicias de los dormitorios, como menciona Pérez Rasetti citando el ránking de The Princeton Review.
La calidad, entonces, de las universidades, evaluada según estos ránkings, ¿son útiles para el ciudadano común que desea elegir dónde seguir sus estudios superiores? ¿se basa sólo en ellos para dicha elección?. No creo que sea así, por lo tanto, no creo que haya que preocuparse tanto por la influencia de los mismos.
Por otro lado, ¿es el objetivo último de las instituciones participantes, hacer propaganda para atraer estudiantes o sólo es una cuestión de “prestigio” ante la sociedad?, y si fuera este último, ¿cuál es el fin de “tener prestigio”?. No sé, y agregué más dudas que respuestas a mi confusión general. En fin….
Calidad de las instituciones
En cuanto a la calidad, considero que es dificil definir y determinar criterios comunes a todas las instituciones. Hay aspectos que pueden ser relevantes para algunos países y no para otros. Me parece importante cuando se señala que la calidad se construye previamente. Ahora bien, en la evaluación de la calidad, que importancia se le da a este proceso de construcción. Por lo que leo en este artículo, lo ejemplos apuntan a determinar un ranking a partir de productos. Perdiendo sentido el concepto de calidad que expresa el Prof. Perez Rasetti, la calidad que vamos a encontrar es la que hayamos construido previamente. Por otra parte, es importante la utilizacion de diferentes instrumentos que nos permitan tener una mirada global de la institucion en los cuales el contexto en el que se desenvuelve esa institución también debe ser analizado.
Creo que la calidad, además de construirse previamente, la debemos analizar desde la formación profesional que continúan desempeñando los egresados. En este punto, considero dificil de poder realizar el seguimiento de esos desarrollos.
Realemente, coincido con Sandra. Es dificil señalar si uno está a favor o en contra de los rankings. Insisto en que es necesaria la evaluación pero es importante señalar los indicadores para establecer la calidad a partir de mirar el proceso de construcción de esa calidad y no quedarnos con productos.
A esta altura es difícil no repetir lo que ya se ha dicho, pero espero sumar con mi aporte.
Acuerdo con Esteban Córdoba, en lo que refiere a que “la calidad debería ser expresada en términos de cada Universidad … de modo tal que los aspirantes conozcan los indicadores que se propuso el equipo directivo”. Es muy difícil comparar instituciones que se insertan en contextos tan diferentes utilizando un grupo de indicadores insuficientes porque no están ligados con la diversidad que presentan los ámbitos de inserción de cada una para luego ser volcados en un ranking que no expone esa diversidad.
Sí son sumamente necesarios los procesos de autoevaluación en los que las Instituciones educativas pueden ponderar en qué medida han cumplido sus objetivos y a partir de allí reorientar sus políticas.
Gabriela y Gustavo plantean que los rankings son útiles en cuanto a la selección de productos. Y en esto creo que es así. Particularmente creo que estos rankings le sirven sobre todo a las Universidades mejor rankeadas, que saben que el permanecer en esos primeros lugares incrementará su prestigio y motivará la atracción de alumnos, docentes y fondos privados o públicos.
Coincido con Gabriela en que no pueden ser la única fuente de información para la toma de decisiones. En un ejemplo sencillo, un aspirante y su grupo familiar, a la hora de seleccionar una institución educativa quizás encuentren en el ranking una fuente de información creíble, pero al realizar la elección final seguramente entrarán en juego otras consideraciones (sobre todo si hablamos de los países en desarrollo).
Medir inevitable
Partiendo de que un ranking es parafraseando a (Pérez Rasetti)\»es una lista ordenada jerárquicamente, en la cual el orden es el resultado de una operación de evaluación efectuada de acuerdo a un modelo teórico compuesto por una serie o batería de indicadores y su ponderación\» Si se habla de evaluación de \»algo\» llamese calidad, impacto, desempeño etc. sumamente subjetivo que si NO se mide no se sabe que existe. El caso de las universidades mexicanas es que esta evalución y condensación se hace atendiendo indicadores que les lleva a fondear su actividad y como la inversión es poca, pues la lucha no es justa \»donde he escuchado esto\», llama mi atención el comentario acerca de \»que no ayudan los rankings a saber en qué medida está siendo de utilidad para su pueblo\» y por supuesto que NO ya que eso lo evaluaría el pueblo (criterios o indicadores, evaluaciones locales), más bien las condensaciones jeraquizadas deben ser atendidas en función a lo que miden o evalúan, caso de Ranking Web la presencia universitaria en la Web ya así con los demás. Agradezco este foro y la gran participación ya que es sustrato de mi tesis.
Saludos a todos
por què no!
Creo que con los rankings,nos estamos dejando llevar por el \»impacto irrefutable\» que parecen dar los nùmeros; pero alguien se pusO a pensar ¿por què hay escasa participacion es ellos de instituciones latinoamericanas? A priori alguien podria decir que hay escasa calidad educativa, pero la calidad que busca o tiene que buscar una institucion latinoamericana es muy distinta a la de los paises desarrollados. A los que vivimos de este lado del mundo nos tienen que preocupar cosas mucho mas importantes que cantidad de premios ganados o publicaciones realizadas. Hay cuestiones sociales muy importantes que todavia tenemos que resolver y la educaion es un instrumento fundamental para lograrlo.¿Còmo es posible medir cuestiones sociales?
Parafraseando a Ernesto Villanueva ( experto en educación superior y miembro de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau)) en una nota del diario Nacion 2008 (argentina) \»los rankings tienen un problema metodologico: còmo cuantificar variables cualitativas\».
Por eso descreo en los rankings, ya que no hacen un aporte sustancial para mejorar la calidad educativa y la calidad se tiene que basar en la realidad social de la region a la que pertenece cada institucion.
una justa comparacion
me parece correcto que se realice una medicion o ranking, el problema radica en la equidad y el equilibrio de la medicion con el fin de lograr el resultado mas justo posible
Por supuesto que no está nada mal medir algo tan importante como la calidad educativa. Pero depende mucho de quienes la miden, de que modo, en que momento y por supuesto en que contexto.
En ese sentido creo que los rankings nos pueden dar solo algunos datos relevantes para conocer determinadas cualidades de una institución.
A mi entender, la calidad deberá contener un fuerte compromiso social que garantice el bienestar colectivo, pertinencia y equidad.
Tal vez seria interesante debatir sobre estas cuestiones; sobre los criterios de evaluación; la metodología.. etc.
Verónica
La calidad de los rankings
Luego de la lectura me queda una inquietud acerca de qué tienen de discutible los rankings, más alla de los resultados que seguramente serán objetables en diferentes magnitudes (incluida la de valor cero) de acuerdo a como afecten a los intereses o sensibilidades de quien los analiza, tal vez por la proximidad o pertenecia a las instituciones incluidas -o excluidas- en él.
Parece ser que lo que se presenta como tema de discusión es la calidad de los rankings -nada mas y nada menos- que pretenden cuantificar y ordenar las instituciones por su calidad. Entonces tal vez se deba atender para su construcción a esos pilares sobre los que se erige la noción de calidad, no como antecedentes pero si como correlato, que involucran la pertinencia -ponderada como de alta incidencia seguramente- la equidad y la representatividad con participación de los actores en la decisión de sus componentes.
Se me ocurre que un instrumento que tenga como fin determinar la calidad de las universidades, debe contar con la aceptación universal de que posee la calidad requerida para cumplir su misión y validar sus resultados.
rankings y algo más…
Considero que para comparar universidades en distintos puntos del mundo un ranking puede ayudar por lo menos a ponderar los aspectos cuantificables.
Pero, ¿cómo se podría \»adjuntar\» a éste aspectos fundamentales que también hacen a la calidad como la pertinencia de la institución?
Desde mi punto de vista el ranking puede colaborar para generar un efecto positivo en el marketing de una universidad pero, ¿cómo medir el aporte que dicha institución hace a la sociedad en la cuás se inserta? ¿cuál es el perfil del egresado?
Quizá midiendo estos aspectos sería muy distinto el orden arrojado por este ranking (o no!)
por que no 2
Los rankings hacen que quizás por intereses (no solo educativos) algunas universidades quieran estar en los primeros lugares para obtener ciertos beneficios (económicos sobre todo) dejando de la temas menos interesantes o de reconocimiento.
Que sucede cuando una univ. se ocupa de estudiar la pobreza en un lugar alejado de los centros urbanos y desarrolla un suplemento dietario regional, o realizar asistencia y contención social a grupos que lo necesitan???
Esto seguro no va a salir en la tapa de ningún diario y dificilmente prospere en los indices de investigaciones mas leídas, sobre todo porque los pobres… no tienen nada \»intere$ante\» para dar
Rankings de Universidades… algunos interrogantes
Considero que el ranking es útil para quienes lo producen en mayor o menor medida y otras veces para quienes lo difunden.
Tengo dudas si es productivo para el crecimiento y maduración de la universidad y si es compatible el resultado que arroja ranking con la realidad universitaria que se esta analizando.
A su vez considero que un ranking para ser algo objetivo como mínimo debe contemplar variables cualitativas y cuantitativas.
Pienso que es probable que el problema radique en la construcción previa de ese ranking; ¿por qué, par qué se produce y como se mediatiza el mismo en la sociedad? Por último pregunto ¿Qué decisiones se pueden llegar a tomar según sea la lectura y comprensión del mismo por parte de los distintos actores sociales?
Ranking de universidades
La problemática de los rankings presenta tantos aspectos, que aprovechando el ordenamiento de las críticas con sus respuestas por I. Aguillo podría empezarse el debate con un recorrido por allí:
• “El ranking es unidimensional…., cuando es obvio que ha de complementarse con otras técnicas tanto cuantitativas como cualitativas.”
Adhiero a la obviedad, pero parte de la aparición de este debate se debe a que este tipo de informaciones se presentan en forma muy habitual como, “única cifra” cercenando su contexto y metodología. De la misma manera que los rankings cercenan el contexto tanto de lo estudiado, como el del que lo estudia, para poder ofrecer dicha única cifra, la que sin sus entornos, conexiones inferencias, etc., no dice mucho en realidad, (aunque tranquiliza porque el dato-información se disimula como conocimiento, y este todavía está lejos del saber), pero si la observamos con todos aquellos, ya no datos, sino conocimientos, la desvaloriza al mostrar la relatividad de esa cifra- información. Con lo cual nuevamente pierde su sentido. Los rankings aparecen aquí, entonces como una forma de disimular alguna información con la apariencia de conocimiento.
Sin embargo los estudios que anteceden a muchos rankings son valiosos , no solo por la información que arrojan de lo estudiado, sino, si se los mira con detenimiento , por la información que brinda sobre los que realizan dichos estudios (intenciones , puntos de vista ,etc., esto es : qué quieren ver, y si somos “precavidos “ al estilo de Pérez Rasetti, que quieren mostrar, o a quién quieren favorecer). Por ejemplo el citado ranking de Shanghái podía analizarse desde los intereses chinos por copiar y adquirir métodos, técnicas y tecnologías (nada nuevo).
También es interesante notar la reacción de muchas universidades…esta vez los copiados en lugar de sostener su desarrollo para mantener su posición líder, pretenden adaptarse a los que los quieren copiar. Algunos corredores pierden su posición por ocuparse de los que le siguen, en vez de mantener su propio ritmo…
• “El ranking agrupa y compara instituciones muy diferentes…En realidad un ranking no pretende realizar un estudio de eficiencia, sino identificar las capacidades y prestaciones globales, siendo otros los que revelen los factores y sus contribuciones relativas.”
Sin embargo parece muy obvio que estos rankings arrojan una medida también de eficiencia y según ese criterio de eficiencia, es que dan ese ordenamiento, y dicho ordenamiento da por igual medida de, entre otras, eficiencia y eficacia.
El peso de las” capacidades y prestaciones globales” sin considerar “los factores y sus contribuciones relativas” induce a errores si los rankings se presentan como información aislada, y así se toman muy habitualmente.
• El ranking es demasiado rígido… Lo poco cuestionados que son dichos resultados confirma el éxito de esta aplicación estricta del método científico.”
Pareciera que los resultados son cuestionados, (los cuestionamientos aparecen tanto en el texto de Aguillo como en el de Pérez Rasetti), la información que arroja un ranking es parcial y muy parcializada, acorde a los fines de los que lo ejecutan. Si no se olvida de esto último, no se lo saca de ese contexto y de esos fines \»todo bien y marchando\» es decir siga mejorándolo, Por otro lado si los rankings están para quedarse, debería poder hacerse uno para cada cuestión y cada usuario. Pero para que tuviese sentido y pertinencia debería surgir de una análisis contextual del lo estudiado del que hace la pregunta y del que hace el estudio (cuyo resultado, el ranking sería lo de menos valor)
Ya antes de Pascal el estudio de la parte sin las otras partes y sin el estudio del todo, con su revisión e interrelación, desde una al otro, no es estrictamente o por lo menos completamente un método científico, aunque durante todo el siglo pasado hayamos obviado y abusado de ese “olvido”.
Respecto del “éxito\» creo que se debe más bien a la necesidad de comparar y obtener listas ordenadas o \»rankings” de los medios (…los mas…votados, vendidos, lindos etc.) el dato fácil y rápido. No tengo nada especialmente en contra de lo fácil y rápido, pero la comida rápida no es la mejor para la salud del ser humano, la riqueza rápida no suele hacerle bien a la humanidad ni a la naturaleza, (ni los debates a mi buen humor).
Los datos de un ranking son pertinentes en el muy reducido ámbito del que surgieron y para el que surgieron. Si un investigador o docente necesita información o datos referidos a un tema específico, debe buscar y elaborar esa información, contrastarla etc., etc. Si va a reducir sus datos a un ranking sin un análisis de su composición, objetivos etc., no está investigando, y si para su trabajo debe observar los estudios previos al ranking, ¿Para qué sirve el ranking? Es una forma interesante y llamativa, más bien mediática de volcar algunos de los datos, pero de dudoso aporte al conocimiento del tema.
Recuerdo una charla de un sabio y un hombre muy angustiado por encontrar no solo la verdad, sino la prueba y la certeza de que eso obtenido, sería la verdad; llegado un momento se percibió que el problema, más allá de los engaños sufridos por los buscadores y bien surtidos por los vendedores de “verdades”, está la tendencia “económica”, de la mente humana, a la búsqueda de la comodidad de una respuesta fija, el dato que termine la búsqueda de la verdad. Pero la verdad no puede ser alcanzada,: se puede filosofar mas no la filosofía diría Kant .La verdad se mueve y solo podemos seguir moviéndonos en la espera de por lo menos no perder el ritmo; en este ámbito los rankings (con buena o mala intención) suelen sacarse de contexto y tiempo, siendo muchas veces más interesante analizar los estudios previos…
Búsqueda del tesoro…
Estoy de acuerdo con el Prof. Pérez Rasetti en que la búsqueda de la calidad es lo más parecido a la “búsqueda del tesoro” que a investigar, lógico que encontraremos lo que hayamos puesto nosotros mismos previamente. Por eso creo que en un ranking, sea de la índole que sea, siempre vamos a encontrar todo aquello que prefirieron que estuviera los que lo realizan.
Me parece que la educación en general, no debería evaluarse por ranking sino por resultados obtenidos en cuanto a la satisfacción del alumno y a lo que pretende encontrar en la institución de la cual forma parte. Resulta coherente considerar, a mi entender, para el ranking la infraestructura de la institución, la inserción de los egresados en el campo laboral, que considere la inclusión en todo sentido, es decir en pequeños indicadores; antes de evaluar los premios Nobel o las medallas obtenidas de sus egresados, investigadores o docentes.
Ranking si o no
Con respecto a la evaluación de las universidades por medio del ranking creo que es muy drástico inclinarme por el sí o el por el no, en cuanto al tema en sí mismo.
Queda claro que las necesidades y los intereses de cada país, zona geográfica o comunidad sociocultural son distintos. Por ello es, que se dificulta tanto querer establecer una comparación de la calidad institucional.
Lo importante en cada caso específico es conocer el paraqué y el cómo se llegó a los resultados de cierto ranking.
Lo imprescindible sería conocer detalladamente los criterios que se tomaron en cuenta para establecer los distintos índices tomados en cuenta para la evaluación.
De esta forma cada cual podrá establecer su orden de prioridades al momento de una toma de decisiones.
Ranking de Universidades-
Hola a todos: no se que les parece lo que hoy vengo a plantearles pero leyendo un poco los comentarios presentes en el foro , tengo la sensación de que con ésta cuestión del ranking de Universidades el \»aparecer\» y \»ser\»de una Universidad se homologa; y se da por entendido que si una Universidad \»aparece\» en tal ranking, entonces \»es\». Pues si fuese así, desde éste punto de vista, la utilidad de los mismos, es bueno, tan útil como un desfile de modas para quien busca un determinado vestido, o desea estar informado de lo que se \»usa\».Y claro está que desde ésta perspectiva, siempre habrá unos cuantos , tal vez miles que quieren \»aparecer\», parecerse a muchos otros.Sin embargo, para otros,como yo, estas dimensiones no son parte ni deberían serlo del sentido y la misión de la Universidad.
La universidad desde su creación como institución artificial en palabras de kant, está llamada a la construción del \»ser\» de los sujetos, las naciones y el sentido de su propia existencia.
Buenas tardes. Con respecto al ranking de las Universidades creo que está bueno realizar evaluaciones, lo que habría que tener en cuenta son los criterios que se tomen, de manera que no favorezcan a unos pocos.
Pensaba en el título de este foro e invita a reflexionar términos como “ranking”-“marketing” –“éxito” y “calidad” en sentido amplio, es decir como inmersos en las ideologías que forman parte de la sociedad en todos los planos (el político-social-educativo-económico-etc) y un sentido mas específico, estos términos en el marco de las políticas educativas universitarias.
Y pensando también estos como parte del debate sociológicos sobre la Sociedad de la Información vs la Sociedad del Conocimiento la cuestión se complejiza…
El ranking puede entenderse como “el resultado de una operación de evaluación efectuada de acuerdo a un modelo teórico compuesto por una serie o batería de indicadores (operación de selección y combinación de información) y su ponderación (operación de valoración relativamente diferenciada)” (Perez Rassetti)
Entonces conocer los fundamentos/marcos conceptuales y el proceso de operaciones por las que se llega a estos rankings, a estos listados jerarquizados nos advierte sobre algunas cuestiones :
– de no caer en la ilusión de que son ‘así como dicen’, de que esas ponderaciones no están ‘ya dadas’ por saberes incuestionables
– de ser curiosos, de indagar de ‘dónde’ provienen esos resultados de los rankings, a qué indicadores responden; en última instancia a qué grupo de intereses podrían beneficiar esos resultados
– de poder analizar que los resultados de los rankings traen consecuencias tanto para los que aparecen en el puesto mas valorado/ponderado como para los que aparecen devaluados…Estas consecuencias en las universidades pueden ser de alto impacto : en el presupuesto y su rentabilidad, en la matrícula, en la graduación, en la visibilidad social, en la producción académica, etc. El potencial valioso seria que esto impactara en pos de un plan de mejoramiento como parte de una política educativa democrática.
– de poder ser críticos y contextualizar el uso de términos tan controvertidos como “calidad”-“éxito”, que además escapan a la neutralidad ideológica.
Me parece interesante esta idea de que “la calidad no existe en la naturaleza, no la vamos a descubrir mediante una investigación; es un constructo y por lo tanto, un sentido que depende de la operación semiótica de selección y articulación de sus elementos”….¡Y cuanto por pensar en términos de constructo! Partiendo de que como sujetos, que somos quienes construimos ideas -conceptos, desde supuestos ontológicos y epistemológicos acerca del mundo (aunque no seamos explícitamente concientes de ellos) y que construimos representaciones sociales, entonces hay mucho para inclinarme que se puede estar a favor de posiciones críticas ante evaluaciones de formación -es decir, no para desecharlas- y en contra del ‘ marketing pretencioso de los ranking de universidades’.
Me parece una medida no adecuada el medir a una universidad a través de un ranking, las metodologías y criterios de evaluación utilizadas pueden ser muy cuestionados y se pueden realizar muchas lecturas con criterios personales sobre ese ranking. Me parece que hay que tener en cuenta al alumno en cuanto al proceso de aprendizaje y resultados logrados, la evaluación tendría que apuntar a estos aspectos a fin de alentar a los alumnos y docentes a formar parte de la universidad. Ser criteriosos con el propio proceso de enseñanza-aprendizaje permite apertura y enseñanza de calidad.
Hola, creo que en términos de calidad y evaluación de los sistemas educativos, no es menor la cuestión de: “Ranking si o Ranking no”; ya que responde no SOLO a las dos hipótesis expuestas en el material del Seminario (una respecto de cuáles son los indicadores relevantes y otra, sobre cuál es la ponderación entre ellos que determina la calidad), sino que responde a una tercera hipótesis -que agrego- más amplia, de política educativa, que si bien podría relacionarse con la primer hipótesis, no se puede plenamente. Me refiero a ¿Qué tan estrecha es la relación Calidad en términos de Universidad Inclusiva o Excluyente?.
Desde mi punto de vista una Universidad de Calidad es aquella que incluye, porque entiendo que la educación es un derecho y no un servicio a la comunidad, por ello en los indicadores relevantes para ponderar una Universidad, la variable: ¿Qué tan inclusiva es esta Universidad? (concretamente: qué hace la institución para dar ofertas educativas a su comunidad, que sean viables desde lo pedagógico y desde el desarrollo regional, que además se orienten a retener y acompañar los procesos de aprendizaje de los estudiantes, etc) adquiere una relevancia suprema en términos de Calidad. Especialmente cuando el resultado del Ranking condiciona partidas presupuestarias para el financiamiento de las instituciones.
Seguramente las variables de resultados en investigación, el vínculo de la universidad con la comunidad para atender a las necesidades de la gente sin recursos sociales, económicos, culturales, etc. son aspectos que deben tenerse en cuenta, pero no comparto la idea que sea esto lo que determine exclusivamente la calidad.
Por lo expuesto mi postura se acerca más a la fundamentación del Prof.Carlos Pérez Rasetti.
Saludos.
Hola ! Los rankings que se elaboran para evaluar la calidad educativa de las instituciones las clasifican jerárquicamente . De lo que he interpretado en los textos leídos , la calidad como tal no existe sino que se contruye . Las herramientas para evaluar la calidad educativa utilizan diferentes indicadores y ponderaciones de cada uno de ellos . Los indicadores que se utilizan no son uniformes , ya que en algunas universidades pueden referirse a determinados aspectos ( éxitos , premios logrados ) y para otras pueden ser diferentes . Una frase que me llamó la atención y que me resulta un tanto preocupante : “en un ranking gana siempre el que es más amigo del que inventa la concepción de calidad ( y la impone) “. También crea incertidumbre el planteo respecto al cambio de indicadores en aquellas universidades que siempre están en los primeros puestos del ranking . ¿seguirían allí? De la bilbiografía leída me queda la idea de que no siempre hay que creer en los rankings . Una evaluación de la calidad educativa debería arrojar resultados que permitan realizar los ajustes y cambios necesarias para obtener un resultado cada vez mejor .
También coincido con Lorena en cuanto a que la universidad debe ser inclusiva , debe brindar su oferta académica de acuerdo a la ciudad o región en la cual se asienta . Saludos !
Las evaluaciones a las altas casas de estudio son importantes y su implementación permite generar una búsqueda de la calidad en los parámetros evaluativos.
Cabe destacar que cada unidad de análisis que se analiza tiene un momento histórico y social que lleva a que las posibilidades de evaluación sean diferentes según el periodo en que se ejecuta,
Estas operaciones de evaluación se nutren de un modelo teórico compuesto por indicadores y cada uno de ellos responde a un modelo de ejecución en base a la calidad.
Cuando hablamos de indicadores, tenemos que tener en cuenta, como lo destaca el texto Evaluación Análisis de una Noción (ALBA, BARRIGA y VIESCA, 1984) que se hace referencia al concepto y que cada concepto se constituye por múltiples objetos, desde el aprendizaje y los medios de instrucción, hasta los planes y programas del sistema educativo analizado.
Por eso, hay que incluir en nuestro modelo de indicadores relevantes. Aquí se centra una de las discusiones que son el eje del Seminario.
La discusión para entonces por saber quién es el que evalúa, que quiere mostrar, que metodología se aplica y como la aplica la institución que es evaluada y la evaluadora.
Hay que tener en cuenta que los que no están de acuerdo de los modelos evaluativos, presentan en primer lugar críticas sobre los indicadores y sobre las formas de ejecución. Pero sin lugar a dudas, las evaluaciones deben ser abordadas tanto a nivel cuantitativo como cualitativo.
También quiero agregar que en base a las experiencias observadas en este foro, debemos tener en cuenta el periodo temporal que se evalúa. Hay que determinar “la fecha de vencimiento” para que no se conviertan en menciones obsoletos y sin potencial conceptual.
Ademas de esto, se debe destacar que el equipo que trabaje en pos de una evaluación convincente, comparable, medible y auditable tiene que observar lo que se está trabajando en otras Universidades, para poder interrelacionar Modelos de evaluación. De esta manera surgirán indicadores nuevos y más concretos del contexto socio-institucional, de los programas de formación y de todo lo que pueda ser medible para ranquear a la Universidad en cuestión.
UN PROBLEMA QUE NO SE ESTÁ TENIENDO EN CUENTA ES QUE GRAN PARTE DE LA INVESTIGACIÓN NO SE REALIZA EN INGLÉS. HAY MÚLTIPLES REVISTAS INTERNACIONALES EN FRANCÉS Y ESPAÑOL QUE NO SE TIENEN EN CUENTA EN LOS RÁNKINGS. SI SE TUVIERAN EN CUENTA, LA POSICIÓN DE LAS UNIVERSIDADES FRANCÓFONAS E HISPANÓFONAS SUBIRÍAN NOTABLEMENTE.
Llevar a cabo un ranking de evaluación de la calidad educativa en las Universidades, puede llegar a estar teñido de subjetividades, ya que desde el momento que se evalúa un aspecto y no otro, quien lleva a cabo dicha investigación, hace elecciones desde sus concepciones de calidad, desde lo que considera calidad, por más que se trate de ser imparcial. Rasetti Afirma: “Tanto la operación de selección de indicadores como la de
ponderación implican una concepción de calidad. Podríamos decir tranquilamente
que en un ranking gana siempre el que es más amigo del que inventa la concepción
de calidad (y la impone).” De alguna manera esto muestra las diferentes posturas que se puedan presentar, a pesar de querer ser lo más objetivo a la hora de llegar analizar la calidad de cualquier institución.
Se manifiesta en el texto “la calidad” sin autor provisto por la UNPA: “La calidad no existe. Es decir, es inútil esforzarse por encontrar la calidad que requiere tal o cual programa universitario, porque la “calidad” no está ahí. En el objeto que la evaluación analiza hay un conjunto de elementos, procesos, reglas, bienes, personas involucradas y sus prácticas, etc. Para que ese conjunto más o menos complejo manifieste esa condición que llamamos calidad, hay que construirla antes” Esto no quiere decir que no se pueda abordar, pero para llegar a un concepto de calidad claro y realmente poder decir si existe +calidad -calidad, de lo que se considere calidad, seguramente el trabajo es muy complejo.
En esa complejidad, deberían intervenir diferentes actores, no solo el investigador, para que de esta manera no solo se pueda observar la conclusión del investigador, sino que otras miradas serán necesarias, para que se pueda comprender esa gramática universitaria que la construyen diferentes actores, de otra manera podríamos caer solamente en las conclusiones de miradas externas, sin un análisis de los diferentes actores, que construyen día a día lo que ocurren en las aulas. Como postula Aguillo: “La mayoría de los rankings se centra sólo en la actividad investigadora, ignorando las otras misiones académicas” Sería poco beneficioso si todo queda enmarcado dentro de una mirada de escritorio, de una mirada como muchos docentes llamamos teóricos de escritorios.
Existe hoy un gran distanciamiento entre los investigadores y los docentes, quienes los ven como enemigos y no como personas que podrían ayudar a generar información que pueda ser útil. Se puede decir que esa enemistad ha crecido con los años, ya que los investigadores, teorístas de escritorio, solamente han traído malestar a través de sus textos, complejos, difíciles de comprender y acusadoras sin conocer realmente los contextos que hoy se transitan en las aulas, primarias, secundarias y universitarias. Aguilo dice: “En bastantes casos, las críticas parecen provenir de personas y organizaciones con
agendas concretas a las que una evaluación externa objetiva, de carácter
cuantitativo, no parece convenir.”
Ante estas resistencias, se deben llegar a acuerdo dentro de las instituciones, para que las mismas puedan ser evaluadas, pero no una evaluación para medir la calidad en una institución, sino para analizar que ocurre hoy en la institución y como a partir de este hacer del día a día se ha construido esa calidad. Como afirma el documento de calidad: “La calidad que vamos a encontrar, es la que hayamos construido previamente” Pero para esto todos debemos estar dispuestos y convencidos que nuestros aportes, nuestra colaboración será de gran ayuda no para ver si tenemos una calidad + o una calidad -, sino para ver en esa construcción que llevamos pueda guiarnos a esa calidad deseada.
Comparar rankings puede ser adecuado para levantar el ego de las instituciones y/o personales, pero no suman restan en dos aspectos:
a) Quienes se encuentran dentro del rango de calidad más alta dejan de crecer, se duermen en sus laureles como dice el dicho
b) Quienes se encuentran dentro del rango de calidad baja se desaniman, buscan mejorar, pero ante los miedos a ser considerados peores, se crean barreras que no dejan crecer
Rasetti postula: “es posible ser la “mejor” universidad de muchas maneras
diferentes, incluso en cuanto a la poca dedicación al estudio de sus alumnos,
siempre que eso sea lo que uno busca. En ese marco, entonces, el llamado Ranking
de Shangai, ¿qué dice cuando dice que las que presenta son las mejores
universidades? Muy poco, en principio sólo que son aquellas que prefieren los que
hacen el ranking. ¿Podemos buscar otras maneras para calificar universidades? ¿Otros aspectos que lleven a la institución a crecer y ser elegidas no por la excelencia, sino por el impacto que se tendrá en la sociedad a través de una educación de calidad.? Un trabajo del que estamos lejos en una sociedad en donde la competencia se encuentra presente todo el tiempo. Para no llegar o transitar lo que toman en cuenta los rankings como describe Aguillo: “El ranking agrupa y compara instituciones muy diferentes y presta poca atención
al impacto del tamaño, tanto en lo que respecta a recursos humanos como a la
financiación.” Esto no es suficiente es necesario dar un paso más integrar otros aspectos que también forman parte de la institución.
Saludos Juan Domingo Martinez.
Hola a todos, Tras leer las distintas intervenciones y reflexionar sobre este tema debemos entender que el tomar una postura tiene que ver con distintas concepciones sociológica, de manera que «medir» con unos parámetros u otros establece de alguna manera «una clases superior». Por ello, entiendo que los parámetros que sirvan para confeccionar este ranking parten de una visión social. Quizás una opción sería poder determinar con claridad cuales son los conceptos que determinen esa calidad.
Al leer los documentos creo que ante una evaluación para generar un ranking, las universidades se preocupan e intentan mejorar algunos de sus aspectos, cosa que, a lo mejor no harían si esta no se llevara a cabo. Por un lado puede motivar, pero por otro puede provocar frustración. En el momento en que mi carrera fue evaluada se vivieron momentos de mucho estrés, nerviosismo, preocupación. Y eso no está bien. Sin embargo, fomenta o permite el proceso de mejora continua, porque próximamente será evaluada nuevamente. Realmente siento una dicotomía.
Y la subjetividad siempre está presente. Como cita el artículo de Perez Rassetti: “Podríamos decir tranquilamente que en un ranking gana siempre el que es más amigo del que inventa la concepción de calidad (y la impone)”. Y esto es así, no solo en las universidades, sino a nivel humano. Por eso es importante las variables que se tienen en cuenta y la ponderación de cada una a la hora de realizar una evaluación. Y dependiendo de cada una de ellas, se podrá tener distintos resultados.
Leyendo estos aportes de los expertos me surgen algunos interrogantes en cuanto a la utilidad de los ranking mundialmente, ya que para que ello ocurra se deben contar con atributos – indicadores símiles a ser evaluados.
En estos casos vemos que los ranking toman diversas variables, o más bien, las variables que más conviene para situar mejor a las instituciones que el autor del ranking desea.
Al no haber imparcialidad en estos procesos, en lo personal no los reconozco como válidos en un proceso de evaluación de calidad, más retomando lo que dice el experto Pérez Rasetti en que la calidad no existe.
Este mecanismo de marketing nos posiciona frente a un conocimiento limitado de las universidades y nos genera una imagen subjetiva de las mismas.
Creo que el control es necesario, no desde una perspectiva de la exposición de lo negativo, sino en un proceso de diagnóstico institucional que conlleve a una propuesta de mejora.
Además entiendo a la función formadora de la universidad necesariamente inclusiva, no asociada a estatus de alumnos, ya que estos al graduarse mejorarán sus propias condiciones y calidad de vida impactando favorablemente en su familia y su contexto.
Atendiendo a los avances y retrocesos en la educación universitaria y teniendo en cuenta que el país está interrelacionado mundialmente en los procesos socio- cultural, político, económico, tecnológico, entre otras; han sucedido en la Argentina y en el mundo múltiples cambios que impactaron en todas las áreas; con las políticas neoliberales y las ideologías sustentadas a través de los medios de comunicación donde se priorizaba lo privado, por su supuesta efectividad y calidad; donde no existía la posibilidad de cuestionar la economía de mercado, las academias han utilizado un número pequeño de indicadores que permitieron comparar y jerarquizar los índices de calidad adaptados a la difusión mediática. A través del marketing, herramienta de la mercadotecnia, se han construido sistemas de evaluación que favorecen los valores asignados según una serie de entidades y sus correspondientes ponderaciones. Según Pérez Rasetti,”… la calidad es un constructo de la operación semiótica,…, la calidad no existe en la naturaleza…”; por lo que todo va a depender de la construcción subjetiva. Por otro lado, es importante agregar que los ranking, son unidimensionales, reducen la compleja institución a una única cifra; no se tiene en cuenta las características particulares de la institución educativa (infraestructura, RRHH, financiamiento); es rígida por lo que las variables seleccionadas se ajustan a determinadas características (disponibilidad, viabilidad, pertinencia); no incluye todas las funciones de la universidad; y los resultados son erróneos, dado a que se ajustan según la conveniencia de los usuarios.
Hola a todos, interesantes los aportes. El texto propuesto arranca con una afirmación, y es que, la calidad no existe. La calidad se construye, no es una cualidad; lo que se busca con la palabra calidad, es clasificar hacer diferencias, establecer un ranking de que es mejor y que es peor, es algo muy difícil de establecer pero en base a un criterio determinado se puede establecer un orden. Hay que saber entonces que buscamos clasificar, y en base a lo que se busca se seleccionará ciertos indicadores, por lo tanto hay que tener en claro que se busca y quien establece esos indicadores.
Si nos valemos de que nuestros docentes son los mejores los que tienen premios nobel y muchas publicaciones, esto no creo que asegure la calidad del egresado, por ejemplo, pero si seguramente dará más status a la universidad por ellos la mayoría de los rankings están orientación hacia la actividad de investigación.
Personalmente y luego de reflexionar los diferentes comentarios me proclamo en contra de los rankings de universidades, no obstante apoyo por una mejor en los sistemas de evaluación institucional y acreditación basados en una metodología mayormente cualitativa y sistemática lo cual todos somos conscientes de que a la fecha no se ha logrado en la Argentina; sin contar las multiples estrategias de las instituciones por manipular dicha acreditación en desmedro de su mejora educativa. «Se dice que los mentirosos imaginan cosas y que las imaginaciones mienten. Del mismo modo, los charlatanes y los manipuladores utilizan a menudo la evaluación de una manera inadecuada para lograr sus objetivos. Puede que recopilen información rigurosamente, pero no revelan las verdaderas conclusiones, o lo hacen de un modo selectivo, o incluso las falsifican, engañando tanto a la gente como a sí mismos» (Stufflebeam y Shinkfield, 1985: 67-68).
La evaluación “debe servir para interpretar, cambiar y mejorar, y no para normatizar, prescribir, y mucho menos como una ́actividad punitiva ́. Para ello debe realizarse en forma permanente y participativa, creando un sistema que se retroalimente en forma continua” (coneau, 1997:11).
Saludos
La calidad no existe como tal, es un “constructo”, una construcción de la razón, un “sentido” que le encontramos a determinadas entidades en la medida en que, previamente, hayamos determinado cuáles son las relaciones que la determinan.
No estoy a favor ni en contra de los rankings, me parece muy interesante (y otros no tanto) los indicadores que se toman para poder elegir una universidad, ya sea en el caso de un estudiante o un profesional para seguir perfeccionándose. No se puede hacer la vista gorda a la gran variedad de rankings que existen, con sus propios indicadores, ya sean imparciales o bien, usados para el propio beneficio de la universidad que los convoca; solo tenemos que usarlos de manera correcta, junto con otras herramientas para satisfacer nuestras necesidades. Después de escribir esto, parece que estoy mas a favor que en contra de los rankings. Siempre será posible ser la “mejor” universidad, teniendo en cuenta los indicadores que convengan.
Tomó la postura de Aguillo que afirma:
“Los rankings están para quedarse. Utilizados correctamente con otras herramientas, pueden satisfacer las necesidades de amplios y variados colectivos (gestores, investigadores, profesores, estudiantes) y están llamados a cumplir una importante misión en los próximos años.”
Aunque reconociendo que:
“Existe pues un rechazo a la cultura de la evaluación, que en todo caso resulta inaceptable en cuanto a que la financiación de estos docentes e investigadores es fundamentalmente pública y debe estar sujeta necesariamente al control democrático de los contribuyentes y a la guía y seguimiento de los responsables de las políticas científicas.”
Sin embargo, relacionando ideas, considero que es probable que este rechazo sea en parte porque estos responsables no adoptan una concepción de la evaluación como “un proceso que les permita comprender el contexto; es decir, obtener una comprensión global de las acciones evaluadas y no sólo una vista diagnóstica o una comparación entre previstos (metas) y realizadas (resultados), o el establecimiento de rankings”. Ver “Metodología de Avaliacao em Políticas Públicas”, (Belloni y otros, p. 25)
Me resultó muy enriquecedor leer, de estos mismos autores, que las concepciones de evaluación públicas, son en realidad múltiples y tienen vinculaciones con la evaluación educativa. Al respecto, ellos dicen que:
“La evaluación institucional debe buscar un entendimiento de la realidad (evaluación iluminativa Parlet y Hamilton); debe centrarse en el proceso de toma de decisiones (evaluación enfocada a toma de decisiones Stuflebean); debe responder a las preguntas (la evaluación comprensiva Stake); puede permitir la identificación de mérito o valor (evaluación de los méritos Scriven). Sin duda se beneficia de las principales proposiciones de la evaluación participativa, en particular sus objetivos y centrarse en la participación de los sujetos miembros de la institución o de la política que se evaluará”
Me parece fundamental diseñar una evaluación de una institución educativa que sea participativa, que defina objetivos entre todos los sujetos interesados, no solo los responsables de las políticas científicas sino también responsables de la gestión académica, profesores y alumnos beneficiarios directos del conocimiento científico obtenido. Así como también debe ser iluminativa, enfocada en la toma de decisiones y del entendimiento de la realidad institucional. Con esta base creo útil la identificación de valores o méritos orientativos.
Saludos
Considero que desde la misma esencia del ser humano (subjetivo) es una lucha de criterios, concepciones y análisis que determinarán el lugar donde nos pararemos para definir los indicadores, o compartir o no con aquellos que establezcan los putos de análisis con los cuales se han de evaluar las Universidades y que lugar les ha de tocar, coincido plenamente con la expresión “La calidad, definitivamente, no está en las cosas sino en la mirada del sujeto”. Pero siguiendo con la misma línea de análisis, creo fervientemente que las Universidades deben evaluarse, cada evaluación nos lleva a superarnos, evaluar hasta donde avanzamos y nos lleva a generarnos nuevas metas, indudablemente, sirve para el crecimiento institucional.
Entiendo también, que esto mencionado anteriormente no es el único movilizador.. “el prestigio y el dinero son dos aspectos importantes de los académicos; los sistemas de evaluación suelen operar sobre ambos, pero muy explícitamente sobre el primero; no hay cómo esperar que no produzcan efectos”.
Pensar “La calidad, no es una cualidad que pueda encontrarse en la naturaleza, es un “constructo” como suelen decir los semiólogos, una construcción de la razón, un “sentido” que le encontramos a determinadas entidades en la medida en que, previamente, hayamos determinado cuáles son las relaciones que la determinan.” En comparación con la definición técnica de calidad “al conjunto de propiedades inherentes a un objeto que le confieren capacidad para satisfacer necesidades implícitas o explícitas. Por otro lado, la calidad de un producto o servicio es la percepción que el cliente, en nuestro caso el alumno y la entidad docente tiene del mismo, es una fijación mental del educador que asume conformidad con dicho producto o servicio y la capacidad del mismo para satisfacer sus necesidades,”. Con esto podemos desarrollar una definición o entablar la calidad como una medida de cumplimentar los objetivos preestablecidos para el proceso de enseñanza y aprendizaje establecido. En referencia a lo mencionado en definir o redefinir porque las Universidades son mejores o peores que otras en función de la medida de calidad se establecen criterios y pautas nacionales e internacionales, sean por la cantidad de egresados con promedios definidos, duración de años de carrera, hasta podría establecerse la limitaciones de ser Instituciones pagas y no públicas como sucede en nuestro país. Sin embargo podemos hacer referencia a establecer que debe pautarse los objetivos que deben cumplirse para saber si existe la calidad universitaria, por ello la definición y características mínimas deben darse, la unificación de conceptos, el producto educativo recibido y producto ejecutado que se dio en consecuencia de lo enseñado. El proceso de calidad debe o permite mejoras.
Después de una lectura a cerca de los Ranking, me posiciono en el porqué no de los Ranking, siguiendo a lo que dice Perez Rasetti (2010), un Ranking es una lista ordenada Jerárquicamente, en la cual el orden es el resultado de una operación de evaluación efectuada de acuerdo a un modelo teórico compuesto por una serie o batería de indicadores ( operación de selección y combinación) y su ponderación (operación de selección y combinación de información) y su ponderación (operación de valoración relativamente diferenciada).
Es decir, que teniendo en cuenta esto siempre gana el que es más amigo del que inventa la concepción de calidad ( y la impone).También porque la calidad no existe y es solo un constructo con lo cual los resultados del mismo en la mayor parte tiene sesgos en los indicadores que se ponderan construyendo el prestigio que posiciona a la Universidad con resultados según convenga a los usuarios.
En cuanto a los indicadores la mayoría de las veces se toman pocos y siempre va a existir una desproporción en cuanto se mida ya que el ranking agrupa y compara instituciones muy diferentes no existiendo una honestidad en base a los criterios bien explícitos que se toma.
Otro punto también a destacar es que el ranking que se toma unidireccional donde la Universidad siendo una institución tan compleja lo reduce a una sola cifra, existiendo diferentes técnicas cuantitativas como cualitativas.
También considero que el ranking funciona como marketing para aquellas universidades que quieran captar alumnos y posicionarse en forma social y políticamente con los cual no se realiza a conciencia y verdaderamente los procesos de evaluación.
Como bien expresa Perez Rasetti el ranking es una lista ordenada jerárquicamente, el cual resulta de una evaluación y ponderación de criterios preestablecidos. Que pretenden medir la calidad de la Universidad, teniendo en cuenta que la calidad es una construcción de la razón de la un sentido que le encuentra la persona que observa a determinadas entidades en la medida que hayan determinado las relaciones que la determinan.
En la primera década del siglo xxi los rankings internacionales de universidades adquirieron una visibilidad sin precedentes, seguramente propiciada por la facilidad de su difusión vía internet, en particular en el caso de los tres que se presentan a continuación, el de Shanghai, el del Times Higher Education Suplement, y el de las universidades en la web.
Las evaluaciones de cada ranking pueden realizarse de manera objetiva, pero cada una puede medir objetivos diferentes, por el cual, estar al tope de una u otra puede tener un significado diferente de calidad. Por ejemplo “El de Shanghai es, según Parellada, el más singular de los tres principales porque prácticamente todas las variables que utiliza son absolutas. Las que más peso tienen en la nota final son cuestiones como el número de Premios Nobel ganados por el profesorado y por los titulados, los artículos publicados en Nature y Science o el número de investigadores altamente citados. “ “El ranking del Times es sustancialmente diferente porque hay dos variables que son resultados de encuestas: la reputación investigadora y la reputación académica, que tienen un peso del 33% del total de la nota de la universidad. Es decir, hay una encuesta en la que se les pide a los académicos que digan cuáles son los centros con mayor reputación. Y a partir de ahí construyen el indicador.” como lo menciona Rodrigo Carretero en la nota del Huffinton Post. (https://www.huffingtonpost.es/2017/09/28/son-fiables-los-rankings-de-universidades-por-que-espana-sale-siempre-mal-parada_a_23224958/)
Los rankings no son un fenómeno nuevo, aunque su proliferación sí lo es. La idea surgió hace más de un siglo en los Estados Unidos.
En este tiempo todo se mide y se evalúa, pienso que no es malo evaluar, y realizar una valoración y exponerlo a través de un ranking. Deberíamos tener presentes los criterios y los objetivos que se tienen en cuenta en cada ranking para luego tomar una decisión respecto a la conveniencia en la elección de una u otra universidad, dependiendo de las necesidades y de lo que requerido en ese momento.
Según Felipe Martínez Riso que realiza una visión crítica sobre los rankings (http://publicaciones.anuies.mx/pdfs/revista/Revista157_S2A1ES.pdf ) “Actualmente, como se ha visto, los rankings tienden a combinar las opiniones subjetivas sobre el prestigio con algunos datos objetivos, en general sobre recursos o insumos institucionales que se pueden obtener con facilidad, como la ratio de alumnos por profesor; la proporción de profesores de tiempo o de asignatura; de personal con doctorado o sin él; el número de volúmenes en biblioteca; o el puntaje mínimo que un aspirante debe obtener en la prueba de ingreso para ser admitido. “ estos datos son más sólidos que una visión subjetiva, pero como podemos ver algunos miden la riqueza de la institución de acuerdo a la dotación de recursos.
Estoy a favor de evaluar las universidades, siempre y cuando se realice con objetivos claros y las mediciones no sean subjetivas. Sean más precisos respecto a lo que se mide, teniendo una definición de estándares con los cuales contrastar los resultados, consistencia en los resultados, también teniendo en cuenta el contexto presente en la universidad que se evalúa.
El uso de rankings lleva a cometer injusticias porque no se identifican las verdaderas instituciones que sobresalen realmente por su calidad y merecen estimulo, y aquellos que más allá de no tener resultados excelentes realizan un esfuerzo meritorio en situación desfavorable y necesitan del apoyo para seguir creciendo, y aquellos que presentan graves deficiencias injustificadas y necesitarían de medidas correctivas.
Según la visión de varios analistas sobre ranking de las universidades los mismos tiene serias deficiencias metodológicas, los cual los hace inapropiados como herramienta para evaluar de manera confiable y global a una institución. La valoración debe ser de manera multidimensional, para lograr un sentido global de calidad.
El Ranquing en las universidades, luego de la lectura y lo expresado por Perez Rosetti “Viene creciendo, en los últimos años…” y pienso que es una forma de publicidad en la que se menciona la posición de ciertas universidades para que los egresados de dichas universidades se encuentren en mejores posciones frente a un mundo globalizado, son un grupo llamado de “elite”. Como bien lo expresan algunos colegas, no estoy a favor ni en contra, es bueno medir y tener parámetros para saber en que posición nos encontramos frente a otras universidades del mundo. Lo que si tanto Rossetti como Aguillo dan cuenta de indicadores que se usan para medir la calidad educativa de dichas universidades y que están de acuerdo a la entidad que las realiza. Esas mediciones no siempre reflejan la calidad educativa sino que miden más bien cuestiones como: cantidad de premios nobel egresaron de esa universidad o cuantos premios internacionales obtienen sus egresados. Como bien lo afirma Rosetti no solo esas cuestiones son necesarias para medir la calidad, pero es cierto que la empresa que realiza dichas mediciones publica siempre las mismas, (Stanford, Yale, Harvard). Y que si lo que se busca es mejorar la educación existirían otro tipo de variables que deberían ponerse en juego como por ejemplo ( las organizativas, de gestión, actualización de los programas, numero de egresados que han conseguido trabajo, entre otros..). Es complejo pero necesario un ranquing, eso hace que las universidades se autoevalúen y tiendan a mejorar sus planes de estudio en pos de mejores resultados académicos.
A partir de la lectura de los dos artículos uno a favor y otro en contra de los rankings; rescato de ellos algunas ideas con las que en primera instancia acuerdo, como por ejemplo, que para la realización de los mismos es preciso una evaluación que, como se menciona, ha sido particularmente útil en los últimos años no sólo para la descripción de la producción científica, sino para generar buenas prácticas de publicación e incluso identificar líneas de investigación emergentes, que es necesaria la evaluación ya que la financiación de los docentes e investigadores es fundamentalmente pública y debe estar sujeta necesariamente al control democrático de los contribuyentes y a la guía y seguimiento de los responsables de las políticas científicas; que a pesar de las relevantes contribuciones académicas, dicha empresa ha sido poco dada a innovar y ha mantenido indicadores obsoletos que han tenido un impacto negativo en la percepción de los procesos de evaluación pero que a pesar de esto último colaboran con la elaboración de los rankings. Y que estos utilizados correctamente con otras herramientas, pueden satisfacer las necesidades de amplios y variados colectivos (gestores, investigadores, profesores, estudiantes) y están llamados a cumplir una importante misión en los próximos años.
Por el contrario todo esto depende de cómo se construye el prestigio que podríamos denominar «conocimiento público de un tipo de calidad”. El marketing es un eficaz e incansable constructor de sistemas de evaluación, y prefiere los rankings que pretenden imponer sus secretas preferencias como calidad absoluta.
Para tratar de entender las dos posiciones analizo el concepto de calidad que comúnmente se asocia a la competitividad de un producto o servicio, reconociéndola como la capacidad para satisfacer los requerimientos de un determinado sujeto.
De acuerdo al contexto, es factible que la calidad sea considerada como una utopía cuyo logro es en una primera aproximación, el reconocimiento derivado de la satisfacción del sujeto.
En este marco, la adopción de la calidad como filosofía de trabajo estaría determinada por:
Los requerimientos del sujeto, estímulos básicos que reciben las instituciones para adoptar la calidad como base de su sistema de trabajo. En el fondo, un sistema de calidad se implementara frente a la posibilidad de perder sujetos o para evitar el “castigo” de los organismos fiscalizadores.
Por lo que acuerdo más con la posición de que los rankings son marketing para hacer que las instituciones se posiciones de mejor manera en los mismos.
Luego de leer los textos propuestos en la plataforma y el artículo de debate, es difícil tomar una postura. En mi opinión, los rankings de cualquier tipo son necesarios y está claro que son una construcción humana, pero también debemos saber que los rankings están hechos con un objetivo, de acuerdo a un fin. Es decir, si voy a contratar una persona como cirujana/o, haré un ranking de los postulantes de acuerdo a mis necesidades, e intentaré quedarme con la/el candidata/o que más se adecue a mis necesidades. Creo que con las universidades debería pasar algo similar, no es lo mismo el ranking que aplica a una alumna/o eligiendo la universidad que el que aplica una empresa al elegir un/a postulante.
Es por eso que creo que al analizar una Universidad siempre existirá una tendencia a resaltar algún valor o característica. Tal vez de la misma manera que Gardner plantea las inteligencias múltiples se pueda plantear un ranking para cada característica destacable de una Universidad. La que genera mejores profesionales en cierta área, la que es más amigable para los alumnos, la que forma líderes de opinión, etc. etc.
Estimados colegas y profesor:
Poco es lo que sabía respecto del tema universitario. Sí conozco el tema en cuanto a evaluación educativa de instituciones secundarias. Acuerdo en que se presentan interrelaciones entre Estado, Ciudadanía y Universidad.
He leído que hubo un modo de categorizar la excelencia educativa previos a la Universidad de Shangai con sus rankings.
Me he interiorizado acerca de la web of science y lo que antes se hacía como para determinar los listados de autores destacados, profesores destacados o universidades destacadas, ello me recordó mi formación bibliotecológica y trajo a mi memoria los abstracs de publicaciones científicas. Creo que eran más cuestiones de figuración que de saber los aspectos cualitativos valiosos de los descubrimientos o innovaciones.
Si he de entrar en la justa de si a favor o en contra de estandarizar determinados indicadores para luego hacer una lista de instituciones universitarias prestigiosas o no tanto, debo decir que ahí en esos indicadores que se seleccionan está el nodo de la cuestión.
Qué indicadores elegimos entre las distintas universidades del mundo de tal modo que todos queden comprendidos en ellos no quedando resquicios de duda acerca de cuáles son las mejores instituciones educativas.
He leído : metodología, tamaño, visibilidad y luego los rangos, la recolección de datos. En fin, el proceso es arduo, así que creo que así como se generan grandes organismos tales como la IFLA, es necesario que los lugares académicos estén representados de algún modo en esa organización y que se fijen los indicadores, los rangos, pero de tal modo que sean incluidos la mayoría de los lugares y las diferencias linguísticas, culturales, etc sean tomados en cuenta. Podrá ocurrir que una universidad no posea los mismos caracteres de visibilidad que otras de mayores recursos y sin embargo ser poseedora de grandes logros o innovaciones académicas de impacto social o científico por citar un caso.
Entonces, si existe tal organismo que publica esto, que gracias a la globalización conecta a todos o la mayoría eso aseguraría una cuota de contemplación de igualdad de todas las instituciones.
Ahora bien, quien releva esta información también a la hora de recolectar, desde qué posición , desde qué neutralidad o no se posiciona al observar y recavar datos. Es otra cuestión. Es decir, la ética es otro aspecto a considerar. La auditación de datos, las bases de datos o programas relevantes usados son otros tópicos a considerar.
Es decir, podríamos pensar en un patrón a nivel mundial de aquellas instituciones que deseen participar acorde a las directivas de Estado, pero también podemos pensar en intra evaluaciones en cada reducto como medida para la perfección o la búsqueda de la mejora en los estándares educativos universitarios.
Es decir, evaluar es siempre importante…por qué si uno posee una obra y no la evalúa está podría venirse abajo fácilmente, por ende es necesario chequear cómo van las cosas, cómo se gestiona, cómo se usan los recursos, qué ocurre con los graduados, qué ocurre en las cátedras, qué ocurre con las certificaciones y promociones, cuánto tiempo llevan, etc.
En suma, a favor de la evaluación para la mejora.
Sandra Lione
Considero que si verdaderamente, como sostiene Camou, la evaluación es el nexo sistémico que conecta las necesidades y exigencias de la sociedad con el funcionamiento de las instituciones universitarias a través de la autoridad del Estado, deberíamos preocuparnos y ocuparnos de contar con evaluaciones institucionales que incluyan a todos/as los actores y todos los aspectos que constituyen una universidad.
Pero si lo único que nos preocupa es aparecen en un ranking lleno de limitaciones metodológicas tan graves que no justifican su pretensión de ser confiables para evaluar universidades y en donde lo entendido por «calidad» sólo contempla algunas aristas, debemos fiarnos de los actuales rankings.
La evaluación puede ser un estímulo poderoso para el mejoramiento institucional, pero si no se hace bien, puede llevar también a decisiones equivocadas e injustas y a consecuencias negativas.
No estoy en contra de los rankings, es más que hasta pueden ser positivos, ero si como está sucediendo actualmente se asocian a decisiones tan fuertes, como por ejemplo, el financiamiento, creo que se debe revisar profundamente a que denominamos «calidad».
Es muy atractivo y seguramente disparara varias opiniones muy encontradas el tema de debate que se está proponiendo, pero antes de abordar una conclusión deberíamos tener al menos claro dos conceptos claramente definidos: La definición de calidad como una cualidad pueda encontrarse en la naturaleza, una construcción de la razón, un “sentido” que le encontramos a determinadas entidades en la medida en que, previamente, hayamos determinado cuáles son las relaciones que la determinan y como se formula un discurso sobre ellas. Y la definición de rankings o (pensado como un ordenamientos de instituciones), que según la dirección que le demos podría ser un ranking de calidad académica (una lista «debe estar ordenada según algún criterio o conjunto de criterios que los autores de la lista consideren) o un rankings de ponderaciones (puntajes de indicadores de desempeño, en las que el puntaje global se utiliza para ordenar). Si hablamos de ranking instituciones entonces podremos proponer como aquellas listas que públicamente dan a conocer calidad relativa de tales instituciones. En la actualidad, los rankings suelen utilizar una combinación de indicadores de carácter «objetivo», muchas veces sobre insumos (profesorado, biblioteca, presupuesto) con opiniones «subjetivas» sobre el prestigio institucional. Puede resultar muy difícil indicar si se comparte la idea de los ranking pero lo que si es necesario tener un punto de referencia o parámetros que nos señalen los indicadores para establecer la calidad y lo que si nos puede resultar como importante fuente de información decisiones porque tal vez se encuentre encuentren en el ranking una fuente de información creíble, y que no será la única fuente al momento de tomar la decisión final.
Considero que es importante que exista una lista de universidades “destacadas en”, con el objeto de que se expresen logros obtenidos, aportes a la ciencia, impacto en la sociedad, de manera cualitativa, como así también cuantitativa.
Las cuestiones mencionadas anteriormente, nos pueden brindar un panorama de como la institución universitaria, lleva a cabo su formación, el efecto que tienen sus producciones a nivel local, regional, como a nivel internacional, obviamente si existe un análisis con criterios bien explícitos.
Otra cuestión es que permitiría a otras casas de estudio querer estar en esos lugares de “prestigio”, impactando directamente en el diseño de propuestas formativas innovadoras, en la gestión administrativa, gestión técnica, donde el factor humano sea destacable de mencionar y calificado dentro de la organización universitaria.
Obviamente las mismas deben ser diseñadas con el fin de generar beneficios para la sociedad en su conjunto, limitándose a producir “Rankings” por el mero hecho de promocionar y buscar el lado redituable de la misma.
Será cuestión de promover listas, donde las “universidades destacadas en” aparezcan y brinden detalles finos de logros y reconocimientos académicos, teniendo en cuenta la vinculación con la sociedad, las instituciones, y las nuevas tecnologías.
Buenas a tod@s:
Luego de realizar la lectura del concepto de calidad y de revisar intervenciones en el foro de la revista voy a proyectar el concepto entendiendo el mismo desde la utilización sobre evaluación de instituciones académicas universitarias; creo que estoy dentro de un grupo de actores sociales que ayudaría a que los rankings dejen de ser análisis cuantitativos de resultados ACADEMICOS de instituciones universitarias, y no precisamente por ser útiles a la hora de definir una estadística de que algo es mejor o peor, sino más bien porque los mismo en muchas ocasiones están descontextualizados o no son parámetros para evaluar instituciones educativas que quizás tienen semejanzas en sus objetivos para con la evaluación de calidad universitaria. Si bien nos podemos guiar por algún rankings en particular quizás la perspectiva de evaluación de una institución se puede distorsionar, como en el caso de las acreditaciones de universidades privadas, donde muchas veces por decisiones políticas se acreditan temporalmente cursos, especializaciones, carreras etc. con fines totalmente ambiguos a crecimiento académico y desarrollo de profesionales con formación pertinente y niveles de competencias acreditables para dar uso eficiente de una profesión.
Con esto traigo lo citado en el texto del concepto de calidad: la calidad es una construcción de la razón, un sentido que le encontramos a determinadas entidades…. Es decir el sentido de evaluar una institución universitaria tiene que ver con enfatizar aspectos de la realidad que se proyecta del rol de la universidad dentro de la sociedad y para con relación a las demandas que la misma así lo requiere según las problemáticas que cada lugar pos análisis socio demográfico de déficit de profesiones a fines que puedan interceder y desarrollar desde una profesión la problemática determinada y característica del lugar. A partir de ciertos estándares definir criterios para generar a posterior rankings y sus criterios cualicuantitativos para considerar resultados de dicha índole
Santiago Rossler
Leyendo ambos artículos del foro “Ranking de universidades: a favor y en contra” de Carlos Pérez Rasetti (UNPA) e Isidro Aguillo (Laboratorio de Cibermetría, España), puedo decir que me manifiesto en contra de los Ranking de Universidades, considero como plantea Pérez Rasetti, que “es posible ser la “mejor” universidad de muchas maneras diferentes”, dependiendo de los indicadores que utilicen los interesados en realizar los rankings y qué quieran mostrar a la comunidad con los mismos.
Incluso me atrevo a decir, es que la evaluación de la calidad, más que una ponderación en un ranking público, que a mi parecer sirve de marketing para las instituciones universitarias, y para irritar a aquellas que quedan muy por debajo en la lista, haciéndolas dudar de la fiabilidad de los métodos empleados; debe ser un proceso interno realizado seriamente para mejorar tanto la calidad de los procesos administrativos, como los académicos , la enseñanza y la investigación. Pensados para el contexto en donde la institución está inmersa. En lo posible, sin estar viciados por las políticas nacionales como internacionales, que condicionan la educación pública. Realizados a conciencia sobre la calidad que la institución posee sobre los servicios que presta y la investigación que realiza, en pos de mejorar el trabajo y la vida de todos los involucrados. Pero volvemos sobre lo mismo, ¿qué indicadores usamos? ¿qué queremos mostrar? ¿qué queremos mejorar o cambiar?
Para mí la calidad de una universidad debe ser vista por el aporte que ésta hace a su comunidad en todo su conjunto, pero con esto volvemos a plantear que los indicadores son subjetivos a quién está midiendo y para qué cree que se debe medir.
Por lo tanto, como conclusión, estoy en contra los ranking de universidades porque como plantea Pérez Rasetti en su artículo “Lo que los rankings dicen de la función de docencia en las universidades”, resumiendolo de alguna forma sencilla, la mayoría de ellos usan indicadores que evalúan la calidad de la función de investigación de las mismas, los indicadores en cuanto a la función docente también se miden en función de las tareas de investigación que realizan los docentes, sin dar cuenta de los procesos de enseñanza-aprendizaje qué se llevan a cabo en las universidades, lo cual, sesga los resultados de los rankings, por lo que no son fiables a la hora de evaluar la calidad de las instituciones de nivel superior, incluso, en palabras del autor, esto “puede tener impacto en las políticas públicas de educación superior y en las estrategias institucionales de mejoramiento de la calidad”.
Leyendo ambos artículos del foro “Ranking de universidades: a favor y en contra” de Carlos Pérez Rasetti (UNPA) e Isidro Aguillo (Laboratorio de Cibermetría, España), puedo decir que me manifiesto en contra de los Ranking de Universidades, considero como plantea Pérez Rasetti, que “es posible ser la “mejor” universidad de muchas maneras diferentes”, dependiendo de los indicadores que utilicen los interesados en realizar los rankings y qué quieran mostrar a la comunidad con los mismos.
Incluso me atrevo a decir, es que la evaluación de la calidad, más que una ponderación en un ranking público, que a mi parecer sirve de marketing para las instituciones universitarias, y para irritar a aquellas que quedan muy por debajo en la lista, haciéndolas dudar de la fiabilidad de los métodos empleados; debe ser un proceso interno realizado seriamente para mejorar tanto la calidad de los procesos administrativos, como los académicos , la enseñanza y la investigación. Pensados para el contexto en donde la institución está inmersa. En lo posible, sin estar viciados por las políticas nacionales como internacionales, que condicionan la educación pública. Realizados a conciencia sobre la calidad que la institución posee sobre los servicios que presta y la investigación que realiza, en pos de mejorar el trabajo y la vida de todos los involucrados. Pero volvemos sobre lo mismo, ¿qué indicadores usamos? ¿qué queremos mostrar? ¿qué queremos mejorar o cambiar?
Para mí la calidad de una universidad debe ser vista por el aporte que ésta hace a su comunidad en todo su conjunto, pero con esto volvemos a plantear que los indicadores son subjetivos a quién está midiendo y para qué cree que se debe medir.
Por lo tanto, como conclusión, estoy en contra los ranking de universidades porque como plantea Pérez Rasetti en su artículo “Lo que los rankings dicen de la función de docencia en las universidades”, resumiendolo de alguna forma sencilla, la mayoría de ellos usan indicadores que evalúan la calidad de la función de investigación de las mismas, los indicadores en cuanto a la función docente también se miden en función de las tareas de investigación que realizan los docentes, sin dar cuenta de los procesos de enseñanza-aprendizaje qué se llevan a cabo en las universidades, lo cual, sesga los resultados de los rankings, por lo que no son fiables a la hora de evaluar la calidad de las instituciones de nivel superior, incluso, en palabras del autor, esto “puede tener impacto en las políticas públicas de educación superior y en las estrategias institucionales de mejoramiento de la calidad”.
Leyendo ambos artículos del foro “Ranking de universidades: a favor y en contra” de Carlos Pérez Rasetti (UNPA) e Isidro Aguillo (Laboratorio de Cibermetría, España), puedo decir que me manifiesto en contra de los Ranking de Universidades, considero como plantea Pérez Rasetti, que “es posible ser la “mejor” universidad de muchas maneras diferentes”, dependiendo de los indicadores que utilicen los interesados en realizar los rankings y qué quieran mostrar a la comunidad con los mismos.
Incluso me atrevo a decir, es que la evaluación de la calidad, más que una ponderación en un ranking público, que a mi parecer sirve de marketing para las instituciones universitarias, y para irritar a aquellas que quedan muy por debajo en la lista, haciéndolas dudar de la fiabilidad de los métodos empleados; debe ser un proceso interno realizado seriamente para mejorar tanto la calidad de los procesos administrativos, como los académicos , la enseñanza y la investigación. Pensados para el contexto en donde la institución está inmersa. En lo posible, sin estar viciados por las políticas nacionales como internacionales, que condicionan la educación pública. Realizados a conciencia sobre la calidad que la institución posee sobre los servicios que presta y la investigación que realiza, en pos de mejorar el trabajo y la vida de todos los involucrados. Pero volvemos sobre lo mismo, ¿qué indicadores usamos? ¿qué queremos mostrar? ¿qué queremos mejorar o cambiar?
Para mí la calidad de una universidad debe ser vista por el aporte que ésta hace a su comunidad en todo su conjunto, pero con esto volvemos a plantear que los indicadores son subjetivos a quién está midiendo y para qué cree que se debe medir.
Por lo tanto, como conclusión, estoy en contra los ranking de universidades porque como plantea Pérez Rasetti en su artículo “Lo que los rankings dicen de la función de docencia en las universidades”, resumiendolo de alguna forma sencilla, la mayoría de ellos usan indicadores que evalúan la calidad de la función de investigación de las mismas, los indicadores en cuanto a la función docente también se miden en función de las tareas de investigación que realizan los docentes, sin dar cuenta de los procesos de enseñanza-aprendizaje qué se llevan a cabo en las universidades, lo cual, sesga los resultados de los rankings, por lo que no son fiables a la hora de evaluar la calidad de las instituciones de nivel superior, incluso, en palabras del autor, esto “puede tener impacto en las políticas públicas de educación superior y en las estrategias institucionales de mejoramiento de la calidad”.
Mi posición ¿ A favor o en contra de los Rankings de Universidades?
Me manifiesto en contra. A partir de la lectura de diferentes artículos, me impacta la idea de que el concepto de calidad es ambiguo
“Lo que voy a buscar ya lo había puesto yo ahí” (Pérez Rasetti) La calidad no existe. La escala con la que se realiza la medición de las universidades es un constructo, está construída y por lo tanto no es, en absoluto, inocente. ¿Qué cuestiones se ponderan en la constitución de dicha escala? Se trata de algo que alguien diseñó, siguiendo ciertos estándares en un momento y tiempo determinado. ¿A qué responde?¿Qué intereses esconde?
Siguiendo a Dávila: existen poderosas inclinaciones detrás de todo sistema de evaluación. Los Rankings no contribuyen a valorar la calidad de las universidades, más bien se trata de una triangulación: la Institución, el Estado y el Mercado; en un juego donde se articulan la políticas universitarias y el impacto en la opinión pública.
¿Para qué sirve este Ranking?¿A quiénes les sirve? Si el propósito es mejorar la calidad de los procesos de enseñanza y de los procesos de aprendizaje, esto no será reflejado por el ranking.
Si la consideración es taxativa cual plebiscito y dadas las condiciones que establecen los rankings como el inaugurado en el 2003 por China – y seguido por EEUU o los países europeos pie juntillas o adhiriendo con observaciones – mi respuesta en contra. Pero mi “en contra”, si lo pienso desde enfoques como los de Camou (2007) no sería tan sustantiva; me doy cuenta que me voy poniendo instrumental de a ratos, sobre todo contextualizándome.
Soy docente e investigadora en una Facultad de Cs. Sociales de una Universidad Nacional y Pública –UNLZ -, transité y aprehendí la sana práctica de la evaluación en distintas cátedras y por ende, vinculada aquella a distintos campos del conocimiento que me forman como profesional; eso me permite entre otras cuestiones pensar en la necesidad de evaluar aquello que hacemos, proponerme seriamente la praxis de la evaluación. Pero resulta que, como buena docente que intenta consciente y comprometidamente devolver a la comunidad parte de aquello que me dio la universidad pública, me intereso junto al resto del equipo de cátedra en investigar para mejorar nuestras prácticas y al socializar resultados, invitar a otras que forman parte de la vida institucional. A nosotr@s no nos importan los rankings, porque investigamos con otras finalidades: articular con nuestro contexto para dar cuenta de las problemáticas concretas con las que interactuamos (los sujetos pedagógicos reales que son l@s estudiantes a quienes formamos, son portadores o quienes nos advierten de esas problemáticas). Somos, a decir de Emiliozzi (2018) una de las llamadas “universidades del Conurbano”.
Acuerdo con Pérez Rasetti y otros autores que vamos leyendo en que no existe un concepto unívoco de “calidad”, también acuerdo sobre su origen discutible – al menos en sus efectos sobre las políticas universitarias-; entiendo que las conformaciones discursivas tienen efectivamente un peso hegemónico en cuanto a la estructuración del pensamiento y la acción; creo que las prácticas de evaluación institucionales genuinas son las que definen sus propios indicadores, porque allí es donde cobran sentido. No hacer caso de lo que los discursos internacionalizados instauran sobre el tema de calidad y reflexionar sobre el impacto que tienen los mismos en nuestra vida universitaria es ser obtuso; no caer en la tentación de descontextualizarnos es tratar de ser coherentes, para que la evaluación no desvirtúe – ni por finalidades, ni por metodologías preformateadas, ni por concepciones de base- su sentido positivo.
A mi juicio podría decir que los rankings tienen aspectos positivos y negativos. El hecho de estar a favor o en contra de estos rankings, va a depender desde que óptica lo miremos individualmente cada uno, por lo general podría decir que, tanto para la universidad como para los estudiantes, la utilidad o no de esta nueva herramienta, será tal si realmente funcionan de acuerdo con el objetivo con el que fueron creados: el incentivo de mejorar. Por lo que he leído, genera mucho debate y confusión, por lo que yo recomendaría a un estudiante que tomen a los rankings como un reflejo de lo que una universidad es, pero nunca como un reflejo total o estático sino como uno que puede y debe modificarse.
Una mirada en términos de “la calidad”
Me atrevo a decir entonces que los rankings en términos de calidad son unas herramientas que ayudarían y favorecerían a las universidades y a los estudiantes que buscan graduarse un en una universidad de calidad.
Esta afirmación se debe al documento que define la calidad como un “constructo” entonces, esta herramienta de hecho que fomentan la competitividad entre los alumnos y las mismas universidades. Al mismo tiempo, los alumnos se favorecen por que las universidades querrán aparecer en estos rankings y por lo tanto invertirán en infraestructura, investigación y docencia, para escalar posiciones y mejorar su competitividad, ofrecen facilidades al momento de tomar decisiones inmediatas para el futuro educativo (de esta manera las universidades producirían y se actualizarían en todo sentido) Cuando un alumno debe elegir una universidad, una carrera o un país para estudiar en el extranjero, etc., etc.,
En síntesis
Hago un voto a favor visto los rankings en términos de calidad. Pero por supuesto como dije en un principio, todo esto sin verle el lado negativo que puede tener otras caras. Los rankings, como ha sido evidenciado, presentan deficiencias y sesgos metodológicos notables, pero ello no significa que no puedan servir como herramientas para la mejora institucional. Yo estoy a favor de los rankings en la medida que los indicadores favorezcan a la construcción de universidades de calidad, pero en la medida que estos se rankings se disparen desde el marketing, serán vistos como falsos indicadores de calidad.
A mi juicio podría decir que los rankings tienen aspectos positivos y negativos. El hecho de estar a favor o en contra de estos rankings, va a depender desde que óptica lo miremos individualmente cada uno, por lo general podría decir que, tanto para la universidad como para los estudiantes, la utilidad o no de esta nueva herramienta, será tal si realmente funcionan de acuerdo con el objetivo con el que fueron creados: el incentivo de mejorar. Por lo que he leído, genera mucho debate y confusión, por lo que yo recomendaría a un estudiante que tomen a los rankings como un reflejo de lo que una universidad es, pero nunca como un reflejo total o estático sino como uno que puede y debe modificarse.
Una mirada en términos de “la calidad”
Me atrevo a decir entonces que los rankings en términos de calidad son unas herramientas que ayudarían y favorecerían a las universidades y a los estudiantes que buscan graduarse un en una universidad de calidad.
Esta afirmación se debe al documento que define la calidad como un “constructo” entonces, esta herramienta de hecho que fomentan la competitividad entre los alumnos y las mismas universidades. Al mismo tiempo, los alumnos se favorecen por que las universidades querrán aparecer en estos rankings y por lo tanto invertirán en infraestructura, investigación y docencia, para escalar posiciones y mejorar su competitividad, ofrecen facilidades al momento de tomar decisiones inmediatas para el futuro educativo (de esta manera las universidades producirían y se actualizarían en todo sentido) Cuando un alumno debe elegir una universidad, una carrera o un país para estudiar en el extranjero, etc., etc.,
En síntesis
Hago un voto a favor visto los rankings en términos de calidad. Pero por supuesto como dije en un principio, todo esto sin verle el lado negativo que puede tener otras caras. Los rankings, como ha sido evidenciado, presentan deficiencias y sesgos metodológicos notables, pero ello no significa que no puedan servir como herramientas para la mejora institucional. Yo estoy a favor de los rankings en la medida que los indicadores favorezcan a la construcción de universidades de calidad, pero en la medida que estos se rankings se disparen desde el marketing, serán vistos como falsos indicadores de calidad.
A mi juicio podría decir que los rankings tienen aspectos positivos y negativos. El hecho de estar a favor o en contra de estos rankings, va a depender desde que óptica lo miremos individualmente cada uno, por lo general podría decir que, tanto para la universidad como para los estudiantes, la utilidad o no de esta nueva herramienta, será tal si realmente funcionan de acuerdo con el objetivo con el que fueron creados: el incentivo de mejorar. Por lo que he leído, genera mucho debate y confusión, por lo que yo recomendaría a un estudiante que tomen a los rankings como un reflejo de lo que una universidad es, pero nunca como un reflejo total o estático sino como uno que puede y debe modificarse.
Una mirada en términos de “la calidad”
Me atrevo a decir entonces que los rankings en términos de calidad son unas herramientas que ayudarían y favorecerían a las universidades y a los estudiantes que buscan graduarse un en una universidad de calidad.
Esta afirmación se debe al documento que define la calidad como un “constructo” entonces, esta herramienta de hecho que fomentan la competitividad entre los alumnos y las mismas universidades. Al mismo tiempo, los alumnos se favorecen por que las universidades querrán aparecer en estos rankings y por lo tanto invertirán en infraestructura, investigación y docencia, para escalar posiciones y mejorar su competitividad, ofrecen facilidades al momento de tomar decisiones inmediatas para el futuro educativo (de esta manera las universidades producirían y se actualizarían en todo sentido) Cuando un alumno debe elegir una universidad, una carrera o un país para estudiar en el extranjero, etc., etc.,
En síntesis
Hago un voto a favor visto los rankings en términos de calidad. Pero por supuesto como dije en un principio, todo esto sin verle el lado negativo que puede tener otras caras. Los rankings, como ha sido evidenciado, presentan deficiencias y sesgos metodológicos notables, pero ello no significa que no puedan servir como herramientas para la mejora institucional. Yo estoy a favor de los rankings en la medida que los indicadores favorezcan a la construcción de universidades de calidad, pero en la medida que estos se rankings se disparen desde el marketing, serán vistos como falsos indicadores de calidad.
A mi juicio podría decir que los rankings tienen aspectos positivos y negativos. El hecho de estar a favor o en contra de estos rankings, va a depender desde que óptica lo miremos individualmente cada uno, por lo general podría decir que, tanto para la universidad como para los estudiantes, la utilidad o no de esta nueva herramienta, será tal si realmente funcionan de acuerdo con el objetivo con el que fueron creados: el incentivo de mejorar. Por lo que he leído, genera mucho debate y confusión, por lo que yo recomendaría a un estudiante que tomen a los rankings como un reflejo de lo que una universidad es, pero nunca como un reflejo total o estático sino como uno que puede y debe modificarse.
Una mirada en términos de “la calidad”
Me atrevo a decir entonces que los rankings en términos de calidad son unas herramientas que ayudarían y favorecerían a las universidades y a los estudiantes que buscan graduarse un en una universidad de calidad.
Esta afirmación se debe al documento que define la calidad como un “constructo” entonces, esta herramienta de hecho que fomentan la competitividad entre los alumnos y las mismas universidades. Al mismo tiempo, los alumnos se favorecen por que las universidades querrán aparecer en estos rankings y por lo tanto invertirán en infraestructura, investigación y docencia, para escalar posiciones y mejorar su competitividad, ofrecen facilidades al momento de tomar decisiones inmediatas para el futuro educativo (de esta manera las universidades producirían y se actualizarían en todo sentido) Cuando un alumno debe elegir una universidad, una carrera o un país para estudiar en el extranjero, etc., etc.,
En síntesis
Hago un voto a favor visto los rankings en términos de calidad. Pero por supuesto como dije en un principio, todo esto sin verle el lado negativo que puede tener otras caras. Los rankings, como ha sido evidenciado, presentan deficiencias y sesgos metodológicos notables, pero ello no significa que no puedan servir como herramientas para la mejora institucional. Yo estoy a favor de los rankings en la medida que los indicadores favorezcan a la construcción de universidades de calidad, pero en la medida que estos se rankings se disparen desde el marketing, serán vistos como falsos indicadores de calidad.
A mi juicio podría decir que los rankings tienen aspectos positivos y negativos. El hecho de estar a favor o en contra de estos rankings, va a depender desde que óptica lo miremos individualmente cada uno, por lo general podría decir que, tanto para la universidad como para los estudiantes, la utilidad o no de esta nueva herramienta, será tal si realmente funcionan de acuerdo con el objetivo con el que fueron creados: el incentivo de mejorar. Por lo que he leído, genera mucho debate y confusión, por lo que yo recomendaría a un estudiante que tomen a los rankings como un reflejo de lo que una universidad es, pero nunca como un reflejo total o estático sino como uno que puede y debe modificarse.
Una mirada en términos de “la calidad”
Me atrevo a decir entonces que los rankings en términos de calidad son unas herramientas que ayudarían y favorecerían a las universidades y a los estudiantes que buscan graduarse un en una universidad de calidad.
Esta afirmación se debe al documento que define la calidad como un “constructo” entonces, esta herramienta de hecho que fomentan la competitividad entre los alumnos y las mismas universidades. Al mismo tiempo, los alumnos se favorecen por que las universidades querrán aparecer en estos rankings y por lo tanto invertirán en infraestructura, investigación y docencia, para escalar posiciones y mejorar su competitividad, ofrecen facilidades al momento de tomar decisiones inmediatas para el futuro educativo (de esta manera las universidades producirían y se actualizarían en todo sentido) Cuando un alumno debe elegir una universidad, una carrera o un país para estudiar en el extranjero, etc., etc.,
En síntesis
Hago un voto a favor visto los rankings en términos de calidad. Pero por supuesto como dije en un principio, todo esto sin verle el lado negativo que puede tener otras caras. Los rankings, como ha sido evidenciado, presentan deficiencias y sesgos metodológicos notables, pero ello no significa que no puedan servir como herramientas para la mejora institucional. Yo estoy a favor de los rankings en la medida que los indicadores favorezcan a la construcción de universidades de calidad, pero en la medida que estos se rankings se disparen desde el marketing, serán vistos como falsos indicadores de calidad.
a mi juicio
A mi juicio podría decir que los rankings tienen aspectos positivos y negativos. El hecho de estar a favor o en contra de estos rankings, va a depender desde que óptica lo miremos individualmente cada uno, por lo general podría decir que, tanto para la universidad como para los estudiantes, la utilidad o no de esta nueva herramienta, será tal si realmente funcionan de acuerdo con el objetivo con el que fueron creados: el incentivo de mejorar. Por lo que he leído, genera mucho debate y confusión, por lo que yo recomendaría a un estudiante que tomen a los rankings como un reflejo de lo que una universidad es, pero nunca como un reflejo total o estático sino como uno que puede y debe modificarse.
Una mirada en términos de “la calidad”
Me atrevo a decir entonces que los rankings en términos de calidad son unas herramientas que ayudarían y favorecerían a las universidades y a los estudiantes que buscan graduarse un en una universidad de calidad.
Esta afirmación se debe al documento que define la calidad como un “constructo” entonces, esta herramienta de hecho que fomentan la competitividad entre los alumnos y las mismas universidades. Al mismo tiempo, los alumnos se favorecen por que las universidades querrán aparecer en estos rankings y por lo tanto invertirán en infraestructura, investigación y docencia, para escalar posiciones y mejorar su competitividad, ofrecen facilidades al momento de tomar decisiones inmediatas para el futuro educativo (de esta manera las universidades producirían y se actualizarían en todo sentido) Cuando un alumno debe elegir una universidad, una carrera o un país para estudiar en el extranjero, etc., etc.,
En síntesis
Hago un voto a favor visto los rankings en términos de calidad. Pero por supuesto como dije en un principio, todo esto sin verle el lado negativo que puede tener otras caras. Los rankings, como ha sido evidenciado, presentan deficiencias y sesgos metodológicos notables, pero ello no significa que no puedan servir como herramientas para la mejora institucional. Yo estoy a favor de los rankings en la medida que los indicadores favorezcan a la construcción de universidades de calidad, pero en la medida que estos se rankings se disparen desde el marketing, serán vistos como falsos indicadores de calidad.
A mi juicio podría decir que los rankings tienen aspectos positivos y negativos. El hecho de estar a favor o en contra de estos rankings, va a depender desde que óptica lo miremos individualmente cada uno, por lo general podría decir que, tanto para la universidad como para los estudiantes, la utilidad o no de esta nueva herramienta, será tal si realmente funcionan de acuerdo con el objetivo con el que fueron creados: el incentivo de mejorar. Por lo que he leído, genera mucho debate y confusión, por lo que yo recomendaría a un estudiante que tomen a los rankings como un reflejo de lo que una universidad es, pero nunca como un reflejo total o estático sino como uno que puede y debe modificarse.
Una mirada en términos de “la calidad”
Me atrevo a decir entonces que los rankings en términos de calidad son unas herramientas que ayudarían y favorecerían a las universidades y a los estudiantes que buscan graduarse un en una universidad de calidad.
Esta afirmación se debe al documento que define la calidad como un “constructo” entonces, esta herramienta de hecho que fomentan la competitividad entre los alumnos y las mismas universidades. Al mismo tiempo, los alumnos se favorecen por que las universidades querrán aparecer en estos rankings y por lo tanto invertirán en infraestructura, investigación y docencia, para escalar posiciones y mejorar su competitividad, ofrecen facilidades al momento de tomar decisiones inmediatas para el futuro educativo (de esta manera las universidades producirían y se actualizarían en todo sentido) Cuando un alumno debe elegir una universidad, una carrera o un país para estudiar en el extranjero, etc., etc.,
En síntesis
Hago un voto a favor visto los rankings en términos de calidad. Pero por supuesto como dije en un principio, todo esto sin verle el lado negativo que puede tener otras caras. Los rankings, como ha sido evidenciado, presentan deficiencias y sesgos metodológicos notables, pero ello no significa que no puedan servir como herramientas para la mejora institucional. Yo estoy a favor de los rankings en la medida que los indicadores favorezcan a la construcción de universidades de calidad, pero en la medida que estos se rankings se disparen desde el marketing, serán vistos como falsos indicadores de calidad.
A mi juicio podría decir que los rankings tienen aspectos positivos y negativos. El hecho de estar a favor o en contra de estos rankings, va a depender desde que óptica lo miremos individualmente cada uno, por lo general podría decir que, tanto para la universidad como para los estudiantes, la utilidad o no de esta nueva herramienta, será tal si realmente funcionan de acuerdo con el objetivo con el que fueron creados: el incentivo de mejorar. Por lo que he leído, genera mucho debate y confusión, por lo que yo recomendaría a un estudiante que tomen a los rankings como un reflejo de lo que una universidad es, pero nunca como un reflejo total o estático sino como uno que puede y debe modificarse.
Una mirada en términos de “la calidad”
Me atrevo a decir entonces que los rankings en términos de calidad son unas herramientas que ayudarían y favorecerían a las universidades y a los estudiantes que buscan graduarse un en una universidad de calidad.
Esta afirmación se debe al documento que define la calidad como un “constructo” entonces, esta herramienta de hecho que fomentan la competitividad entre los alumnos y las mismas universidades. Al mismo tiempo, los alumnos se favorecen por que las universidades querrán aparecer en estos rankings y por lo tanto invertirán en infraestructura, investigación y docencia, para escalar posiciones y mejorar su competitividad, ofrecen facilidades al momento de tomar decisiones inmediatas para el futuro educativo (de esta manera las universidades producirían y se actualizarían en todo sentido) Cuando un alumno debe elegir una universidad, una carrera o un país para estudiar en el extranjero, etc., etc.,
En síntesis
Hago un voto a favor visto los rankings en términos de calidad. Pero por supuesto como dije en un principio, todo esto sin verle el lado negativo que puede tener otras caras. Los rankings, como ha sido evidenciado, presentan deficiencias y sesgos metodológicos notables, pero ello no significa que no puedan servir como herramientas para la mejora institucional. Yo estoy a favor de los rankings en la medida que los indicadores favorezcan a la construcción de universidades de calidad, pero en la medida que estos se rankings se disparen desde el marketing, serán vistos como falsos indicadores de calidad.
Ya hecho la lectura de los textos sobre evaluación de las instituciones Universitaria, y de la lectura me surgieron los siguientes comentarios, prestando mucha atención a los indicadores que toman para poder establecer los Rankings.
Comparto plenamente que existan unos rankings de Universidades destacadas, pero los rankings en estos se toman como que están enfocados objetivamente muchas veces sobre indicadores incompletos y opiniones subjetivas sobre el prestigio de las distintas Universidades.
Estas cuestiones de los Ranking también inspirarían a las Universidades a preocuparse por levantar su nivel de formación y llegar a realizar nuevas propuestas formativas tanto en lo tecnológico como en lo académico.
Estamos en tiempos que todo se evalúa, se mide y se busca prestigios a través de valoraciones, pero deberíamos prestar atención en los criterios con los cuales se toman como parámetros, para tener en cuenta valoraciones más creíbles.
Personalmente estoy a favor de las evaluaciones a las Universidades, pero las evaluaciones tienen que realizarse bajo objetivos claros y sus mediciones tienen que ser imparcial, claras y no tienen que ser subjetivas; Tienen que ser muy precisas respecto a lo que se mide, con comparaciones claras y actuales de las Universidades.
Buen día no se porque no subió mi comentario, espero que esta vez si se pueda leer. Desde mi punto de vista estoy a favor de los «Rankings» es necesario poder medir para saber en que posición estamos, nos permite compararnos y sobre todo aplicar algo tan usado en Calidad,como es la mejora continua.
Desde la visión de la Calidad, desde la premisa de que las cosas se deben hacer bien desde la primera vez, desde que se debe llegar a la satisfacción del cliente, no solo del cliente externo sino también del cliente interno, los rankings son muy útiles, poder ver la incersion de los alumnos en la sociedad laboral una vez finalizado la misma, resulta un dato muy importante.
Isidro F Aguillo habla de herramienta de evaluación de la actividad académica, justamente si sabemos a que ajustarnos, el modelo con que compararnos, si sabemos y establecemos el objetivo, la misión y la visión, estamos enfocados en la «Calidad». Las critica siempre se van a presentar.
Es de mencionar que los parar metros de evaluación de estos rankings, deben ser dinámicos y actualizados de acuerdo al avance de la era por la que estamos transitando.
Desde ya ésta evaluación del rankings debe estar normalizada, debe tener estándares de comparación bien definidos. Deben ser transparentes, en resumen la medición debe ser la misma si se la efectúa en cualquier lugar.
La publicación habla del tamaño de la Universidad, lo cual no me parece un inconveniente a la hora de compararlas, si «Calificamos» algo bajo ciertas Normas Internacionales bien definidas un alumno perteneciente a una comunidad educativa de miles de alumnos debería ser igual al producto de aquella que solo posea un centenar de alumnos.
Cuando leía los materi6ales me preguntaba en cuántas verdades en el mundo académico asumimos como verdades taxativas. Pensar la conceptualización de calidad pocas veces las miramos a la luz de determinados parámetros subjetivos, por ende de construcciones individuales que se yerguen en universales a los que se debe alcanzar. En tal sentido también me parecía revelante también pasar por el filtro de una visión crítica la consideración de los ránking que no son otra cosa nuevamente que elecciones muchas veces montadas sobre interéses demasiado sectarios.
Deconstruir para construir sentidos y visiones para analizar los procesos de evaluacion institucional nos ayudan a mirar distinto.
Natacha.
Apoyándome en ideas del profesor Carlos Pérez Rasetti (2010) tales como que la calidad de las cosas no existe, y que ni siquiera está en ellas, sino en la mirada de quién las está valorando, no me quedan dudas que los rankings se convierten en una herramienta que está lejos de ser neutral.
En particular para los rankings de las universidades, ¿qué “constructo” de calidad se tiene en cuenta para clasificarlas? ¿quién lo selecciona? ¿Será que los indicadores y su ponderación representan los intereses de todas las universidades, o, por el contrario, solo de algunas, especialmente aquellas que adhieran a ese ranking? Esto último, resonó al navegar por la web y encontrarme que, en algunos años, mientras para el ranking Quacquarelli Symonds (QS) la UBA lidera en su zona, en otro, como el ranking Times Higher Education (THE), ni aparece, y esto debido, según indicaron, a diferencias en el acopio de la información para su posterior evaluación.
Quiero aclarar que no es mi intención afirmar que no deban existir las evaluaciones que, de algún modo, “nivelen” los centros donde se forman profesionales, se realizan investigaciones, o a sus programas. Sin embargo, lo que sí creo es que deberían definirse los objetivos de realizar una lista que jerarquice las universidades, porque, algunas veces, la competencia solamente hará que aumenten las diferencias desmantelando el sistema de educación tan necesario para ayudar a desarrollar a un país económica, cultural y socialmente.
Considero que un ranking no tiene sentido, el ponderar algunas variables que se utilizan para poner una universidad sobre otra despojándolos de la realidad que muchas veces es lo que se requiere saber de las universidades, adhiero en lo personal a las palabras de Díaz Barriga, en su enunciado: “la calidad de la educación es una expresión que cubre dos finalidades dentro de la política educativa. Una, oculta y desplaza los problemas centrales de la educación, por ejemplo, la financiación de la educación, a problemas de eficacia y eficiencia del propio sistema educativo. La segunda, es que individualiza los problemas de educación, haciendo responsables al profesorado, o al funcionamiento y organización de los propios centros” (Díaz Barriga, A. 1991:55) Es así que noto con tristeza como los sistemas educativos son tratados, analizados y desvalorados u sobrevalorados en algunos casos, según la lupa con la que se miran.
De la lectura del artículo “El concepto de calidad”, podemos concluir que no es posible elaborar indicadores que normalicen la denominada “calidad” en una institución universitaria. El artículo del Profesor Carlos Pérez Rasetti, indica que la calidad hay que fundarla en un trabajo previo que mixture conceptos, objetivos y/o metas que tengan en cuenta la complejidad de la Universidad.
Algunos rankings “evalúan y jerarquizan principalmente por sus capacidades y resultados en función de la investigación” (Pérez Rasetti, 2018), no incluyendo otros indicadores que por ejemplo tengan en cuenta los impactos económicos, sociales, culturales y políticos, así como marcadores que contemplen unas de las columnas fundacionales de la Universidad como es la de la docencia. (Barsky, O 2018).
Para otros investigadores del tema, el origen de los rankings es deportivo. De ésta forma se establece un listado en orden descendente a partir de la competencia (individual y/o por equipos) fácilmente medible y comprensible por aquellos que siguen el devenir de éstas actividades.
En el caso de las Universidades, lo planteado en el párrafo anterior, ya no resultaría tan claro debido a que cada Institución Universitaria se encuentra enmarcada por un entorno con misiones, metas y/u objetivos particulares que dificultaría la competencia entre ellas para la elaboración de una clasificación o tabla de supuesta “calidad”.
Tal vez sería meritoria la apertura del debate interno (de la Universidad Nacional), si es que ya no se encuentra en proceso, del concepto de calidad y los sistemas de evaluación de calidad, tal como es mencionado en el artículo: “El concepto de calidad”, que ayude a disminuir los desequilibrios (presupuestarios, formación, investigación, extensión) de nuestras Instituciones ubicadas a lo largo y ancho del País.
Un ranking de universidades, termina siendo una herramienta de marketing, donde gana quien inventa la concepción de calidad y la impone, como dice Pérez Rasetti (2010) ya que establece cuales son sus criterios a valorar (y ello le brindará más puntaje).
También pueden ser una buena herramienta de evaluación, pero en vez de producir un índice que determine un orden de importancia, se deberían utilizar criterios científicos transparentes y públicos, que posean la mayor cantidad de índices o variables, permitiendo dar resultados “configurados a la carta” (Aguillo, 2010), y que posibiliten la realización de análisis según los intereses de los usuarios.
Después de haber realizado la lectura I, Aguillo (por qué sí) y la de C, Pérez Rasetti (por qué no), me surgió la siguiente pregunta ¿calidad o rankings de las universidades?. No observo en los rankings analizados hasta ahora que se busque realmente elaborar una listado de universidades en que se refleje la calidad de la enseñanza, de formación y de proyección social; solo he visto un listado marketinero que ha modo de campeonato de futbol coloca en primer lugar a aquellas universidades que se quieren beneficiar, ponderando ciertos indicadores que poco tienen que ver con querer dar fe de la calidad educativa de las mismas.
Toda organización cuenta con diferentes recursos para cumplir con sus objetivos, entre los cuales podemos mencionar a los recursos intangibles, por ejemplo la “imagen” de la misma. Cada organización proyecta una imagen, aunque sea involuntariamente, es decir, aunque no practique estrategias para sesgar la percepción en los terceros. La imagen concebida como un recurso, junto a los humanos, materiales, tecnológicos, etc. puede (y debería) ser administrada para lograr el cumplimiento eficiente del objetivo organizacional.
Por ejemplo, la elección del emblema o logotipo de cualquier universidad, no es un hecho librado al azar, sino que supone un proceso de diseño que responde a las características que la institución desea manifestar, como parte de su imagen. La “H” de Harvard y el color bordó, impresa en indumentaria, artículos de librería y demás merchandising, demuestra el trabajo de marketing que realiza la institución y que da como resultado, la presencia en el inconsciente de la población mundial, reforzando la reputación construida a base de profesores y egresados notables.
Volviendo al tema del cumplimiento de los objetivos, para el logro de los mismos, las universidades deben necesariamente captar alumnos, quienes durante el proceso de decisión, toman toda información disponible, procesándola de alguna manera para concluir a cuál universidad concurrirán, delegando en la institución sus proyectos, deseos y anhelos.
Como egresada de la UNPA, veo con tristeza como alumnos santacruceños, eligen estudiar fuera de su provincia, carreras que ofrece la universidad local, argumentando ellos y/o sus padres, que el nivel de la misma no es comparable con el de una universidad en Buenos Aires o Córdoba (por ejemplo)… ¿Cuáles son los indicadores que muestran que un profesor de matemática egresado en La Plata, será “mejor” que uno egresado de la UNPA? ¿Qué imagen proyecta y cómo la percibe su entorno inmediato? Sería lógico que las universidades realicen un sondeo sobre la percepción de su imagen en la comunidad y establecer medidas que procuren la mejora de la misma o el mantenimiento en caso de ser positiva.
En el caso de los rankings aquí analizados, incluyen indicadores que abarcan otras características de las universidades, como investigación, enseñanza, empleabilidad además del prestigio o imagen y claramente las primeras características serán las que definan la última mencionada.
Definitivamente los ranking existen, principalmente porque los usuarios los demandan y si definimos calidad como “adecuado para el uso, satisfaciendo las necesidades del cliente” (Joseph Jurán, 1993) deberíamos entender que son necesarios, seguramente con ajustes (transparentes y parciales) que cumplan con los verdaderos requisitos de los interesados.
Comparto con Pérez Rasetti que el concepto de calidad es un “constructo social” y, por lo tanto, responde a concepciones “subjetivas” que dependen de cada contexto cultural en el que se insertan. Partiendo de esta premisa, todo dispositivo evaluativo que busque “medir” la calidad de determinado producto, en particular, si se refiere a una institución educativa, de índole inminentemente “socio-cultural”, debe contemplar indicadores que reflejen la particularidad de dicho contexto cultural. Cuando no se tiene en cuenta la importancia de la contextualización en cualquier tipo de evaluación, cuando se usan instrumentos arbitrarios, estandarizados, y de alguna manera, monopolizados, como los aplicados para determinar el ranking de las universidades, se obtienen datos que, muy probablemente, respondan a intereses del mercado dominante, pero que se alejan considerablemente de la realidad singular de cada institución en cuestión.
Desde mi opinión no considero que adecuado la adopción de rankings como modo de comunicar evaluaciones de grupos de universidades, ya que el ranking es una lista ordenada jerárquicamente, en la cual el orden es el resultado de una operación de evaluación efectuada de acuerdo a unos indicadores de calidad.
La calidad, entonces, no es una cualidad que pueda encontrarse en la naturaleza, es un
“constructo” como suelen decir los semiólogos, una construcción de la razón, un
“sentido” que le encontramos a determinadas entidades en la medida en que, previamente, hayamos determinado cuáles son las relaciones que la determinan.
En el caso de los rankings de universidades se trata de un número relativamente pequeño de indicadores que se ponderan entre sí y terminan dando un índice de calidad que permite comparar y jerarquizar a las universidades. El índice es de muy fácil lectura y se adapta perfectamente a la difusión mediática pero, además, no presenta sorpresas para el gran público.
Si introdujéramos otros indicadores relevantes, menos relacionados con el “éxito”, por ejemplo, determinaríamos otro modelo de calidad y los resultados serían diferentes.
Vuelvo sobre el principio, aquello de que el concepto de calidad no existe. Lo que existe es “una operación de sentido” que realizamos con los elementos (con algunos) de determinadas entidades para construir ese mensaje que denominamos “calidad”. La calidad, definitivamente, no está en las cosas sino en la mirada del sujeto.
Podemos decir que es una costumbre argentina leer la realidad en términos de dicotomía, por lo cual no extraña leer un planteo a favor o en contra de los rankings de universidades. Sí es inusual situarse a mitad de camino y tratar de arribar al “dorado término medio” que cantaba el poeta Horacio.
Lo que subyace en el concepto de ranking es la idea de evaluación y valoración de la excelencia, por eso todos habrán sentido una pizca de orgullo al leer en el mes de mayo pasado que la UBA se ubicó en el puesto 293 del CWUR (https://www.infobae.com/educacion/2018/05/29/3-universidades-argentinas-ingresaron-al-grupo-de-las-mil-mejores-del-mundo/). Pero el ranking también pone en juego las nociones de eficacia, poder y control que atentan contra la base misma de la autonomía universitaria.
El ranking construye con un corpus de indicadores una idea de lo que es la calidad educativa, la representa en un listado y la divulga. Es tanto más peligroso que útil en tanto presenta una versión acabada y “natural” de las relaciones de poder que se establecen entre los intereses políticos, económicos y corporativos que sirven de escenario al desarrollo de nuestras universidades. Y hablo de nuestras universidades públicas atendiendo a las argentinas, que son una especie rara si pensamos en el ingreso y el tipo de financiamiento, que no existe en otro país ni siquiera de Latinoamérica, por lo cual siempre nos resulta tan difícil de compararnos o asimilarnos a otros casos.
La Universidad Reformista no puede y no debe definirse en términos de un ranking internacional sino de una idea de lo que es la calidad educativa. Tal como lo plantea Stubrin (2018), bien definido, el concepto de “calidad universitaria” va a ser el contenido de una estrategia de evaluación y acreditación; y bien transmitido, se convertirá en un valor que procurará alcanzar y conservar toda la comunidad universitaria.
La idea de evaluación aparece entonces tanto más superadora que la de ranking porque permite correrse de las variables estáticas y abrazar la diversidad disciplinar y pedagógica, renovar los acuerdos sobre lo que es la buena enseñanza y construir un lugar de autoridad integrado por pares académicos.
En ese lugar a mitad de camino entre el ranking y su rechazo está la humanización de nuestra tarea como docentes, investigadores y extensionistas, que leemos a diario las variables cuantitativas y cualitativas para generar propuestas superadoras que ubiquen a la Universidad plenamente en su rol como actor social y cultural.
Considero que evaluar las instituciones es importante, para ello se debe analizar un conjunto de elementos, procesos, reglas, bienes, personas involucradas y sus prácticas. Estoy de acuerdo con el material de lectura que menciona que la calidad es un “constructo”, es decir una construcción de la razón, un “sentido” que le encontramos a determinadas entidades en la medida en que, previamente, hayamos determinado cuáles son las relaciones que la determinan.
El raking se realiza teniendo en cuenta distintos indicadores que se ponderan entre sí y terminan dando un índice de calidad que permite comparar y jerarquizar a las universidades, eso puede impactar de manera positiva si se lleva a cabo de manera correcta o puede tener consecuencias negativas en el caso contrario.
Los conceptos de calidad en los rankings elaborados, deben ser realizados teniendo en cuenta estándares comparativos que permitan tener una visión glocal. Estas evaluaciones deben responder a una complejidad lógica, e integrar los constructos desde diferentes dimensiones y prácticas.
Si esto no se discute, los rankings favorecerán pura y exclusivamente a los mismos de siempre, que son las universidades que tienen mayor prestigio y están de moda.
El término ”calidad” tiene dimensiones epistemológicas y valorativas, es por eso que los rankings, están cargados de tecnicismos, muchas veces no contemplan las cuestiones estructurales de base y en los que además, se pueden vislumbrar siempre cuestiones políticas que afectan al concepto y modifican los resultados. Según José Dias Sobrinho “Los conceptos, criterios, procesos y usos de calidad y pertinencia serán muy distintos y, en muchos casos, contradictorios conforme la educación sea comprendida como mercancía o, al contrario, como proceso de construcción de conocimientos científica y socialmente relevantes y de formación de sujetos aptos para insertarse crítica y creativamente, colocando en juego valores públicos en la construcción de sus sociedades nacionales y de la sociedad humana en general”
Es por ello que cada Universidad debe propender a desarrollar componentes de pertinencia y evaluación frente a los procesos a fin de establecer criterios sobre la calidad académica, en un entorno en el cual las condiciones evaluativas sean coherentes con el contexto geográfico en que se las compara.
Se me ocurre pensar que para que la evaluación sea valiosa para la institución debe pasar por varias etapas, en primer lugar una evaluación sobre la pertinencia, que aporte al desarrollo y crecimiento de la institución. Además debemos tener en cuenta que cada constructo a evaluar tiene un sesgo de subjetividad que puede desvirtuar el instrumento.
Lo que si, me quedan dos sensaciones, la primera es que se hace difícil entender la comparación que se hace entre una universidad de China, una de Estados Unidos, enfrentadas con otras de países que cuentan con distintas potencialidades, recursos, financiamiento.
Pero, por otro lado y en base a los criterios que se evaluaron en el World University Rankings, que confecciona la consultora QS, la Universidad de Buenos Aires, llegó al puesto 73 a nivel mundial. Según lo informado por los medios, en el ámbito regional latinoamericano es la mejor catalogada.
Como lo señalan los analistas del caso, las métricas son las que determinan que posición se ocupa, igualmente no deja de ser una buena noticia, teniendo en cuenta el contexto de desinversión de las Universidades Públicas.
Hablar de calidad no es una cuestión de escasa complejidad, si consideramos a la calidad como una construcción, es decir que no es “algo” que se encuentre en la naturaleza sin más, deberemos entonces analizar su proceso constitutivo.
Hablando específicamente de la “Calidad” en términos de los rankings de las universidades y siguiendo a Albornoz y Osorio estaremos frente a: “desafíos de orden teórico y metodológico que comprenden los objetivos de los rankings, las definiciones de calidad que se adoptan, las unidades de análisis, las dimensiones y los indicadores que se eligen, las fuentes que se utilizan, los criterios de ponderación, la forma de organización de los resultados y las modalidades de difusión pública de sus resultados”.
Si bien para algunos autores los rankings universitarios tienen por objeto establecer un orden jerárquico de las instituciones de educación superior basándose en parámetros e indicadores que pretenden medir la calidad, el origen de los rankings no deja de estar vinculado a las competencias deportivas.
De esta forma si bien los rankings son fuentes de información “útil” desde algunas perspectivas no dejan de estar relacionados de manera directa al mercado y a sus reglas de juego que terminan por otorgar más prestigio a las instituciones que ya los poseen desconociendo los contextos en los que operan muchas de las instituciones evaluadas al realizar evaluaciones con proyección mundial.
Entonces, rankings “a favor” o “en contra”, los rankings pueden resultar útiles teniendo en cuenta su modo de construcción y los aspectos que evalúan en determinados contextos pero no dejan de ser evaluaciones o “subjetividades” puestas en valor en el mercado.
La evaluación , es un estímulo importante dentro del sistema pues, «El prestigio y el dinero son dos movilizadores importantes de los académicos; los sistemas de evaluación suelen operar sobre ambos, pero muy explícitamente sobre el primero; no hay cómo esperar que no produzcan efectos.» Por lo cual es de esperar que todoas las institución pretendan de una u otra formar aparecer en algún ranking y por supuesto bien posicionada. Sucede habitualmente que en los medios de comunicación aparecen informaciones sobre los ranking de universidades. Para el futuro estudiante y para la sociedad en general esto tiene un efecto importante situando a las instituciones mencionadas en el ranking dentro de su campo de preferencias. Es casi inevitable. No se piensa en los indicadores, ni en como se construyó ese ranking lo importante para todos es el resultado. De esta forma cada institución puede elegir indicadores adecuados que le den una buena posición dentro de la construcción del ranking.
Para sintetizar mi postura retomo: La calidad, entonces, no es una cualidad que pueda encontrarse en la naturaleza, es un “constructo” como suelen decir los semiólogos, una construcción de la razón, un “sentido” que le encontramos a determinadas entidades en la medida en que, previamente, hayamos determinado cuáles son las relaciones que la determinan.
Quizás venga bien un ejemplo: el caso de los rankings de universidades. El más conocido de todos, el Academic Ranking of World Universities, elaborado por la Universidad Jiao Tong de Shangai (conocido como Ranking de Shangai), por ejemplo, utiliza un grupo mínimo de indicadores integrado por la cantidad de premios importantes obtenidos por profesores y graduados (Premios Nobel, medallas Field) de
cada universidad, los investigadores más citados en 21 áreas de investigación determinadas por Thomson ISI (Institute for Scientific Information); los artículos publicados en Nature y Science durante los últimos cuatro años, y los registrados en el Science Citation Index Expanded (SCIE) y el Social Science Citation Index (SSCI) en el curso de último año; y, finalmente, la eficiencia académica en función de las
dimensiones de la institución, especialmente relaciones entre cantidad de profesores, alumnos y graduados.
Academic Ranking of World Universities me parece enrriquecedor, pero inadaptable para nuestro contesto; con que las Universidades Argentinas puedan cumplimentar con los requerimientos de la CONEAU en educación virtual y futuras reglamentaciones seria magnifico.
Para comenzar con mi intervención, retomo la idea de Aguillo en relación al rechazo que existe en torno a la cultura de la evaluación y la función social que tiene la misma dentro de un sistema en el cual la educación se constituye como un bien público y como a partir de los resultados se generan líneas acción que regulan, definen y dan sentido a la organización de las universidades en dialogo con los resultados y los estándares de la evaluación.
Por otro lado, en constraste, Pérez Rasseti enfatiza en como a través de las evaluaciones y los rankings que se construyen; no se evidencia realmente la calidad en términos meramente académicos y educativos de una universidad y que están supeditados a la selección y articulación de lo que se considera a evaluar; apelando intento dilucidar a ópticas sumamente subejtivas; retomo una idea del autor: porque la calidad no existe en la naturaleza, no la vamos a descubrir mediante una investigación; es un constructo y por lo tanto, un sentido que depende de la operación semiótica de selección y articulación de sus elementos. La búsqueda de la calidad es más parecida a una “búsqueda del tesoro” que a una investigación: no vamos a encontrar nada que nosotros mismos no hayamos, antes, puesto ahí (Pérez Rasseti, 2010)
Ahora bien, considero que la calidad no es una sola sino que varía desde la óptica en la que se la mire; además de estar construida sobre ciertos intereses que no son para nada ingenuos. La calidad debe ser concebida y analizada desde el contexto socioeconómico y político que le da sentido a la misma y por lo tanto al o los rankings que se puedan crear en un determinado momento histórico. Además, creo que el contexto en el cual radica una universidad; sus planes de estudios, el perfil de sus egresados, los docentes que allí se desempeñan, las investigaciones que se realizan al igual que las actividades académicas no son homogéneas; sino más bien de características diversas y dinámicas y que de alguna manera le da sentido a la construcción social del conocimiento; como reflejo claramente de lo humano y su manera de decodificar la realidad.
Desde la perspectiva de entender la «cuestión de calidad, es importante tener en cuenta que la misma, tal como lo expone Pérez Rasetti, se construye previamiente y que la misma de depende de los indicadores previamente definidos también.
Los indicadores están ligados a los objetivos que cada unversidad tenga, y estos a su vez al contexto y/o necesidad con la cual se ha fundado la misma. Por lo tanto, el concepto de calidad no puede ser nunca un constructo universal aplicable a todas y cada una de las universidades del mundo.
Siguiendo esta línea de pensamiento, tal vez lo importante sería ampliar la mirada y virarla hacia contextos más globales incorporando la calidad de otras universidades cuya medición de calidad esté vinculada a los objetivos fundacionales y de impacto de cada universidad.
Sería interesante que al publicar los rankings se añadieran las calificaciones en rankings hechas por otros organismos, como los hay… que estos midieran otras cuestiones también, y que de allí se generara, tal vez, un promedio general teniendo en cuenta la calificación de cada ranking, y luego la calificación
por separado. Tal vez, de esa manera se nivelaría la calificación de cada una.
Ahora bien, ¿estarían dispuestos a que esto fuera así aquellas institutciones que se sirven económicamente de estas calficaciones?
¿Acaso no sería en perjucio de sus propios intereses? Si estuviésemos en sus lugares, lo haríamos? Haríamos lo posible para que la competencia «me alcance» en el ranking, por decirlo de alguna manera?
En relación a este debate, puedo decir que acuerdo con la segunda postura, puesto que en primer lugar es importante preguntarse ¿por qué un ranking? Y seguido de eso, ¿en base a qué se elabora ese Ranking?
Las agencias de evaluación se basan en la calidad de las propuestas. En este sentido, Perez Rasetti problematiza en torno a este concepto, afirmando que la calidad no existe. Plantea que es inútil esforzarse por encontrar la calidad que requiere tal o cual programa universitario, porque la “calidad” no está ahí. También sostiene que en el objeto que la evaluación analiza hay un conjunto de elementos, procesos, reglas, bienes, personas involucradas y sus prácticas, etc. Para que ese conjunto más o menos complejo manifieste esa condición que llamamos „calidad‟, hay que construirla antes. Por eso considera que la calidad que vamos a encontrar, es la que hayamos construido previamente. Entonces, la calidad es un
“constructo”, un “sentido” que le encontramos a determinadas entidades en la medida en que, previamente, hayamos determinado cuáles son las relaciones que la determinan y como se formula un discurso sobre ellas.
También vale preguntarse con el sentido que se hacen estas evaluaciones de calidad, en tanto en contexto de neoliberalismo, como en la actualidad en Argentina, muchas veces son para un recorte por parte del Estado para garantizar la educación pública y gratuita.