Por Carina Cortassa
CONICET - Centro Redes, Argentina.
Al parecer, al igual que la leyenda atribuye al hidalgo castellano, sigue ganando batallas después de muerto.
Como planteé en un contexto cercano (Revista Iberoamericana CTS – vol. 5, nº 15), llevo tiempo pensando que la caducidad del modelo del déficit cognitivo en los estudios de comprensión pública de la ciencia es más declamada que efectiva. Esto es que, a despecho de los cuestionamientos de toda índole recibidos durante los últimos años, su influencia persiste en el plano de la reflexión conceptual, en la investigación empírica y en las prácticas destinadas a superar la brecha entre ciencia y sociedad -plenamente orientadas por la voluntad y el esfuerzo alfabetizador que de él derivan.
Con frecuencia me he preguntado si es que no somos capaces de decir algo acerca de la apropiación social de la ciencia que supere esa discusión, ya sea sobre su existencia y cómo resolverlo, o sobre su pertinencia como modelo explicativo. Creo que la cuestión, legítima e irresuelta, tiene consecuencias serias para el campo: la estabilización en una fase de controversia que no hace sino ocultar -bajo una aparente efervescencia productiva- cierta forma de estancamiento. Y quizás algo peor. A veces siento que nos enfrentamos a una situación similar a la que planteaba el comunicólogo Jesús Martín Barbero, en otro contexto disciplinar, acerca de la persistencia de la teoría negada y la esquizofrenia que alimenta: la hipótesis del déficit cognitivo se impugna en voz alta, pero la reflexión y la investigación se encuentran en buena medida entrampadas dentro de los límites de problemas y categorías que ella impone.
Ciertas corrientes en los estudios de percepción reconocen la necesidad de sofisticar conceptual y metodológicamente el modelo, pero mantienen inamovible el sentido último de la carencia de conocimientos como el obstáculo a superar mediante mejoras de los niveles de educación e información de los ciudadanos. Por su parte, las aproximaciones contextualistas parten de supuestos epistemológicos que relativizan la demarcación entre diversas formas de saberes en pie de igualdad, entre los cuales se cuentan el saber científico y el saber popular. Consecuentemente, rechazan la existencia de una brecha cognitiva entre expertos y no expertos y sus análisis se orientan básicamente a demostrarlo. De este modo, por reacción, continúan enfocando el problema fundamental en términos de la teoría negada.
La dificultad en que incurre el modelo clásico es pretender que la distancia entre ciencia y sociedad es superable dando un baño de alfabetización a los ciudadanos. Y suponer, por ende, que el barniz de conceptos, en general triviales y débilmente aprehendidos, accesible de esa forma promovería entre los legos no sólo una serie de actitudes más positivas frente a la ciencia sino, asimismo, la capacidad reflexiva para integrarse plenamente a la discusión pública de cuestiones que la involucran. Por su parte, los enfoques etnográfico-contextuales se exponen al riesgo que con precisión señala S. Miller (2001): recaer en una visión políticamente correcta que niega la desigualdad evidente entre expertos y públicos por lo que respecta a cierto tipo de conocimiento; y considerar, al mismo tiempo, que es posible implementar instancias de “diálogo, discusión y debate” cuando los partes no cuentan con un caudal de conceptos y experiencias mínimamente compartidos acerca del objeto sobre el cual se procura precisamente dialogar, discutir y debatir. La perspectiva etnográfica acierta al afirmar que el déficit cognitivo del público no es el único determinante de sus vínculos con la ciencia, pero se engaña al suponer que el déficit no existe, o bien que no juega un papel relevante en la relación. Al excluir del análisis el condicionamiento que impone la asimetría epistémica, coarta su propio potencial renovador pues omite un aspecto clave que subyace y en buena medida determina el intercambio entre científicos y ciudadanos. Bajo los supuestos contextualistas tampoco es posible pensar una interacción efectiva.
Por mi parte, estoy convencida de que el problema no es tanto que el público no comprende a la ciencia como que la teoría no ha sido capaz de comprender el modo en que el público comprende: en un proceso a la vez signado por factores cognitivos y extra-cognitivos, que no discurren por vías separadas sino que se vinculan de forma indisoluble. La circulación y apropiación social del conocimiento científico tiene una dimensión epistémica, naturalmente, porque atañe a la adquisición y comprensión de cierto conocimiento; pero además es un problema epistémico en un sentido no trivial, pues el proceso se desarrolla bajo las constricciones que impone la asimetría de los interlocutores. Y es una cuestión sociocultural y simbólica porque el intercambio se inscribe en un marco de prácticas significativas, en la conjunción de una red de representaciones que mediatiza la comunicación entre ellos. La investigación en CPC debería explicar cómo se articulan ambos órdenes si pretende comprender cuáles son las condiciones reales a partir de las cuales científicos y públicos podrían integrarse en el horizonte político de un diálogo incluyente.
En función de eso, la alternativa que propongo no es eliminar ni negar el problema del déficit sino integrarlo como un componente intrínseco del escenario en cuestión, y empezar a pensar cómo se comparte socialmente el conocimiento científico a partir de y no contra las condiciones de asimetría epistémica -“radical”, en términos de Hardwig (1985, 1991)- que enmarcan la interacción entre los agentes; esto es, como un presupuesto y no como un problema a resolver. Reorientar nuestros interrogantes en dirección de ese escenario y sus particularidades puede significar un aporte interesante para la renovación de la agenda disciplinar. O, por lo menos, un camino personal para librarnos del aburrimiento que nos provocan las discusiones sobre el déficit.
Referencias bibliográficas
Hardwig, J. (1985): «Epistemic Dependence», The Journal of Philosophy, vol. 82, 7.
Hardwig, J. (1991): «The role of trust in knowledge», The Journal of Philosophy, vol. 88, 12.
Millers, S. (2001): «Public understanding of science at the crossroads», Public Understanding of Science, 10.
Publicado el 25 de abril de 2011
Opinión
La primera dificultad, creo, no es si el público en general entiende la ciencia sino si la información llega a todos, ya sea por una cuestión de acceso o de predisposición a buscar la información; un segundo aspecto, sería establecer de qué campo cientiífico hablamos y otro, no menos importante cuál es el perfil educativo y socio cultural de la persona receptora de la información.Sin pretender agotar las variables, digo que la divulgación científica, cuando está focalizada en lo se suele clasificar como ciencias \»blandas\» es de acceso más amplio mientras que temas arduos de las \»duras\» tienen un espectro restringido de destinatarios. Ahora ¿ Es posible, traducir esa información a un código accesible a todos? Hay ejemplos que pruban que sí lo es. Entonces sería más un problema del comunicador que del destinatario.
Por otra parte brindar a toda la población una educación de calidad, sería una condición básica para que todos puediéramos seguir aprendiendo a lo largo de nuestra vida y enriqueciéndola con los avances científicos o tecnológicos, en consecuencia su divulgación a jugaría una función dinamizadora y equilibrante de la calidad de vida de los ciudadanos, casi una cuestión de equidad social.
Deficit cognitivo como problema epistémico
Muy interesante el post de Carina sobre la teoría del deficit cognitivo como Cid Campeador, que gana batallas después de muerto. Solo le falta, para ser justos, citar su propia tesis doctoral sobre este tema, que es fantástica.
Yo propondría que enfocáramos el tema del déficit cognitivo como un problema estrictamente epistémico: se trata de saber en qué consiste el conocimiento científico \»divulgativo\», es decir intrínsecamente científico, pero no profesional. ¿Cuál es su valor, su legitimidad, su alcance, su fiabilidad, etc.? Otra tesis doctoral, que se leyó en Salamanca hace poco, obra de Óscar Montañés, apunta algunas ideas sobre este tema, que pueden ser útiles (la tesis todavía está pendiente de publicarse, no sé por qué).
En mi opinión, el problema principal no es tanto si el conocimiento científico se presenta descontextualizado o contextualizado, etc. sino que no tenemos un modelo adecuado de conocimiento o comprensión científica, compatible con el hecho cierto de que hay diversos niveles de precisión, exactitud, fiabilidad etc. en el conocimiento científico. Desde esta perspectiva es posible que lo que llamamos déficit cognitivo de un no experto en un tema determinado se pueda considerar no como una carencia, sino como una \»especialización\», a la manera en que un mapa especializado en restaurantes para turistas ofrece información detallada sobre este tema, pero no sobre las cotas topográficas del terreno, sin que por ello consideremos que el mapa tiene un \»déficit\». No resulta difícil imaginar algunas notables consecuencias que este planteamiento podría tener en relación con la participación ciudadana en las controversias sociales de contenido científico, etc.
Creo que merecería la pena explorar esta línea de reflexión.
Limitaciones de comunicación
La semana que viene leeremos en la Universidad Autónoma de Madrid una tesis de Santiago Graíño sobre la comunicación de contenidos complejos, que continúa el trabajo de Carina en los puntos que señala Miguel Ángel Quintanilla. Hay límites intrínsecos que debemos considerar a la transmisión de información.
Pero, desde mi punto de vista uno de los errores mayores del modelo que tan brillantemente critica Carina es que se considera que hay una asimetría radical entre el sabio y el ignorante. Ciertamente hay asimetrías respecto a unos temas, pero ese es un camino de doble dirección: hay cosas que el médico sabe y el paciente ignora. Pero hay cosas que el paciente sabe y el médico tiende a ignorar porque se basa en un modelo de déficit. En una sociedad mejor pensada, la esfera pública debería plantearse transformar el modelo hacia un modelo en el que la ignorancia fuese lo que debería compartirse. Sería entonces cuando se puede plantear una política epistemológica realmente democrática. Si alguien quiere referencias, El maestro ignorante de Jacques Rancière, el filósofo de la democracia radical francés (discípulo y crítico radical de Althusser) puede ayudarle a repensar otros modelos. Otros modelos son posibles.
Gracias Carina: he aprendido mucho de vos!
Las condiciones del diálogo
Coincido con la alternativa que propone la autora al afirmar que \»no se trata de eliminar ni negar el problema del déficit cognitivo sino integrarlo como un componente intrínseco del escenario\». Sin embargo, es paradójico que se busque el diálogo en dos participantes desiguales. El público siempre estará en desventaja respecto a los especialistas en cuanto a conocimiento, pero no por lo que respecta a capacidad crítica. Y allí es donde la situación puedefrictificar.
Saludos
Alfonso Pérez M.
México, DF
Genial metáfora
Carina: ¡genial la metáfora del Campeador, así como también los comentarios! El ejemplo de los mapas me ha recordado el cuento de Borges sobre el emperador chino y el mapa de su imperio que nunca era lo suficientemente aceptable (hasta ser igual a dicho imperio). La incapacidad de renunciar a los detalles para convertirlo en un auténtico –útil- mapa, podría encajar con el modelo deficitario y su asimetría; sin embargo, la asunción de una ignorancia compartida requiere el ejercicio de explorar con nuevos ojos el territorio. En la comunicación científica y la búsqueda de un modelo epistémico que cifre sus características tenemos la gran paradoja de una diversidad de esfuerzos divulgadores de la ciencia, pero muy poco sobre qué mueve (o qué podría motivar) al público hacia la ciencia. Quizás el problema no sea tanto la comunicación en sí, sino los movimientos previos a esa comunicación. Siguiendo el ejemplo de F. Broncano del médico y paciente, ambos coinciden en un contexto y tienen claro su papel en él –uno demanda información de un determinado tipo, y el otro diagnostica y aplica según su método, asumiendo que cada uno está enrocado en su dominio particular y puede fallar la comunicación en ciertos aspectos-, pero la duda es si tanto el sector de los expertos como la sociedad asumen la naturaleza más volátil de su relación. Puede que el estudio de fenómenos que han motivado en el público general la demanda de información científica ayude a esclarecer algo el modelo de la comunicación científica. Es decir, que no prestaríamos tanta atención al heroico Campeador y nos fijaríamos en cómo y por qué se forma el grueso anónimo de infantería que va a la batalla (y aquí ya tenomos la inmensidad de interrogantes…)
Genial metáfora
Carina: ¡genial la metáfora del Campeador, así como también los comentarios! El ejemplo de los mapas me ha recordado el cuento de Borges sobre el emperador chino y el mapa de su imperio que nunca era lo suficientemente aceptable (hasta ser igual a dicho imperio). La incapacidad de renunciar a los detalles para convertirlo en un auténtico –útil- mapa, podría encajar con el modelo deficitario y su asimetría; sin embargo, la asunción de una ignorancia compartida requiere el ejercicio de explorar con nuevos ojos el territorio. En la comunicación científica y la búsqueda de un modelo epistémico que cifre sus características tenemos la gran paradoja de una diversidad de esfuerzos divulgadores de la ciencia, pero muy poco sobre qué mueve (o qué podría motivar) al público hacia la ciencia. Quizás el problema no sea tanto la comunicación en sí, sino los movimientos previos a esa comunicación. Siguiendo el ejemplo de F. Broncano del médico y paciente, ambos coinciden en un contexto y tienen claro su papel en él –uno demanda información de un determinado tipo, y el otro diagnostica y aplica según su método, asumiendo que cada uno está enrocado en su dominio particular y puede fallar la comunicación en ciertos aspectos-, pero la duda es si tanto el sector de los expertos como la sociedad asumen la naturaleza más volátil de su relación. Puede que el estudio de fenómenos que han motivado en el público general la demanda de información científica ayude a esclarecer algo el modelo de la comunicación científica. Es decir, que no prestaríamos tanta atención al heroico Campeador y nos fijaríamos en cómo y por qué se forma el grueso anónimo de infantería que va a la batalla (y aquí ya tenomos la inmensidad de interrogantes…)
Hola, Olga, gracias por el comentario. Efectivamente, coincido con vos en que el acceso a una educación de calidad es una cuestión de equidad social apremiante (sobre todo en nuestros países latinoamericanos), y que contribuiría a crear una mayor sensibilidad desde pequeños hacia la ciencia. Discrepo, en todo caso, con la cuestión de a quién corresponde el problema de la comprensión pública de la ciencia, el cual, como describes \»sería más un problema del comunicador que del destinatario\», de una adecuada implementación de procesos de traducción entre contextos epistémicos. Creo que, naturalmente, hay divulgadores mejores y peores -como hay profesores, físicos o plomeros mejores y peores-, y que hay públicos más interesados que otros, dispuestos a hacer un esfuerzo cognitivo adicional para intentar comprender conceptos científicos. Pero también entiendo que hay aspectos sustantivos de las prácticas de producción y justificación del conocimiento científico que no son transferibles a través de la divulgación -aún la mejor de ellas-; y que esa dificultad objetiva tampoco guardaría una relación directa con el grado de interés o implicación del público. Desde hace años escuchamos que las estrategias de alfabetización no funcionan, pero yo no creo que sea \»culpa\» de los divulgadores de ciencia, ni del público que se resiste a ser alfabetizado. En esa línea creo que pensar que cierta asimetría epistémica es constitutiva de la relación entre los agentes puede ser una alternativa para mirar desde otro lugar la circulación y apropiación social del conocimiento; y, lateralmente, también para re-pensar las prácticas de interfaz.
Miguel Angel, gracias por tus palabras. Estoy de acuerdo con que el tema del déficit cognitivo es un problema estrictamente epistémico (no ya el de la comprensión pública de la ciencia, el cual, ya sabes, creo que es una cuestión epistémica y cultural en distintos planos pero en igual medida). Mejorar el análisis del conocimiento divulgativo en sí es un paso imprescindible, justamente el tipo de reflexión que tenemos que encarar para superar de una vez las discusiones bizantinas sobre la traducción, la inconmensurabilidad de los lenguajes, y similares. Creo que esa línea tiene que avanzar no sólo en cuando a su fiabilidad, precisión, alcances, etc, sino también en lo que respecta a sus límites intrínsecos (los que menciona Fernando en su post, y que para mí son consustanciales con la inanidad de las estrategias de alfabetización). Creo que de ese modo podríamos fundamentar una contribución mucho más efectiva de parte de los estudios teóricos de la CPC al plano de las prácticas concretas de comunicación e involucramiento y de promoción de la participación ciudadana; que, en definitiva, tiene que ser la meta que no debemos perder de vista. Tus sugerencias sobre el mapa de especialización, el déficit y sus consecuencias para la CPC no me quedan del todo claras; en todo caso, espero que no falte oportunidad para poder conversarlas con más detalle personalmente.
Hola, Fernando. Yo creo que reconocer la situación de asimetría, que existe, no tiene que conducirnos necesariamente a pensar en términos de \»inferioridad\» de una de las partes (los legos) y de una consecuente dependencia radical respecto de los expertos. En todo caso, incorporarla al análisis tiene que abrirnos las puertas en distintas direcciones. En primer lugar, remitirnos a observar empíricamente de qué manera se comunican los agentes bajo esas constricciones. En segundo lugar, a pensar de qué manera es posible mejorar esa interacción para lograr una discusión más plural y horizontal -a pesar de las condiciones iniciales-; \»mejorarla\» en términos de acercarla a las condiciones normativas de una genuina esfera pública de la ciencia. Creo que esa contrastación entre las condiciones reales y las normativas nos permitiría, como comenté al post de Miguel Angel, proyectar aportes concretos a las políticas públicas en C&T en lo que refiere a la integración de los ciudadanos a los procesos de discusión y decisión. Por cierto, hace poco otro amigo me recomendó vivamente a Rancière pero aún no he podido entrarle… Espero que sea pronto.
Hola, Alfonso. Sí, efectivamente, a primera vista puede sonar raro postular que es posible un diálogo entre agentes en condiciones desiguales. Pero eso no significa que no puedan ponerse en común, durante el transcurso de la propia interacción, un núcleo de conceptos, valores, puntos de vista, en torno de los cuales entablar una discusión razonable. Es decir, que el umbral de comunicabilidad no precede sino que iría construyéndose en ese espacio de comunicación. Para eso sería preciso que ambos agentes se comprometieran, eso sí de antemano, con una serie de actitudes favorables al disenso y la admisión de la crítica, la disponibilidad para modificar las propias creencias, una valoración justa del otro como un agente legítimo con el cual tiene sentido intentar establecer un diálogo. En fin, yo creo que es no sólo deseable sino, asimismo, posible que, como tú dices, la situación pueda de algún modo fructificar.
Paradoja de Zenón
El movimiento se demuestra andando: la ciencia no se comunica o se comunica tarde mal y nunca.
Llevamos décadas perdiendo tiempo, y dinero, en debates ya suepados hace 150 años – lean http://www.eurekAlert.com (de la AAAS)- y entenderán las razones de nuestros retrasos científicos. Somos escolásticos de la ciencia frente a científicos de verdad, incapaces de entenderlos. Somos decididamente antiguos, prescindibles… si no cambiamos de una vez.
Y ahora, censuren mi comentario, quémenlo en la pira de su sentido democrático y de libertad de pensamiento.
Fuera de la comunidad científica, pero como comunicadora, periodista, integrante de ese sector del \»público\», dentro del \»deficit cognitivo\», me encantó leer sus opiniones porque en mi quehacer me correponde algunas veces poner las ciencias en lenguaje sencillo, entendible. Desde mi punto de vista no es que la comunidad en general tenga poca demanda de información científica, sino más bien, que los científicos hablan tan \»elevado\» que no permiten que el público se enamore de la ciencia, al contrario, la hacen ver tan árida que el público no siente que eso tiene que ver con ellos. Lo que necesitamos son puentes, y los comunicadores podemos facilitarlo.
proefessor
Estimada Carina,
Concordo muito com a metáfora que você usa e com o conteúdo que elaboras e a felicito por colocá-lo na agenda dos que se interessam no tema.
Tenho expressado ideias semelhantes as suas e procurado entender o que mantém o El Cid vivo. E a quem interessa que ele siga campeando.
Em coisas que mais digo do que escrevo, levanto a hipótese de que a raiz do fato de ele se manter vivo está no dogma que agrada tanto a direita como, por desgraça, a esquerda, da Neutralidade e do Determinismo da Tecnociencia.
E de que isso interessa à comunidade de pesquisa (ou à comunidade científica, se você preferir), aferrada aos privilégios que esse dogma e a política de C&T inspirada no modelo linear que a dele decorre, lhe proporcionam.
No artigo “Mais além da participação pública na ciência: buscando uma reorientação dos Estudos sobre Ciência, Tecnologia e Sociedade em Ibero-américa” (www.oei.es/revistactsi/numero7/articulo02.htm) apresento aquelas ideias.
Gostaria de ler seu comentario a respeito.
Abraço,
Renato
professor
Estimada Carina,
Concordo muito com a metáfora que você usa e com o conteúdo que elaboras e a felicito por colocá-lo na agenda dos que se interessam no tema.
Tenho expressado ideias semelhantes as suas e procurado entender o que mantém o El Cid vivo. E a quem interessa que ele siga campeando.
Para dar um enterro cristão a tão polemico cavalheiro e poder alterar a forma como temos desenvolvido nossa atividade no campo CTS e orientado nossa Política de C&T é imprescindível esclarecer esses dois pontos.
Em coisas que mais digo do que escrevo, levanto a hipótese de que a raiz do fato de ele se manter vivo está no dogma que agrada tanto a direita como, por desgraça, a esquerda, da Neutralidade e do Determinismo da Tecnociencia.
E de que isso interessa à comunidade de pesquisa (ou à comunidade científica, se você preferir), aferrada aos privilégios que esse dogma e a política de C&T inspirada no modelo linear que a dele decorre, lhe proporcionam.
No artigo “Mais além da participação pública na ciência: buscando uma reorientação dos Estudos sobre Ciência, Tecnologia e Sociedade em Ibero-américa” (www.oei.es/revistactsi/numero7/articulo02.htm) apresento aquelas ideias.
Gostaria de conhecer sua impressão a respeito.
Abraço
Renato Dagnino
Hola, Dolores. Gracias por tu comentario, y por complementar -mejorándola- mi metáfora sobre el Déficit Campeador. Creo que también señalás un aspecto sumamente importante: que, en general, ni la comunidad de expertos ni el público perciben que tienen objetivos comunes en la construcción de una cultura científica que beneficiaría a ambos en tanto que ciudadanos en un sistema democrático. Es decir, con independencia de las ventajas que una mejor percepción y valoración mutuas representaría para cada uno de los grupos en particular. Ese es un aspecto que, en general, pasa desapercibido en el marco de las estrategias de vinculación entre ciencia y sociedad: el hecho de que, antes que nada, es preciso que ambas partes reconozcan y asuman que tienen funciones propias pero una meta común, que sólo puede lograrse sobre la base de un compromiso compartido con el diálogo y la discusión horizontal. Finalmente, no puedo más que coincidir con tu última apreciación: apenas dejamos de lado la discusión sobre si \»déficit sí\» o \»déficit no\» aparece una gran cantidad de interrogantes. ¡Menos mal!
Renato, gracias por tu aporte. Me gustaría poder analizar tu artículo con detenimiento antes de enviarte mis comentarios. Quizás me demore un par de días, pero lo haré. Saludos, y gracias otra vez.
Hola, Pilar. Completamente de acuerdo con la idea de crear puentes, superar brechas, facilitar la vinculación, etc. Esa ha sido la función que tradicionalmente se ha asignado a las agencias de interfaz; y que, por supuesto, deben seguir cumpliendo. La cuestión es que, además de comunicar de una manera sencilla y comprensible o promover el interés de los receptores, los periodistas de ciencia tienen más responsabilidades en la interacción epistémica entre expertos y públicos. Por ejemplo, trascender el plano de la divulgación de conceptos, descubrimientos y resultados para involucrarse activamente en la construcción de una representación social de la ciencia más amplia y profunda, más apropiada para promover las condiciones necesarias para un diálogo genuino y plural entre los participantes. Sé que les estamos pidiendo siempre un poco más, pero los divulgadores de ciencia son la gran bisagra en este proceso. Gracias por tu trabajo.
Hola, Eusebio. En principio, yo no estaría tan de acuerdo con que la ciencia no se comunica, o se comunica tarde, mal o nunca. Quizás sí con que se comunica menos de lo que algunos quisiéramos. Que existen debates bizantinos que debemos superar de una vez por todas es precisamente el tema de mi post y uno de mis principales objetivos (aunque el debate al que yo me refiero no lleva tantos años superado, no sé exactamente a cuál te refieres).
El dóficit cognitivo es el Cid Campeador
Considero que nos hace falta preocuparnos un poco más sobre estos temas que son indispensables en nuestras vidas , aparte que los medios de comunicación en este rubro es poco o nada lo que hacen ya que se dedican a otro tipo de informaciones más de corte político que de información para la vida cotidiana.
Considero que también la información falta llegar a todos pues aún existen lugares donde la información es nula y sólo se informan por medio de la radio.
Muchas veces cuando existen problemas controversiales en la población sobre efectos de la ciencia que se deben tocar, no se cuenta con el sustento adecuado
Entender y estar informado
Hola Carina
Muy interesante tu ponencia sobre el modelo déficit cognitivo sobre la comprensión de ciencia. Hay una diferencia significativa entre estar informado sobre aspectos de la ciencia y tener claro ideas o conceptos sobre la misma. La información puede ser mediática y dar la impresión que de ahora comprendemos mejor algunos aspectos de la ciencia, por ejemplo la vasta información de los problemas ambientales y al mismo tiempo algunas sugerencias para disminuir como población este tipo de problema. Nuestro contexto está condicionado por una gran cantidad de información y al mismo tiempo por un interés en la comunicación, pero caracterizada por la superficialidad y la brevedad de los diálogos. La ciencia implica en sí misma la compresión, la explicación y la expresión tecnológica de su utilidad, ello requiere no sólo el interés, ni solo contar con las condiciones mínimas como una educación de calidad como menciona Olga. La ciencia en este contexto competitivo requiere recursos, y en el caso del recurso humano se necesita personal cuya preparación y compresión de la ciencia tenga establezca una diferencia significativa
Excelente reflexión!
Celebro poder leer un texto inteligente acerca de la posible distancia cognoscitiva que separaría a científicos y legos. Me gustaría poder añadir que, desde la filosofía hermenéutica,surgirían interesantísimos aportes hasta ahora poco explorados. Me refiero en concreto a la catagoría gadameriana de estrcutura de la comprensión. Realizando una lectura detenida de lo que ella implica, habrían de sugerirse algunas respuestas acerca del acercamiento epistemológico entre legos y científicos. Más aún, dicho acercamiento habría de ser una realidad hermenéutica generalmente inadvertida -y más bien evitada- pero absolutamente cierta sobretodo en el caso de los llamados científicos sociales y su producción intelectual. De allí que, por ejemplo, el conocimiento construido por sociológos y antropólogos, por ejemplo, detente la misma estructura hermenéutica que el conocimiento popular, o bien que el conocimiento producido desde el mundo de la vida sin haber pasado por ninguna clase de bautismo académico. La filosofía hermenéutica contemporánea (de Gadamer hasta hoy)espera por ser incorporada a debates como éste -estimada Carina- en donde puede ofrecer recursos epistemológicos insospechados.
Yara Altez
Docente/investigadora
Escuela de Antropología
Universidad Central de Venezuela
El déficit cognitivo del \»pueblo\» es directamente proporcional a la oferta científica del siglo XXI… ifluenciada por conflictos de intereses en todos los ámbitos, apunta a hiperfocalizar en modas de turno que afectan en mayor grado al público infantil.
Alerta! Pandemia de Déficit Cognitivo (mensaje subliminal)como consecuencia del fracaso de la Educación Mundial!
Sí, María Elena, estoy de acuerdo: los ciudadanos no disponen de la información ni de los elementos de juicio apropiados para tomar decisiones razonables en ocasión de controversias proyectadas a la esfera pública. Tampoco existen los canales adecuados para canalizar su participación en ese tipo de debates; ni siquiera la intención o la predisposición para incorporarlos a ellos en un sentido horizontal. Como dice el saber popular, los problemas nunca vienen solos. Y en este caso, el \»combo\» resulta bastante complejo
Hola, Juan. Justamente la distinción que propones es crucial: estar informados no es en modo alguno equiparable a comprender -en sentido estricto- el conocimiento científico. Sin embargo, aún así es posible compartir conceptos y discutir razonablemente sobre ellos si expertos y público adoptan una serie de actitudes favorables para ese intercambio. En principio, reconocerse como interlocutores legítimos en el marco de la discusión, cada uno con sus respectivas competencias y capacidades. También deberían admitir que la crítica y el disenso son constitutivos de ese espacio común, y estar dispuestos a revisar sus propios argumentos y razones en función de los argumentos y razones del otro. Creo que, precisamente, en el actual contexto competitivo lo más sensato es que científicos y legos hagan un esfuerzo cooperativo por comprenderse mutuamente.
Yara, gracias por tus palabras. Estoy convencida de que una de las principales ventajas de poner a un lado la discusión bizantina sobre el déficit -es decir, considerar a la asimetría epistémica como un presupuesto de la relación y no como el problema a resolver- es que permite explorar nuevas aproximaciones al proceso de la comprensión pública de la ciencia. Es decir, empezar a superar el inmovilismo y atender a la cantidad de interrogantes que surgen apenas dejamos de preocuparnos sobre si \»déficit sí\» o \»déficit no\». La filosofía hermenéutica puede ser una vía, algunas corrientes del campo de la epistemología social otras -las que yo he tomado-. Como sea, bienvenidas todas ellas si -como planteé con un poco de sorna al final del artículo- nos permiten quitarnos de encima el aburrimiento conceptual al que nos confinan las preguntas de siempre.
Deficit cognitivo
Empiezo a leer todo el material del foro. Muy interesante. Pero debo ir poco a poco. Una vez leidos todos los comentarios te enviaré opinión.
Tanto este tema como su desarrollo y su intencionalidad son de gran interés para mí. Me gustaría señalar un detalle que creo se puede desprender de ciertas interpretaciones del texto y que vi representado en alguno de los comentarios que tuve tiempo de leer: se trata de lo tocante a la comunicación de partes desiguales(o asimétricas, si queremos evocar la imagen de un enfrentamiento con ambas posiciones separadas en sus respectivos frentes). Comienzo mi argumentación…
El diálogo se produce precisamente entre dos posturas diferentes. El déficit cognitivo debe ser integrado, como bien señala la autora, en la consideración de estas diferencias tal que un elemento compositor de éstas más. Es decir, podemos estudiar desde fuera la posición de ambas partes y el discurrir del diálogo teniendo en cuenta éste elemento; que no se puede eliminar, como bien señala la autora, al igual que no se puede eliminar la totalidad de diferencias entre ambas partes, que es lo que las configura y distingue y posibilita el diálogo entre ellas.
Así mismo, no entiendo la supuesta superioridad de \»los científicos\»(o \»la ciencia\», el mundo académico-científico creo entender) sobre \»los legos\»(o \»sociedad\», como si todos los aportes científicos no configuraran tecnológicamente la sociedad). No podemos partir de esta idea preconcebida, sino que debemos ceñirnos a la voluntad de señalar la diferencia sin encumbrar a ninguna de las partes(cuya definición debemos cuidar), que por otro lado no tienen motivos para ser encumbradas. Faltaría argumentar el motivo de esta carencia de razones para conceder jerárquicamente un puesto superior a la ciencia pero estoy agotado y temo que podría llevarme bastante tiempo redactar el par de líneas correspondientes…
Agradezco de verdad el artículo, que me ha enseñado mucho y me ha dado sobre qué reflexionar.
Un saludo.
Bióloga y Dra en educación Científica
Estimada carina: tu artículo dispara viejos dilemas y vigentes preocupaciones para los que nos apasiona el saber y el conocer. Me encantó leer los aportes y me autoinvité con una reflexión. En primer lugar, sería central no descuidar el valor y relevancia del conocimiento que se quiere divulgar, porque la elevancia temática y su problematización responde a criterios históricos y culturales ( no todo es problema para todos); en segundo lugar, cabe pensar qué movilización cognitiva se pretende promover y cual es su relevancia para pensar y/o transformar realidades; y en tercer lugar, creo que no ayuda a pensar alternativas, solo mirando la polaridad en la mirada de la relación saberes-sujetos, y no se promueve un salto cualitativo incluyendo un sentido y significado innovador en lo que se busca comunicar y provocar. Muchas Gracias Carina y a todos!!
Neuroeducadora: arte-cerebro
El principal activo que tienen las personas es el conocimiento.
Desde \»saber\» caminar, \»saber\» escribir, \»saber\» hablar, \»saber\» entender… a \»saber\» resolver un problema de matemáticas o \»saber\» hacer un armario o un mueble… todo es conocimiento.
En todos estos casos estamos hablando de un proceso que se puede resumir en los siguientes pasos:
•Primero recopilamos los datos.
•Segundo agrupamos los datos en información.
•Tercero agrupamos la información en conocimiento.
•Cuarto agrupamos el conocimiento en sabiduría
Esto nos lleva a que el conocimiento que antes estaba únicamente en las personas, ahora este tanto en las personas como en las organizaciones. Por ello, en la actualidad se habla tanto del capital humano, del capital intelectual y en general de los recursos humanos no sólo desde el punto de vista de habilidades sino también desde el punto de vista del conocimiento más intelectual.
También es importante darse cuenta que en la actualidad el conocimiento (sobretodo en temas informáticos) es bastante fugaz, lo que aprendemos suele tener una vigencia de pocos años ya que rápidamente suele aparecer un sistema u otros conocimientos nuevos que sustituyen a los anteriores. Por eso, tiene mucha importancia el conocimiento por su rapidez de cambio.
Pero no todo el conocimiento es igual, existen 2 tipos de conocimiento:
•El conocimiento tácito, que es el conocimiento que tenemos pero no que somos capaces de explicar (como por ejemplo ir en bicicleta).
•El conocimiento explícito, que es el conocimiento que se puede explicar a través de un manual.
El conocimiento explícito es un tipo de conocimiento fácil de almacenar y reutilizar y tiene unas características básicas:
•No genera nuevo conocimiento por si mismo
•Por tanto es un conocimiento que no genera innovación
•Hace falta que se vaya regenerando con el tiempo
Por lo tanto, en la gestión del conocimiento nos interesa ser capaces de convertir el conocimiento explícito en tácito, para poder almacenarlo y reutilizarlo. ¿Como se hace eso?
•A través de la experiencia de cada día
•Fomentando las conversaciones entre la gente
•Estimulando la simulación metafórica
Por ello es muy importante aprender a gestionar los 2 tipos de conocimiento y fomentar la circulación del mismo dentro de las organizaciones-escuelas, para promover la innovación, la creatividad.
Prof. Lic. Silvina Caruso
Mgter en Didactica de la Música
Historia del Arte
Neuroeducación: arte-cerebro. Evaluación de la creatividad.
Buen artículo
Felicidades por el artículo.
Gracias, Guillermo. Tarde, pero seguro.