La discusión actual sobre el desarrollo de la ciencia en la dinámica complejidad de los procesos sociales de orden moral, ético y político obliga a revisar los principales supuestos en la ciencia y la inextricable relación que ésta realiza con tales procesos. La ciencia siempre tiene formas de contacto o traslape con la ética, la estética y la política. En el mundo actual están la ciencia mutuamente infiltradas, complementadas y, a veces, enfrentadas. En las actividades científicas concretas subyacen conceptos que en forma de supuestos fundamentan los proyectos, ya sean éstos de investigación, educación, divulgación o conducción institucional en áreas académicas. Varios de estos supuestos son discutidos aquí en un marco que resalta las relaciones de apoyo mutuo y que al mismo tiempo comparten la ciencia, la ética y la práctica de la democracia.

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EL DEBATE: El enfoque CTS-A en la educación

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Por Susana Sá y Ana Isabel Andrade

Centro de Investigación em Didáctica e Tecnologia na formación de Formadores (CIDTFF). Departamento de Didáctica e Tecnologia Educativa, Universidade de Aveiro, Portugal.

Es comúnmente aceptado que, debido a la imprevisibilidad y la celeridad de la construcción del conocimiento científico y tecnológico, las migraciones internacionales y la globalización, las exigencias hechas a la escuela, en la sociedad actual, en tanto institución por excelencia en la formación de ciudadanos, van mucho más allá de las competencias clásicas de leer, escribir y contar. El desafío actual se centra en cómo capacitar a los alumnos, desde los primeros años de escolaridad, para lidiar con la complejidad y la diversidad de la condición y la actividad humanas, privilegiando una visión holística, integrada y compleja del conocimiento. Pero ¿cómo se podrá cumplir su concretización, cuando asistimos a una lógica de compartimentación del saber, vehiculizada por la organización de las currículas en diferentes disciplinas? El enfoque Ciencia-Tecnología-Sociedad-Ambiente (CTS-A), que preconiza un conocimiento de la ciencia y de sus interrelaciones con la tecnología, la sociedad y el ambiente, ¿se constituye como una respuesta a este reto? Dado que la sociedad es una de las dimensiones a tener en consideración en el enfoque CTS-A, ¿cuál es el lugar de la intercomprensión, de la construcción de una cultura de paz y diálogo, de respeto por el Otro y por la diversidad lingüística, cultural, social, política y religiosa?

Creemos que es esencial una educación capaz de articular las diferentes áreas del saber, en un contexto relacional de Ciencia / Tecnología / Sociedad / Ambiente y las relaciones entre Lengua, Cultura, Ambiente y Economía estén bien presentes. Para ello, importa considerar el papel fundamental de los educadores y profesores, siendo ellos fundamentales en la construcción del conocimiento por los alumnos, en la construcción de lugares de lectura del mundo, donde los sujetos sean considerados en las múltiples interacciones que van estableciendo con los objetos que el mundo les da a conocer. ¿Esta problemática se habrá de constituir en una preocupación solamente de los profesores especializados en las áreas de Ciencias Naturales o de todos los profesores, generalistas y especialistas de áreas del conocimiento, en el fondo, de todos los educadores, en una perspectiva global e integradora de la construcción de conocimiento? ¿Y estarán los profesores/educadores capacitados para implementar tal abordaje? ¿Y estarán ellos receptivos a esta concepción de la educación, que exige un mayor compromiso científico, profesional y temporal?

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A comienzos del siglo XXI, aun después de ocho años de crecimiento económico global, la crisis del hambre sigue haciendo estragos. Los países en desarrollo se ven impotentes ante una calamidad que amenaza con producir enormes desequilibrios en el mundo del futuro. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el número de hambrientos podría superar los 1000 millones en 2009. Esto equivale a decir que uno de cada seis seres humanos sufre de hambre en el mundo.

A partir de esta urgencia por revertir un mal que atenta contra los ideales mundiales de igualdad y de paz, el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad -a través de la Revista CTS, que pone a disposición su sección «Documentos de consulta»- hace su contribución al tratamiento de la crisis con la publicación del artículo “Hambre, alta tecnología y desigualdad social – Un desafío a inicios del siglo XXI”. Este texto tiene una doble aspiración: por un lado, describir los principales problemas relacionados con la seguridad alimentaria y orientar el análisis hacia una posible solución; por el otro, establecer una línea a seguir en lo que respecta a la vinculación de la problemática en el contexto iberoamericano. Invitamos a los lectores a enviarnos los comentarios y las opiniones que pueda disparar la lectura de este texto.

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EL DEBATE: ¿Hasta qué punto los ciudadanos deben “saber”?

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Por León Olivé

Doctor en Filosofía. Investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.

El creciente impacto social, cultural y ambiental de los sistemas científico-tecnológicos ha llevado a una preocupación por su evaluación y por la posibilidad de que diferentes grupos sociales, no sólo los expertos científicos y tecnólogos, ni sólo los políticos, puedan intervenir para encauzar su desarrollo. Éste es el desafío que se presenta, por ejemplo, en el caso de los cultivos transgénicos o de los brotes epidémicos como el de la influenza AH1N1. ¿Ciencia y tecnología para qué y para quiénes? Esto significa poner al frente de la discusión los fines y los valores en función de los cuales se genera, se desarrolla y se aplica un sistema científico-tecnológico. Entonces es necesario discutir quiénes son los agentes pertinentes para realizar la evaluación. ¿Sólo deben participar en la evaluación los expertos? Muchos autores sostienen que se requiere la participación ciudadana. Esto incluye aspectos de legislación, de políticas públicas de ciencia y tecnología, así como la evaluación de los sistemas científico-tecnológicos mismos, incluyendo sus impactos sociales y ambientales. ¿Por qué?

Retomemos los ejemplos de producción de cultivos transgénicos y de identificación y control del virus AH1N1. Las consecuencias de los sistemas científico-tecnológicos que entran en juego en estos casos afectan a grandes sectores sociales, si no es que a la población entera de países completos o incluso de todo el planeta. Una sociedad democrática debería permitir y promover la participación ciudadana en la toma de decisiones, desde la legislación pertinente, por ejemplo para la vigilancia y control de riesgos generados por el cultivo de transgénicos, o para la construcción y operación de un adecuado sistema de vigilancia epidemiológica. Sólo mediante una amplia participación ciudadana se garantiza la operación eficiente y eficaz de sistemas de vigilancia y control de riesgos. Uno de los temas abiertos en México a partir del brote de AH1N1 fue el de la eficiencia de las medidas mediante las cuales el gobierno federal pretendió haberlo controlado. ¿No fueron los costos, no sólo económicos, sino sociales y emocionales, demasiado altos?

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EL DEBATE: ¿Una ola de ludismo en América Latina?

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Por Ana María Vara

PhD. Centro de Estudios de Historia de la Ciencia José Babini (UNSAM)

Oposición a los transgénicos, a los biocombustiles, a la producción de pasta de papel, a la tecnología nuclear, a los tendidos eléctricos, a los gasoductos, a la minería… América Latina estalla en conflictos de variable intensidad y alcance, que tienen como blanco emprendimientos científico-tecnológicos de magnitud que involucran grandes inversiones y movilizan un amplio espectro de expertises. ¿Estamos ante una ola de ludismo en la región? Corresponde hacer algunas aclaraciones sobre la noción de “ludismo”, término que se ha convertido en un calificativo que ridiculiza a quienes se oponen a las nuevas tecnologías y augura su derrota inevitable, apoyándose en una argumentación implícita que supone que las mismas están vinculadas al “progreso” y son intrínsecamente racionales, buenas e imparables. Sin embargo, ni siquiera en relación con el movimiento donde se origina el nombre puede hablarse de un rechazo a la novedad por sí misma, sino a su impacto radical en el mercado laboral, a los medios de vida de sectores organizados, que tomaron conciencia y fueron capaces de responder. Ese movimiento mostró que la incorporación de nuevas tecnologías puede contestarse, que las trayectorias no son lineales y obligatorias, que la regulación puede moderar su impacto—aunque no haya terminado así para los seguidores de King Ludd (Randall, 1995).

El siglo XX deja en evidencia que otros resultados pueden alcanzarse. La noción de “controversia tecnológica” fue introducida en los tempranos setenta—es decir, los inicios del ambientalismo—para dar cuenta de procesos sociales en que actores no expertos cuestionaron y afectaron con sus acciones públicas la decisión de actores expertos en relación con la construcción de instalaciones, la incorporación de tecnologías que implican riesgos de salud o ambientales, la aplicación de normativas técnicas que suponen avanzar sobre valores tradicionales o sobre la libertad de elección de los ciudadanos. En estos casos, típicamente, hay actores que promueven el proyecto y actores que lo administran, y la controversia se suscita debido a las diferentes perspectivas sobre el problema. Mientras que quienes desarrollan un proyecto persiguen un objetivo específico y “trabajan en términos de un cálculo de eficiencia que sólo incorpora costos que pueden ser cuantificados”, quienes pueden ver alteradas sus vidas definen los costos “de manera que incluyan los impactos sociales y ambientales” (Nelkin, 1974: 3).

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«A partir del año 2002, la Argentina entró en una nueva etapa de crecimiento caracterizada por el aumento sostenido del PBI, de los niveles de empleo y de superávit en las cuentas fiscales y externas. A nivel microeconómico, la evidencia sugiere que las firmas argentinas han presentado estrategias de crecimiento diferenciadas, las que se manifiestan en patrones diferenciados de búsqueda de competitividad, con impactos diferenciados en el resto del entramado productivo y la sociedad en su conjunto. El objetivo de la presente tesis es analizar la existencia de diferentes estrategias de innovación al interior del sector manufacturero argentino durante el período 1998-2004, a fin de identificar conductas diferenciadas, asociadas a las características e intensidad de los esfuerzos en actividades de innovación, a la calificación de la mano de obra y a la interacción de la firma con el entorno, lo que repercute, en última instancia, en la existencia de externalidades sistémicas hacia el resto de la sociedad.»

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La calidad de la educación en los procesos escolares se fortalece atendiendo al eje ideológico institucional, que se expresa en el planteamiento de objetivos que contemplan el carácter epistemológico de los contenidos de enseñanza. En esta dimensión, el concepto de “ciencia” adquiere un carácter relevante en el Colegio Santa Inés, de General Pico, La Pampa. Así, con el objetivo de impulsar y promover el aprendizaje de las ciencias en la escuela, de estimular vocaciones científicas y en apoyo al “Año de la Enseñanza de la Ciencia” (2008), surgió la inquietud de socializar la trayectoria científica de la institución como vía de comunicación e intercambio. Los trabajos del área científica se realizan con estudiantes del tercer ciclo de la Educación General Básica argentina (EGB), en torno a tres núcleos problemáticos emergentes de la realidad: uno de ellos, referido a las inundaciones en La Pampa; el segundo, a la contaminación ambiental; y el tercero, a necesidades de un grupo social etáreo determinado (la vejez). Las experiencias relatadas sobre ciencia y tecnología expresan que lo tratado conforma realidades que afectan al mundo de hoy y que, de ser atendidas, puede pensarse en una vida futura más saludable y más productiva para la humanidad, desmitificando la idea de la utopía del cambio.

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En el presente artículo se realiza una exploración, presentada a través de ensayos analíticos, de los sistemas de conocimiento como construcciones sociales edificadas desde el valor cultural y el valor económico, considerando como tesis central el estudio de los sistemas de valor basados en conocimiento. Se espera que este documento contribuya a enriquecer el estado del arte en la temática, posibilitando entender y comprender un poco más la relación actual entre conocimiento y valor, así como sus implicaciones para el desarrollo de los negocios y, en general, para la administración de organizaciones humanas; connotación que es aún más evidente en el mundo académico y en el entorno universitario dada la gran relevancia que tiene la gestión del conocimiento en pro de dinamizar las funciones sustantivas de docencia, investigación y proyección social. No es posible hacer academia de calidad sin establecer esquemas en los cuales el conocimiento sea el protagonista y eje dinamizador del resto de actividades.

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