Nadie puede negar que en las últimas décadas se han incrementado considerablemente los conocimientos acerca de la enfermedad de Chagas, tanto entre los científicos -biomédicos- como entre las autoridades sanitarias en general. Sin embargo, esto no se ha traducido en una disminución proporcional del número de personas que conviven con los insectos vectores o llevan en su sangre el Trypanosoma cruzi. Se observa aún una gran distancia entre los progresos logrados en el conocimiento científico y la situación cotidiana de las poblaciones afectadas por el Chagas. En los tiempos que corren, esto debería resultarnos inadmisible. Por otra parte, parece existir un consenso generalizado en el ámbito científico y sanitario en considerar al Chagas como uno de los problemas de salud pública más graves de América Latina. Sin embargo, no se cuenta actualmente con cifras que representen de manera confiable la magnitud real de la endemia, estimando que en la región existen al menos 15 millones de personas infectadas y una población en riesgo de 28 millones. Las estadísticas imprecisas son un claro resultado del sinnúmero de elementos que entran en juego y constituyen el entramado de la problemática del Chagas.
Tradicionalmente, el Chagas ha sido considerado como un tema de estricto abordaje biológico y médico. Esto ha marcado también un abismo entre la cantidad de conocimiento acumulado acerca de los aspectos biomédicos, y aquel referido a los factores sociales que caracterizan a este complejo problema. En este sentido, cuando ampliamos la mirada más allá de los aspectos biológicos o médicos, nos encontramos con más preguntas que respuestas. Preguntas que hacen al contexto histórico y actual de la realidad de las poblaciones más olvidadas de la región. Contexto en el cual el Chagas constituye un problema secundario que en la mayoría de los casos queda oculto detrás de la lucha cotidiana por la supervivencia. Y el escenario se hace más complejo aún cuando vemos que en las últimas décadas, debido a los crecientes movimientos migratorios, el Chagas dejó de ser un problema exclusivamente rural y también dejó de ser una realidad exclusivamente latinoamericana. Es recién en ese momento, al intentar al menos enumerar o imaginar la compleja trama de elementos involucrados, cuando se puede empezar a entender verdaderamente de qué hablamos cuando hablamos del Chagas.
Seguir leyendo