Este artigo analisa o debate ocorrido entre os professores Carlos Pérez Rasetti, da Argentina, e Isidro F. Aguillo, da Espanha, propiciado pela Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad – CTS, realizando uma comparação com alguns autores brasileiros. Como referencial utilizado para a realização deste artigo utilizou-se, além dos professores acima citados, Heraldo Vianna, Sandra Zákia de Souza e Romualdo de Oliveira.

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EL DEBATE: Rankings de universidades: ¿para qué y cómo construirlos?

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Por Sandra N. Brisolla

Departamento de Política Científica e Tecnológica, Universidade Estadual de Campinas, Brasil.

John Maynard Keynes sostenía que el cálculo económico del valor de inversión de cada capitalista, necesario para garantizar el pleno empleo de los factores de producción de una sociedad, no es una tarea compleja; ¡es imposible! No se trata de que Keynes no se haya beneficiado de la existencia de computadoras capaces de manejar múltiples variables correlacionadas, que le permitieran reproducir ad infinitum modelos de simulación. El economista sabía que la inestabilidad, origen de los ciclos económicos, es una característica inherente del capitalismo. Así, Lord Keynes no sería rehén de la tendencia a tratar los fenómenos sociales como variables cuyo comportamiento se supone predecible, a través de modelos estadísticos, fruto de la confusión entre una herramienta de análisis (como la econometría) y la reflexión teórica que ella sustituye. Y por ello es evocado hasta hoy para explicar fenómenos que no podría prever, como la crisis que se abatió sobre el centro neurálgico del sistema capitalista actual, pero que sí podría ayudar a resolver. Tampoco vivió para presenciar el repetido intento de representar numéricamente las características de los fenómenos socioeconómicos y culturales, una simplificación de la realidad no exenta de consecuencias.

El uso de símbolos y números representativos para caracterizar los comportamientos y las cualidades de variables determinadas socialmente responde a la necesidad de hacer medibles las variables sociales. Esto ocurre, por ejemplo, con los números índice. La aplicación más común es el índice de precios. Hay por lo menos dos metodologías para su construcción reconocidas como básicas, y otras que en general son el resultado de su combinación. En el primer caso se mide la variación de los precios tomando como base la comparación de la canasta básica de consumo (los bienes y servicios esenciales para su supervivencia) de los trabajadores de ingresos más bajos en el pasado. En el segundo índice se compara el precio medio ponderado por los ítems que componen su canasta de consumo actual con el costo de esos bienes y servicios en el pasado. Sin embargo, si la inflación se está comiendo los salarios, la elección de la nueva canasta de consumo como base después de la subida de precios redundará en una subestimación de la tasa de inflación indicada por el segundo índice, ya que el trabajador ya habrá reemplazado los productos más caros por otros más baratos. Esto demuestra que incluso un indicador aparentemente no contaminado como éste, se traduce en la disminución del poder adquisitivo de aquellos cuyo salario se ajusta por el índice de inflación. El índice más utilizado, que corresponde a la media geométrica entre los dos primeros, reduce el impacto negativo para el trabajador, sin eliminarlo. La conclusión que emerge es que la inflación es un mecanismo de transferencia de ingresos de los trabajadores hacia los rentistas, y los números índice sirven como un instrumento de legitimación de esa expoliación.

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¿Internet libre? La censura en la red sobre los medios sociales

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Por Jorge A. Ruiz-Vanoye, Ocotlán Díaz-Parra, Rafael Ponce-Medellín y Mariana Guzmán

Internet es un medio de comunicación entre las personas en el que se ostenta el derecho a mantenerse informado. Sin embargo, esta actitud llega a ser utópica si se considera la cruda realidad que se vive en algunas partes del mundo. En este artículo se presenta una selección de casos contemporáneos que están relacionados con las restricciones que ejercen algunos países en el uso de estas tecnologías, específicamente de los medios sociales.

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La brecha digital ha sido definida como la distancia existente entre áreas individuales, residenciales, de negocios y geográficas en los diferentes niveles socio-económicos en relación con sus oportunidades para acceder a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como al uso de la Internet (OECD, 2001), diferencias que se reflejan tanto entre países como dentro de los mismos. En este sentido, la presente investigación documental persigue abordar el problema de la brecha digital como una nueva forma de exclusión en el mundo de hoy e identificar los avances que se han dado en Venezuela para la disminución de la misma. En este sentido, el Decreto 825 promulgado por la Presidencia de la República ha orientado la ejecución de planes, programas y proyectos que han propiciado un mayor acceso a las TIC. Sin embargo se observa en las cifras oficiales que los niveles de acceso a Internet no pueden compararse con los que poseen los países desarrollados. Esto puede deberse a que Venezuela sigue siendo un país mayoritariamente consumidor de tecnologías y aunque se invierta gran cantidad de dinero y esfuerzos, éstos no serán suficientes para ir a la par de los países desarrollados. Se concluye en la necesidad de un cambio de paradigma para convertir a Venezuela en un país productor de tecnologías informáticas.

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EL DEBATE: ¿Tienen los expertos autoridad epistémica en la democracia?

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Por Fernando Broncano

Departamento de Humanidades: Filosofía, Lenguaje y Literatura. Universidad Carlos III de Madrid, España.

La pregunta supone, en un sentido fáctico, que los expertos ya forman parte esencial de muchas o casi todas las decisiones que se toman en las democracias contemporáneas. Las políticas públicas en economía, salud, educación, seguridad, medioambiente, innovación, etc., tienen un componente político y otro componente epistémico. El conocimiento establece los límites de lo que es posible hacer en el sentido de condicionantes físicos, técnicos e informacionales; y la decisión política establece la alternativa que se considera conveniente atendiendo a los fines de justicia, igualdad y libertad que constituyen la razón de ser del espacio político. Una división clara de funciones entre expertos que ofreciesen su conocimiento de forma neutra y un aparato de decisión (ejecutiva, legislativa o jurídica) legitimado por sus orígenes democráticos parecería una solución racional y eficiente a la cuestión de cómo debe operar el conocimiento en la democracia.

Pero sabemos que no son así las cosas y que probablemente esta manera de plantearlas nace de una epistemología política y de una política epistemológica asentadas en otras épocas en las que el conocimiento no era tan determinante en las dinámicas de la sociedad ni la política tan entreverada con el conocimiento.

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EL DEBATE: Rankings de universidades, a favor y en contra

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Por Isidro F. Aguillo (1), Carlos Pérez Rasetti (2)

(1)Laboratorio de Cibermetría, IPP-CCHS-CSIC, España. (2) Universidad Nacional de la Patagonia Austral y Universidad Nacional de La Matanza, Argentina.

En esta oportunidad, el Foro CTS propone un debate a dos tiempos. Dos posiciones antagónicas sobre un mismo tema: la validez de los rankings universitarios. Los expertos Isidro Aguillo y Carlos Pérez Rasettidisertan acerca de los distintos aspectos que componen esta nueva manera de comunicar evaluaciones. La imparcialidad de los rankings o su total carencia de ese atributo, la rigurosidad metodológica que los sustenta, lo que dicen o enmudecen acerca de la universidad y el efecto que producen a nivel masivo son algunos de los puntos revisados en este foro doble. Rankings universitarios: por qué sí y por qué no. La respuesta, en manos de los lectores.

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EL DEBATE: Educación superior para una América Latina global

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Por Diego Bernardini Zambrini y Fernando Pedrosa

Profesor y director del Programa de Doctorado en Sociología, Universidad de Belgrano, Buenos Aires, Argentina.

La educación tiene una dimensión inmaterial en el corto plazo y una gravitación fundamental como activo económico en el largo plazo. Incide en la salud, en el bienestar, en la cultura, en el producto bruto interno; es un activo que genera ideas y empleos. Las oportunidades existen, pero sacarán mayores ventajas de ellas quienes sepan aprovecharlas de mejor forma. Sin embargo, el panorama regional no parece querer hacer las cosas tan simples. Consideremos de comienzo que América Latina es la región más desigual del planeta. Según el indicador de desigualdad de ingreso más generalizado, el Índice de Gini, cinco de los diez países más desiguales del mundo se encuentran en América Latina; y de hecho los países más equitativos de la región tienden a ser más desiguales que los más desiguales de Europa. Paralelamente, la región se está recuperando de la peor crisis económica mundial desde la década del treinta, luego de que ésta impactara de manera muy desigual en ella; mientras Uruguay creció mínimamente, México tuvo una caída de casi un 7 por ciento de su PBI.

Las crisis económicas acarrean desocupación y un mayor grado de vulnerabilidad. La caída del poder adquisitivo y la capacidad de compra y consumo, así como la satisfacción de las necesidades básicas, son factores que habitualmente afectan con mayor intensidad a los sectores más pobres de la población. Sobre cómo las crisis económicas afectan a la salud de la población se reporta, para la crisis de 2001 en la Argentina, un descenso de la cobertura pre natal del 43%, un 20% en la caída sobre el porcentaje de niños con controles de salud adecuados en el primer año de vida o un aumento del 32% de los casos notificados de SIDA. En el área educativa, los antecedentes inducen a pensar que las crisis afectan a través de distintos factores los procesos de aprendizajes. Variables como los días de clase tienen un impacto positivo sobre el desempeño de los alumnos, así como la presencia de materiales escolares (mapas, libros o útiles de geometría) cuya presencia en las aulas también se relaciona con un mejor aprendizaje. Para mal de mayores, hoy América Latina perdió el privilegio como región receptora de la Ayuda Oficial al Desarrollo que en los últimos años ha crecido sin igual, pero que hoy se orienta prioritariamente al continente africano y a determinados países de Asia, especialmente en temas tan delicados como la salud.

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EL DEBATE: La Sociedad de la Información: ¿una nueva disciplina científica?

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Por Susana Finquelievich

Investigadora del CONICET con base en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Presidenta de LINKS A.C. y especialista en temas de Sociedad de la Información y el Conocimiento.

Más de un investigador que trabaja sobre la Sociedad de la Información se ha quedado perplejo ante una convocatoria a proyectos, a una descripción de su especialidad, a cualquier circunstancia en que tenga que «nombrar» su especialidad. ¿A qué disciplina corresponden las investigaciones y estudios sobre la Sociedad de la Información?

La Sociedad de la Información puede definirse como un «nuevo sistema tecnológico, económico y social. Una economía en la que el incremento de la productividad no depende del incremento cuantitativo de los factores de producción (capital, trabajo, recursos naturales), sino de la aplicación de conocimientos e información a la gestión, producción y distribución, tanto en los procesos como en los productos» (1). También puede definirse como un «estadio económico social cuyas acciones de supervivencia y desarrollo están caracterizadas por la capacidad potencial de sus miembros (personas y organizaciones) de hacer un uso evolutivo (extensivo, intensivo y estratégico) de las TIC para interconectarse en red entre ellas de modo convergente, ubicuo, instantáneo y multimedial» (2).

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